Estrategia de Lisboa y Desarrollo Sostenible

La Estrategia de Lisboa se puso en marcha en el Consejo Europeo celebrado en la capital portuguesa en el año 2000. El propósito de la misma era coordinar las políticas de reformas estructurales de la Unión Europea  (UE) y de los Estados Miembros para incrementar el potencial de crecimiento de la misma a medio plazo, con la pretensión de hacer de la economía europea, la economía, basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social, antes de 2010.

Autor: [Carmen García-INTA]

La Estrategia de Lisboa se puso en marcha en el Consejo Europeo celebrado en la capital portuguesa en el año 2000. El propósito de la misma era coordinar las políticas de reformas estructurales de la Unión Europea  (UE) y de los Estados Miembros para incrementar el potencial de crecimiento de la misma a medio plazo, con la pretensión de hacer de la economía europea, la economía, basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social, antes de 2010. Desarrollada en varios Consejos Europeos posteriores al de Lisboa, esta estrategia se basa en tres pilares: uno económico, otro social y otro medioambiental.

 El pilar económico, que debe preparar la transición hacia una economía competitiva, dinámica y basada en el conocimiento; haciendo hincapié en la necesidad de adaptarse continuamente a la evolución de la sociedad de la información y en los esfuerzos que deben hacerse en el terreno de la investigación y el desarrollo.

 El pilar social, que debe permitir modernizar el modelo social europeo gracias a la inversión en los recursos humanos y a la lucha contra la exclusión social; que insta a los Estados miembros a que inviertan en educación y formación y a que pongan en práctica una política activa para el empleo con el fin de facilitar el paso a la economía del conocimiento.

 El pilar medioambiental, añadido en el Consejo Europeo de Gotemburgo de junio de 2001, en el que se adopta una estrategia sobre desarrollo sostenible considerando diferentes aspectos como el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, el transporte y la utilización del suelo y los efectos a más largo plazo de muchas sustancias químicas peligrosas de uso diario.

La Estrategia de Lisboa no se limita a las decisiones que se adoptaron en este Consejo Europeo de la primavera del año 2000, sino a un conjunto más amplio de interpretaciones y decisiones de ampliación y de corrección realizadas por la Unión Europea desde entonces, para alcanzar los propósitos planteados. Así, durante los cinco años siguientes al 2000, se desarrollaron múltiples iniciativas a nivel nacional y comunitario para tratar de cumplir los objetivos establecidos para 2010, todos relacionados con la expansión de las economías por el lado de la oferta, mediante la mejora de las dotaciones de capital físico, tecnológico y humano.  Sin embargo, en la revisión intermedia que se realizó en 2005, el Consejo Europeo reconoció que los avances habían sido muy escasos y planteó la necesidad de reorientar la misma. Para ello, decidió concentrar sus objetivos en el pilar económico, y renombró la iniciativa como la Estrategia para el Crecimiento y el Empleo.

Los pasados 4 y 5 de noviembre de 2009 el Comité Económico y Social Europeo (CESE) aprobó el Dictamen en el que se exponen las recomendaciones políticas que desde su punto de vista deben considerarse prioritarias en el diseño de una nueva estrategia europea para el periodo posterior a 2010. Así el CESE aboga por la continuación de una estrategia global e integrada que conduzca a nuevas vías sostenibles que combinen competitividad, I+D e innovación con el innovador potencial de una Europa social y de desarrollo sostenible. La crisis actual representa en muchos sentidos una ruptura y exige nuevas opciones, como, una regulación eficaz de los mercados financieros, una reorientación radical hacia una producción y un consumo responsables por lo que respecta a la escasez de recursos y encaminados a reducir las emisiones de CO2, e inversión en la innovación de los servicios públicos, con el objetivo de brindar seguridad a la ciudadanía y restaurar su confianza en la UE.

Según se recoge en este Dictamen,  los desafíos actuales, ya se trate de la crisis económica y financiera y problemas sociales resultantes, o bien la globalización de la economía, la mejora del funcionamiento del mercado interior, la política energética y el cambio climático, las tendencias demográficas y las migraciones requieren a escala europea una nueva estrategia global para después de 2010 que a) tenga en cuenta estos desafíos, b) elimine los déficit en su proceso de aplicación, c) se lleve a cabo con una responsabilidad europea compartida, y d) sea capaz de combinar de forma coherente todas las estrategias de la UE (estrategia de recuperación, Estrategia de Lisboa, desarrollo sostenible, cambio climático).

 La gestión del cambio climático como elemento fundamental de la estrategia posterior a 2010 requiere un cambio de orientación en muchos ámbitos: la promoción de la eficiencia energética y de las energías renovables, al igual que la explotación del sector medioambiental, serán elementos fundamentales de la estrategia posterior a 2010. La nueva estrategia debe contener un plan de acción para una economía con bajas emisiones de CO2.

Después de lograr la entrada en vigor de un marco legislativo global para el cambio climático y la energía, la UE debe concentrarse ahora en su aplicación práctica. Deben introducirse medidas políticas eficaces en las directrices integradas, las recomendaciones específicas de cada país y los programas nacionales de reforma.

La UE debe convertirse en el espacio económico más eficaz desde el punto de vista de la energía y de la explotación de recursos, con el fin de preservar el desarrollo sostenible, debe elaborarse una política relativa al clima que reduzca de forma duradera las emisiones de gases de efecto invernadero, así como la dependencia de las fuentes energéticas fósiles y de las importaciones de energía, es decir, que tenga en cuenta como es debido los objetivos económicos, medioambientales y sociales. Además, deben explotarse también, en especial, todos los potenciales de ahorro de energía, apostando por estructuras locales, renovables y regionales. La mejora de la eficiencia energética y de la explotación de los recursos será uno de los elementos centrales de la nueva estrategia. En consecuencia, la UE deberá tener como objetivo estratégico adicional, a medio o largo plazo, «convertirse, en tanto que comunidad, en uno de los espacios económicos más eficientes desde el punto de vista energético y de la explotación de recursos». Para conseguir este cambio, Europa debe asumir una gran responsabilidad en lo que respecta a la reducción de CO2. Habrán de definirse objetivos y calendarios concretos para cada sector en cooperación con las distintas ramas.

 Dicho Informe plantea un Programa “verde” de reformas en cuyo marco deberá explotarse el potencial del sector medioambiental como motor para el crecimiento, nuevos empleos e innovación, esforzarse por lograr una posición líder en el ámbito de las tecnologías verdes y ahorrar costes, sin renunciar al bienestar, la calidad de vida y la competitividad global. En el marco de este necesario proceso de innovación revisten una importancia fundamental el desarrollo de la investigación y de la tecnología, la concreción de sus actividades en forma de nuevos productos y servicios comercializables y, en consecuencia, la creación de empleo.

 Para poder responder a los desafíos futuros se hacen también necesarias nuevas reflexiones estratégicas y reformas sobre el futuro presupuesto comunitario, debiéndose llevar a cabo una nueva ponderación de la asignación de fondos a cada una de las políticas, según lo expuesto en la Estrategia de Lisboa, priorizando la investigación y la competitividad, el medio ambiente y el clima, las inversiones en la explotación sostenible de la energía, la contratación pública productiva en favor de la economía, una política activa del mercado de trabajo, la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar, la cohesión social, la lucha contra la pobreza y la creación de nuevos empleos de calidad. Cualquier debate sobre una reforma del presupuesto comunitario en el sentido de la Estrategia de Lisboa también debería tener en consideración el próximo marco financiero 2014-2020.

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