De niña jugaba con muñecas y me gustaban las matemáticas
Carmen Méndez
Soy profesora de Física y Química en un Instituto de Educación Secundaria que forma parte de la red de centros STEMadrid. Desde siempre he estado muy concienciada con el impulso de la enseñanza de las Ciencias en las aulas y su valoración en nuestra sociedad. También con el hecho comprobado de que cada vez menos alumnas, al terminar el Bachillerato, eligen grados de Ingeniería o Ciencias Puras.
La verdad es que no tengo ni idea de cuál es la razón de esta falta de vocaciones científicas entre las chicas y, por ello, me gusta provocar el debate siempre que puedo entre mis compañeros, familiares o amigos. En el fragor de la conversación inevitablemente siempre hay alguien que termina afirmando que, desde el nacimiento, los niños y las niñas son diferentes. De una manera natural las niñas eligen jugar con muñecas e ir de rosa de pies a cabeza, mientras los niños prefieren el balón y los juegos de construcción.
Estoy segura de que mis amigos son personas que han educado a sus hijos e hijas en igualdad pero no han podido evitar lo que la «fuerza de la naturaleza» produce en sus retoños. En muchas ocasiones concluimos que la culpa de esta diferencia no es tanto genética sino que se debe a los estándares tradicionales establecidos en nuestra sociedad. En cualquier caso es muy frecuente asociar esa disparidad en el modo de comportamiento de los niños y niñas en su más tierna infancia con lo que más tarde decidirán para su futuro. Pero yo me pregunto, ¿influyen tanto los juegos infantiles con la elección académica y profesional posterior de las personas?.
Se hablará de muchas cosas entorno al 11 de febrero (Día internacional de la niña y mujer en la ciencia), y no sé si sobre muñecas. Dudo que haya una persona que jugase tanto con las muñecas como yo. Todavía guardo mi «Nancy» como oro en paño en recuerdo de los maravillosos momentos que pasaba de niña peinándola y cambiándola de vestiditos. Nunca sentí atracción por los coches de juguete ni los «legos». Sin embargo me encantaban las matemáticas y cuando llegó el momento de elegir carrera universitaria lo tuve claro. El orden de estudios de mi lista de preinscripción fue Química, Física y Matemáticas.
Tengo que confesar que me gustan las cosas de «chicas» como ir de compras, a la peluquería y, no me avergüenzo, hojear de vez en cuando alguna revista del corazón. Pero ¡ADORO LAS MATEMÁTICAS! y disfruto enormemente resolviendo ejercicios de las Olimpiadas de Física que luego comento, con algunos alumnos y pocas alumnas, en clases voluntarias los viernes a 7º hora. Sigo sin saber por qué las chicas eligen menos estudios de Ciencias que los chicos. Continuaré buscando la respuesta. Pero, por favor, no nos quitéis ese enorme placer que es jugar con muñecas.