Los pastores no están parados y sus diez mandamientos

Vivimos semanas, meses y quizás años difíciles en materia de empleo, sin embargo, podemos encontrar oficios que aún esperan ser cubiertos, es el caso del pastor, tanto en tareas con ganado explotado de manera intensiva como en el tradicional pastoreo extensivo.

Se dice que es un trabajo para hombres de otras épocas, de otro tipo de sociedad. Conocen el campo y los animales, diferencian bien las cuatro estaciones y sus particularidades climáticas. Son pacientes, casi artesanos.

Pedro García Martín, investigador y profesor, buen conocedor de la trashumancia, escribió un capítulo que denominó “De la flauta de pan al cayado del buen pastor” (Imagen, Literatura y Paisaje en la Cultura Mesteña) dentro del libro coordinado por Julio Martín Casas y que ya en otras ocasiones he referido en este blog, son “Las Vías Pecuarias del Reino de España: un patrimonio natural y cultural europeo”.

Trata diferentes aspectos, centrándose el profesor en la cosmovisión pastoril y finalizando con lo que denomina El cierre del círculo trashumante donde resalta la universalidad de los diez mandamientos de nuestros pastores:

El primero, santiguarse

y a San Antonio invocar,

rezarle una oración devoto

y la sartén calentar.

El segundo es almorzar

Un plato de migas canas

Con orejones de pan

tostaditos en las brasas.

El tercero, echar merienda,

un buen coscurro de pan;

el cuarto, soltar ganado

y el “zurriago” `pa´ arrear.

El quinto, ordeñar las cabras

 y en consejilla silbar,

y al pie de la fuente fría

comer pan y regoldar.

El sexto, decir que “nones”

a los jueces del lugar,

y el séptimo, por la noche

la caldereta cenar.

Octavo, una mentirilla

que a los amos les contente;

y el noveno, retozar

con las pastoras de enfrente.

El décimo, codiciar

buen pasto para el ganado

y “ulidito” madrugar

todos los días del año.

 

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