Zamora: trashumancia, trasterminancia y frontera interior

Con la llegada del verano se repiten en Zamora algunos acontecimientos que ya forman parte de sus señas de identidad.  Cada año por estas fechas los últimos pastores trashumantes residentes en las comarcas secas de Aliste, la Tierra del Pan o Sayago, inician su camino buscando las partes altas de las sierras sanabresas. Es uno de los últimos ejemplos de trasterminancia que quedan en nuestro país.

Este año los pastores se quejaban de la dureza invernal, que ha provocado el vaciado rápido del granero, “ni una mala yerba que llevarse a la boca”. En esas circunstancias, con la angustia de unas vías pecuarias cada vez más abandonadas a su suerte y la incertidumbre por el pasto en la sierra: “vamos a ciegas, no sabemos cómo está aquello ni cuántos días podremos dar de comer al ganado”.

En estas mismas fechas la capital celebra sus tradicionales fiestas de San Pedro. Entre otros acontecimientos, nunca faltan a la cita la feria del ajo asentada por décadas en la Avenida de las Tres Cruces y la feria de la cerámica en la Plaza de Viriato. Además en esta ocasión se ha suscitado la polémica en torno al lugar de exposición, más o menos permanente, de las “Edades del Hombre”, que Zamora reclama a las autoridades de la Comunidad Autónoma.

Somos muchos los que por unos motivos u otros hemos salido de Zamora y su provincia en los últimos 50 años. Es preocupante que esta tendencia no cambie, siendo el resultado desolador: una tierra jalonada de pueblos envejecidos y sin futuro que ofrecer a los más jóvenes.

Habla la leyenda de un pastor lusitano llamado Viriato quien más tarde terminó siendo el «terror romanorum» que reza la escultura de Barrón. Se trataba de un hombre representativo de aquellas tierras, si bien, parece no haber acuerdo acerca de su lugar de nacimiento. Sea como fuere, la realidad es que a nuestro paisanos, esto del pastoralismo no les viene de ayer.

Se han producido diversos estudios relacionados con los movimientos de ganados en la Hispania antigua y como es lógico en épocas más recientes y en diferentes conclusiones se refleja la realidad ya citada: el río Duero como límite a franquear y la ciudad de Zamora como refugio y paso en el trasiego norte-sur. Buena prueba de ello han sido los diferentes pasos que se levantaron desde antiguo sobre el Duero, hoy como más representativo y evocador de la antigüedad nos queda el puente de piedra, que sustituyó al antiguo puente romano.

Carnero "terror romanorum"

 

Puente de Piedra de Zamora

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