Ciencia y Cultura


Juan Ramón Jiménez
(España)

SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL
(viene)

   Ausente, fino y realista; siempre enredado en el
laberinto bello de los sutiles encajes de vida de su
microscopio.   No   conozco   cabeza   tan  nuestra
como  la  suya,  fuerte, delicada, sensitiva, brusca,
pensativa.  Los  ojos  no  miran  nunca  a  uno – a
nada  con  límite-; andan siempre perdidos, caídos,
errantes,  como  buscándose  a  sí  mismos  en  el
secreto, para mirarse, al fin, frente a frente.
   Un   balanceo,   una   oscilación   como  de  niño
tímido,   en   todo  él,  con  bruscas  erupciones de
palabras  firmes, plenas,  completas, terminantes –
hijo  salido  de  madre- como de niño también, que
asegura  la   verdad… Y se  va –caído  de un lado-,
de  los dos –alternando-, suelto, desasido, con   un
paraguas,   por   ejemplo,   que,   en su  mano,  no
parece que  haya  de  abrirse para la lluvia; con un
abrigo casual, con un sombrero no puesto.
   Lo  he  visto, una  vez,  en  un tranvía, una tarde
de lluvia larga, total  y ciega, ponerse en la melena
plateada las gafas  para  leer,  olvidarse, reclinarse
contra  el cristal,  y seguir  así,  mirando,  en   ocio
lleno, dejado y melancólico, su infinito.

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