¡Ah! La ciencia desnuda de humanismo es letra muerta. Un chanto, agudo o ciego, no es buen tamiz del discurso del fuego, oráculo emitido a ras de abismo.
La última voz es siempre el egoísmo; sabe a poco el espliego junto al riego a quien ignora el límite del juego y hace del sueño el único realismo.
Regla en mano, secuaz, mueve el azar y ante una flor tiene alma adormecida. Sé que me contradigo como el mar,
pero enraizado en lo hondo de la vida. Los sabios a merced del militar se pierden en un coto sin salida. |
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