Ramón de Campoamor
(Navia, 1817 - Madrid, 1901)
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EL TREN EXPRESO. (Fragmento)
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VII Las cosas que miramos se vuelven hacia atrás en el instante que nosotros pasamos, y conforme va el tren hacia adelante, parece que desandan lo que andamos; y a sus puestos volviéndose, huyen y huyen en raudo movimiento los postes del telégrafo clavados en fila a los costados del camino, y como gota a gota, fluyen, fluyen, uno, dos, tres y cuatro, veinte y ciento, y formando confuso y ceniciento el humo con la luz un remolino, no distinguen los ojos deslumbrados si aquello es sueño, tromba o torbellino.
VIII ¡Oh, mil veces bendita la inmensa fuerza de la mente humana, que así el ramblizo como el monte allana, y al mundo echando su nivel, lo mismo los picos de las rocas decapita, que levanta la tierra, formando un terraplén sobre un abismo que llena con pedazos de una sierra! ¡Dignas son, ¡vive Dios!, estas hazañas, no conocidas antes, del poderoso anhelo de los grandes gigantes que, en su ambición para escalar el cielo, un tiempo amontonaron las montañas! ...
(Del Canto Segundo: El día) |
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Histórico de poesías |
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