El proyecto expositivo Crisálidas es una construcción mental que utiliza el concepto biológico de la crisálida como metáfora y punto de partida organizativo de un universo de sucesos y emergencias fragmentadas en transformación, invitándonos a una arquitectura de recreaciones instintivas y automáticas, paralela a estados mentales débilmente conscientes o inconscientes, entre envolventes atmósferas de presencia y pérdida simultánea.

Se recoge el término crisálida como el lugar protegido donde se desarrollan determinados comportamientos cerebrales, ilusiones embrionarias a medio camino, necesitadas de nuestra contemplación recogida, como mecanismo para formar una representación mental, indolente a la conciencia e insensible a la razón.

En biología, imago es el último estadio del desarrollo de la metamorfosis de un insecto, ya sea a partir de la ninfa (metamorfosis incompleta) o después de emerger de la crisálida (metamorfosis completa). Crisálidas permite el trance de un dibujo que se altera, a través de las metamorfosis incompletas de la imagen, la ninfa de imago, en términos no exclusivamente biológicos.

Estas representaciones mentales se sustentan en nuestros propios procesos de transformación, estamos constituidos por todo lo que nos rodea, reconfigurándonos continuamente desde un sistema nervioso empático. De forma cotidiana mantenemos un contagio por proximidad, contaminándonos involuntariamente de lo que tenemos al lado, un tránsito orgánico de propiedades que va y viene sin que podamos percibir su recorrido.

Crisálidas centra su iconografía en producciones de carácter orgánico desde una fenomenología accidental que, reuniendo distintas anatomías de realidad exudada, a través de pequeñas transformaciones, genera híbridos de inexplicable naturaleza e identidad, construyendo nuevas esferas donde poder vincularnos.

El proyecto responde a un proceso de collage articulado, en el que se intervienen imágenes cotidianas procedentes de distintos medios de comunicación masivos, reproducidas a partir de un dibujo intuitivo, y de nuevo regeneradas a través de superposiciones y encuentros fortuitos entre otros dibujos creados de manera análoga, estableciendo la creación de estímulos en base a la recuperación residual de sí mismos.

La actividad es instintiva y mecánica, protegiendo una indeterminación gráfica en su resultado final, facilitando en la medida de lo posible una no intervención consciente en su construcción. Los dibujos son resueltos desde una simplificación deliberada, de inestabilidad procesual, fluctuante, donde las formas se enmascaran, se suspenden, se diluyen, se larvan, para que la duda, lo contingente, lo alusivo, pueda convertirse en forma, sin orden formal impuesto.

Los dibujos producidos se transforman modificando su estructura y evolucionan a lo largo del proceso en un ejercicio de variables retroalimentadas. La reunión entre partes y elementos distintos se automodula hasta crear unidades gráficas con entidad propia, volviendo a entrar en un juego compositivo de conjunto, sugiriendo nuevas formas y contenidos en las relaciones que se establecen por superposición o proximidad con otros dibujos dentro de un circuito de grupos progresivos.

El proyecto presenta los dibujos generados en una intervención gráfica directa sobre las paredes del espacio expositivo Sala Plataforma 1 de LABoral, concibiendo un dibujo mural de gran formato que se despliega sobre su superficie, utilizando los propios recursos del espacio, revistiendo e integrando sus elementos para extenderse por él.

Esta intervención gráfica consta de dos composiciones independientes y superpuestas armonizadas lumínicamente. La primera intervención realizada con pintura acrílica negra sobre el fondo blanco de la sala es visible con luz, mientras que la segunda, intercalada a la primera, se elabora con una pintura acrílica de efecto fotoluminiscente, de tal forma que puede apreciarse sin iluminación.

Un dispositivo manipula gradualmente la iluminación en la estancia, desde la luz hasta la oscuridad y viceversa, en un baile de sensaciones ópticas y oscilaciones lineales, de forma que temporalmente percibimos un mural iluminado que progresivamente se transforma en su negativo, es decir, un mural con luz propia. Luz en la oscuridad desde el propio impulso gráfico.

En un tercer estadio de ausencia lumínica en transición, y de forma envolvente, se proyectan pequeñas secuencias de animación, creando una fusión ambiental entre los dos soportes utilizados, facilitando la experiencia visual desde estímulos agrupados. Las animaciones se presentan como contenedor emocional del cuerpo psíquico y subjetivo en movimiento a partir de la instalación mural, armonizando los contenidos en torno a las transformaciones y los híbridos.

Las piezas de animación, aprovechando los dibujos estáticos de la pared, completan las asociaciones y encuentros entre ellos, al mismo tiempo que registran movimientos activos, proporcionando vida propia al teatro de la metamorfosis, en una atmósfera fosforescente de sustrato onírico. Estas piezas están compuestas por distintos fragmentos modulados en pequeñas cápsulas de montaje irregular, elaboradas a partir degrabaciones preexistentes y manipuladas con técnicas de animación tradicionales como stop-motion o rotoscopia, conservando en el proceso la idea de collage aleatorio que subyace en las intervenciones gráficas.

En un ensueño envolvente, de lo cotidiano a lo trascendente, Crisálidas organiza un paisaje mental de extrañas condensaciones desde el mundo real, que, ampliando la diversidad genética, da forma a otros mundos inexplorados, híbridos poéticos y metafóricos de nuestra capacidad de ser.

Desde una perspectiva emocional, sensitiva y en ocasiones lúdica, estas imágenes enlazadas y reabsorbidas, protegiendo la delicadeza de lo inesperado, se fusionan y superponen en una estratificación de sucesos de gestación accidental desde el deseo, abriendo un imaginario colectivo de la imposibilidad, ordenado en clave de identificación íntima y constituyendo una visión parcial y subjetiva de una sociedad donde las señas de identidad se encuentran en mutación constante.

El proyecto expositivo Crisálidas encuentra un lugar idóneo para su desarrollo en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, que proporciona una tecnología de última generación aplicada al proyecto. La utilización de un robot-proyector digital multifunción DL1, permite afrontar un espacio múltiple de proyección, pudiendo controlar los períodos de tiempo en las animaciones y el movimiento del foco en distintos puntos de la sala.

Por otra parte, las características que el espacio expositivo Sala Plataforma 1 ofrece se adaptan y ajustan a las necesidades del proyecto.

El temperamento y personalidad de la sala, de escala desproporcionada, inciden en el aura espacial envolvente que trata de generar Crisálidas, recogiéndonos en un tránsito de apariencias y dotando de mayor presencia, eco y resonancia las impresiones que la pieza evoca.