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Autor.- Mercedes Atienza Ruiz. Catedrática de Fisiología en el departamento de Fisiología, Anatomía y Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide

Análisis: Hacia un envejecimiento cognitivo exitoso

Cuanto más alto sea nuestro nivel educativo y mayor nuestra implicación en actividades formativas, culturales y de ocio menor será el riesgo de sufrir deterioro cognitivo y mejor afrontaremos el daño cerebral asociado al envejecimiento y a la neurodegeneración

El deterioro cognitivo que a menudo se observa en las personas mayores supone una seria amenaza para la calidad de vida y un importante reto para los sistemas de atención sanitaria. En 2015, la Asociación de Alzheimer, a petición del Consejo Mundial de Demencia, elaboró un informe que constataba que la actividad física y el control de factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, la diabetes, y la hipertensión contribuyen a disminuir el riesgo de deterioro cognitivo y de demencia típicamente asociados al envejecimiento. El informe también ponía de manifiesto que una dieta saludable y un entrenamiento cognitivo adecuado podrían contribuir a optimizar el funcionamiento cognitivo y a disminuir el riesgo de demencia. En consonancia con estas conclusiones, la Organización Mundial de la Salud presentó en 2015 un marco de acción para promover el envejecimiento saludable en torno a un nuevo concepto de capacidad funcional. Desde esta perspectiva, el envejecimiento saludable se entiende como el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional y el bienestar en la vejez.

En respuesta a este nuevo marco de acción, la Unión Europea ha fomentado en los últimos años iniciativas en el ámbito político y social dirigidas a la promoción del envejecimiento activo y saludable. En el ámbito específico de la salud, se han priorizado políticas de investigación para luchar contra las enfermedades neurodegenerativas asociadas al envejecimiento y se han puesto en marcha programas de intervención para frenar el deterioro cognitivo, otorgando especial importancia al fomento de la actividad física.

La actividad física mejora el rendimiento cognitivo actuando directamente sobre la estructura y funcionamiento cerebral o indirectamente a través de los cambios que se producen en el sistema músculo-esquelético y cardiovascular y en la respuesta metabólica, endocrina e inmune. Aunque no hay duda de que la actividad física y el ejercicio realizados en cualquier etapa de la vida contribuyen a la prevención del deterioro cognitivo y la demencia, los beneficios varían considerablemente de un individuo a otro cuando se realizan en la vejez. Estas diferencias podrían explicarse en parte por la variabilidad que presentan las personas mayores para tolerar el daño cerebral, también conocida como reserva cognitiva.


La reserva cognitiva no solo nos protege del daño cerebral asociado a la presencia de factores no modificables como lo son el envejecimiento normal o presentar un genotipo asociado a la enfermedad de Alzheimer, sino también del daño cerebral asociado a enfermedades crónicas que están estrechamente relacionadas con nuestro estilo de vida como la obesidad, la diabetes o la hipertensión.

La reserva cognitiva aumenta a lo largo de la vida con la acumulación de experiencias vitales enriquecedoras desde el punto de vista intelectual, emocional y social. Cuanto más alto sea nuestro nivel educativo y mayor nuestra implicación en actividades formativas, culturales y de ocio menor será el riesgo de sufrir deterioro cognitivo y mejor afrontaremos el daño cerebral asociado al envejecimiento normal y a la neurodegeneración. Los resultados preliminares derivados del programa de investigación interdisciplinar sobre envejecimiento “Hacia un envejecimiento exitoso” impulsado por la Fundación General CSIC, en el marco del proyecto Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE), sugieren que la reserva cognitiva no solo nos protege del daño cerebral asociado a la presencia de factores no modificables como lo son el envejecimiento normal o presentar un genotipo asociado a la enfermedad de Alzheimer, sino también del daño cerebral asociado a enfermedades crónicas que están estrechamente relacionadas con nuestro estilo de vida como la obesidad, la diabetes o la hipertensión. En este último sentido, nuestros resultados indican que la reserva cognitiva podría mejorar el funcionamiento cognitivo en personas mayores que únicamente presentan alteraciones metabólicas preclínicas como la prediabetes, y que sin embargo constituyen un importante factor de riesgo para la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la enfermedad de Alzheimer.

Los estudios de neuroimagen realizados en el marco de este programa, en colaboración con otros grupos de investigación en el ámbito internacional, también han evidenciado que la compensación neural podría ser una de las vías que la reserva cognitiva utiliza para ejercer su efecto neuroprotector. En particular, hemos encontrado que las personas mayores que son portadoras de uno de los genotipos más estrechamente relacionados con la enfermedad de Alzheimer pero que, sin embargo, no presentan deterioro cognitivo objetivable, son capaces de compensar el grado de atrofia que muestran en áreas cerebrales implicadas en la orientación espacial utilizando circuitos cerebrales alternativos.

Aunque aún quedan muchos interrogantes por resolver acerca de los efectos beneficiosos de la reserva cognitiva, las evidencias disponibles nos invitan a reflexionar sobre la posibilidad de incluir este aspecto en los programas de promoción del envejecimiento saludable. Dado que la reserva cognitiva se construye y acumula de forma paulatina a lo largo de la vida, las intervenciones en ventanas biológicas más tempranas también podrían reducir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento. Es importante, por tanto, que las políticas de cooperación europea, en especial aquellas dirigidas al espacio transfronterizo España-Portugal, promuevan la participación activa de los niños, jóvenes y mayores pertenecientes a los colectivos sociales más vulnerables en actividades formativas, culturales y de ocio. Estas aproximaciones junto con la promoción de un estilo de vida saludable contribuirían a construir el camino hacia un envejecimiento cognitivo exitoso.  


La investigación “Hacia un envejecimiento cognitivo exitoso” se enmarca en el proyecto “Centro Internacional sobre el Envejecimiento” (CENIE), perteneciente al Programa INTERREG V-A España – Portugal (POCTEP) 2014-2020, del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

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