La ciencia en España ¿un país para científicos?

El artículo “El país que tenemos ¿es el país que queremos?” se acaba de publicar en la revista JoF (número 11), de divulgación científica y descargable gratuitamente en la web. En el artículo se analiza la situación actual de la educación, la ciencia y la innovación en Espalña. El artículo completo se puede descargar en este enlace.

En un post anterior he analizado la situación de la educación en España. en este post hago un repaso a algunas de las «características» de la ciencia española.

¿Es necesaria la ciencia en nuestro país?

Por supuesto, esta es una pregunta redundante cuya respuesta es un SI rotundo. La ciencia es necesaria en cualquier país que quiera ser moderno, avanzado y democrático.

Hace un par de años, en una entrevista para EL CULTURAL, destacaba una característica peculiar de la inversión en ciencia: los resultados tardan en llegar. De ahí la necesidad de que la sociedad tenga visión de futuro y paciencia para recoger los beneficios (sociales y económicos) que la ciencia puede aportar. En esa entrevista también comentaba las que, en mi opinión, son las dos principales debilidades del sistema español de ciencia y tecnología: la poca confianza que se tiene en los jóvenes y la escasa inversión en I+D+i (Investigación + Desarrollo + Innovación) de las empresas españolas. Desde entonces, la situación en estos dos aspectos ha empeorado, como comentaré más adelante en el artículo.

Durante un tiempo (para mí demasiado largo), y, especialmente durante mi etapa como Director del Instituto de Química Orgánica General del CSIC, dediqué bastante esfuerzo a hablar y escribir de política científica. Mis opiniones (que revisándolas con la perspectiva del tiempo, he visto que no han cambiado) se han transmitido en diversas entrevistas en medios de comunicación (radio y prensa escrita o en INTERNET) y, especialmente en este blog Química y Sociedad. Esta actividad fue especialmente intensa en el periodo de preparación, debate y elaboración de la nueva Ley de la Ciencia. Muchos científicos teníamos esperanza en esta ley, pero, desgraciadamente, estas expectativas se han visto frustradas al ser la ley definitivamente aprobada (El texto de la Ley de la Ciencia se puede descargar en http://bit.ly/lHgNYV).

De los diversos artículos que he publicado sobre política científica, quiero destacar el que titulé “Los países no investigan porque son ricos, son ricos porque investigan”, cuyo título es suficientemente explicativo. De este artículo quiero destacar el siguiente párrafo:

Los países poderosos son los que invierten en ciencia y no en ejércitos, como lo prueban los casos de Japón y Alemania; Estados Unidos comenzó su predominio mundial cuando empezó a atraer talento emigrante de Europa durante y después de la II Guerra Mundial. Esta idea justifica el título de este artículo, la investigación no es un lujo que se pueden permitir los países ricos, sino que éstos alcanzan este estatus porque han investigado.

 Los dirigentes (mediocres) de los países que no invierten en ciencia (¿conoces a alguno cercano?) suelen utilizar un lenguaje corrupto usando el término “gasto” en vez de “inversión” y mencionando de manera torticera la frase “de que este gasto no puede ser asumido por un país en crisis”. Este último comentario es especialmente grave en un país (¿sabes cual?) que es capaz de inyectar muchísimo dinero para rescatar bancos y no a las personas.

Estas posiciones demuestran una preocupante perspectiva de futuro y un desconocimiento enorme sobre lo que ha sido el papel que la ciencia y sus aplicaciones tienen en la economía mundial. Se pueden poner muchos ejemplos; de hecho, si miramos a nuestro alrededor veremos muchos artilugios que mejoran nuestra calidad de vida y que son posibles gracias a la ciencia y la tecnología. Si leemos las etiquetas o los folletos explicativos veremos que esos inventos están protegidos por patentes que rinden muchos beneficios a las empresas (y a los países de los que son originarios). Anteriormente comentaba que en las empresas españolas falta inversión científica que se traducirá en patentes y, éstas a su vez, en derechos de explotación para la empresa (y el país). Nosotros no inventamos (remedamos la desgraciada frase de Miguel de Unamuno), nosotros preferimos pagar los royalties (regalías) por el uso de patentes. Y esto ha sido durante muchísimo tiempo. ¿Seguiremos sufriendo esta situación? Me temo que sí, viendo la tendencia de los últimos años,

En estos últimos días estoy escuchando por la radio un anuncio que me llama la atención. Es de la Lotería Nacional. No lo reproduzco literalmente, pero la idea es que en el anuncio se burlan de que, a principios del siglo XX, los americanos tenían la ilusión en establecer líneas de montaje para fabricar coches y en España teníamos la ilusión de encargar una limusina; por supuesto, tras ser agraciados con el premio de la lotería.

¿Se puede insultar de manera tan lamentable a todo un país (pasado, presente y, me temo, futuro)?

¿Es este el país que queremos? Un país que no apuesta por la riqueza que surge de la ciencia y la innovación y seguimos confiando todo a un golpe de suerte. Espero que la respuesta del lector sea un NO contundente.

Situación de la ciencia española

La ciencia de nuestro país pasa por muy mal momento, posiblemente el peor desde 1975. Los proyectos aprobados en la pasada convocatoria aún no han recibido la (frecuentemente escasa) financiación; lo que va a dificultar la investigación de algunos grupos. Estamos a finales de agosto y la convocatoria correspondiente a este año aún no ha sido publicada (ya son 9 meses de retraso). Estos escenarios están llevando a las universidades y centros de investigación, especialmente el CSIC (al que dedicaré un próximo post ) y a la UCM, a una situación de bancarrota. Tampoco se han convocado en los plazos habituales las becas/contratos predoctorales o los de los programas Ramón y Cajal (RyC) y Juan de la Cierva (JdC). En estos dos últimos casos, la convocatoria de 2012 se suprimió y la de 2013 se convocó con un número muy bajo de contratos (alrededor de 175 del programa RyC, cuando en los inicios del programa, hace 11 años, se ofertaron alrededor de 800). La convocatoria JdC, aunque resuelta hace meses, aún no se ha publicado, con lo que aún no se sabe quienes son los  investigadores seleccionados. Con esto se frustra la esperanza de muchos españoles, actualmente de postdoctorales en el extranjero, de volver a España; así como la posibilidad de importar talento extranjero a la ciencia española, que era uno de los objetivos principales del programa RyC.

La situación de la ciencia española está motivando numerosas protestas y manifestaciones, pero que el Gobierno hace caso omiso a todos estos movimientos, incluso despreciando a los investigadores y a sus representantes, como ocurrió en la manifestación del pasado 14 de junio (con buena asistencia en bastantes ciudades españolas) y que acabó con los convocantes de la manifestación dejando la Carta por la Ciencia en la valla de la entrada del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) pues ninguno de sus dirigentes se dignó a recibirlos. La situación de la ciencia en España ha sido objeto de artículos en la revista Science (2013, 340, 1292), diversos medios informativos extranjeros y de iniciativas populares a través de INTERNET.

Es evidente que la situación de la ciencia española es de clara decadencia, por culpa de la desidia y del desprecio de nuestros gobernantes.

Bernardo Herradón
CSIC

 

 

 

 

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