Carlos Alvar Ezquerra. Premio de Investigación "Julián Marías" 2017 a la carrera científica
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Carlos Alvar Ezquerra. Premio de Investigación "Julián Marías" 2017 a la carrera científica

Excelentísimas autoridades,

Compañeros y amigos,

 

Estamos aquí, celebrando un acto de carácter académico y también de tono alegre, pues no podemos olvidar que, por una parte, se nos otorga el reconocimiento de la actividad científica e investigadora que hemos desarrollado a lo largo de nuestras carreras, aún breves para los más jóvenes, y ya cumplidas para los que estamos cerca de la jubilación o los que la disfrutan merecidamente, pero tampoco podemos olvidar que se trata de una celebración, una celebración rodeada de la alegría que conlleva cualquier reconocimiento.

Parecería innecesario enumerar las circunstancias que concurren en cada uno de nosotros para habernos hecho acreedores a este premio "Julián Marías". Si escudriñamos en nuestro pasado y miramos hacia atrás, como los poetas Petrarca, Garcilaso y Lope de Vega  cuando se arrepienten de la "juvenil vida", nos quedamos sorprendidos de haber llegado a donde estamos, y no nos queda más remedio que agradecer a tantos y tantos que nos dieron apoyo cuando lo necesitamos, ayuda cuando fue necesaria y cariño siempre. Pero si seguimos en ese camino caeremos con facilidad en la melancolía y en el recuerdo -erróneo generalmente- de que cualquier tiempo pasado fue mejor: mi maestro Martín de Riquer recordaba con frecuencia que  no hay más cera que la que arde, de manera que son las pestañas las que sufren por la falta de luz en las madrugadas de estudio.


Conocer el pasado no es un simple ejercicio erudito, ni un entretenimiento baldío, sino que es una obligación de la sociedad, al margen de cualquier consideración económica

Se me ha dado el premio en reconocimiento a mi carrera de filólogo medievalista y también como coordinador de la Gran Enciclopedia Cervantina. Causa sorpresa que la maltrecha época medieval aparezca en medio de tantas nominaciones de estudios científicos, políticos, sociales o morales directamente vinculados a una realidad actual no siempre fácil de comprender ni de aceptar. Los estudios medievales, aunque sean los dedicados a hadas, castillos, dragones y caballeros, no son una forma de escapar de la realidad, ni son estudios inútiles o improductivos: si somos lo que somos es porque otros nos precedieron que reflexionaron, disfrutaron, pensaron, se divirtieron y, en definitiva, vivieron en el pasado. Conocer el pasado no es un simple ejercicio erudito, ni un entretenimiento baldío, sino que es una obligación de la sociedad, al margen de cualquier consideración económica. En este sentido considero que la Comunidad Autónoma de Madrid ha sido consciente de la importancia de un periodo que abarca mil años y que, por lejos que nos parezca, está asomando la oreja en el mundo actual de forma sobrecogedora.

Mi otro campo de trabajo en los últimos veinte o veinticinco años ha sido la Gran Enciclopedia Cervantina, que constituye un esfuerzo enorme con sus once volúmenes publicados y sus más de doce mil páginas. Es evidente que en ella apenas he sido algo más que el director de orquesta que ha logrado poner en armonía el trabajo de más de doscientos "maestros" de todo el mundo: el hecho realmente maravilloso, desde mi punto de vista, es que una gran parte ha sido realizada de forma generosa por los colaboradores, sin que las instituciones, que han celebrado centenarios y festejos cervantinos malgastando en ocasiones los escasos recursos, se hayan dado cuenta de la importancia cultural y científica de esta monumental empresa. De nuevo, la Comunidad de Madrid ha mostrado su sensibilidad en este sentido.

Parece claro, con estas premisas, que el galardón que ahora recojo no me corresponde en su totalidad, pues no soy más que el piloto del barco; barco del que forma parte una abundante tripulación, y ahora sí, quiero dar las gracias a todos los que van o han ido embarcados conmigo, pues, en gran medida, son ellos los que conocen el cantar del marinero, "Madrugaba el conde Olinos". La nómina es larga, tan larga como la de las Universidades en las que he prestado mis servicios y que me han formado intelectual y personalmente: Granada, Complutense, Autónoma de Barcelona, Murcia, Central de Barcelona y Alcalá, mi Universidad. En el extranjero, Roma "La Sapienza", Tréveris, Harvard, Basilea y Ginebra, donde he pasado décadas. Y no puedo olvidar el CSIC, CiLengua en La Rioja, las Universidades de Córdoba y Hebrea de Jerusalén, las Academias de Ciencias de Austria y de Turín...

A quienes me presentaron sin que yo supiera nada y a todos los que apoyaron mi candidatura, no me queda sino agradecerles el trabajo que se tomaron y la confianza que tuvieron en mi trabajo. Al jurado, anónimo y desconocido por mí, el que haya considerado que la Edad Media también era digna merecedora del Premio "Julián Marías", y a la Comunidad de Madrid, por aceptar la propuesta.

Mi agradecimiento principal debo dedicarlo y lo hago con sumo placer a mi familia: a mis padres, como modelo y ejemplo, a mis hermanos, de quienes siempre he aprendido y sigo aprendiendo, y a mi hija, que me ancla en el puerto al que he llegado.

A todos, muchas gracias.

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