Veinte años del hundimiento del Prestige

A Coruña/Vigo (EFE).- La Costa da Morte de Galicia, zona cero del desastre ecológico que supuso hace 20 años la ruptura y naufragio del petrolero «Prestige», está salteada aún de rocas que conservan la marca negra de una tragedia todavía envuelta en el desconocimiento, ya que aún se ignora cómo se encuentra el pecio hundido con fuel.

El 13 de noviembre de 2002, el «Prestige», un petrolero monocasco griego de bandera de Bahamas y cargado con 77.033 toneladas de fuel, zozobró frente a las costas gallegas, derramando parte de su carga.

Seis días después, durante los cuales la embarcación fue remolcada mar adentro para evitar que se rompiera, se partió en dos y se hundió, a 246 kilómetros de la costa, en una zona de 3.600 metros de profundidad.

Aquella marea negra de chapapote provocó impresionantes brotes de indignación y solidaridad en España. Miles de voluntarios colaboraron en las tareas de limpieza.

Los vertidos anegaron kilómetros de costas españolas en el Atlántico y el Cantábrico, llegando incluso Francia y Portugal, en lo que fue calificada de la mayor catástrofe ecológica sufrida en España.

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Piedras manchadas de chapapote en Muxía (A Coruña). EFE/Cabalar

La mayor causa instruida en España por delito medioambiental se saldó inicialmente con una pena de nueve meses para el capitán Apostolos Mangouras, por desobediencia grave a la autoridad. Más tarde, el Tribunal Supremo elevó esa condena a dos años por delito contra el medio ambiente.

“Creo firmemente que desde un punto de vista científico técnico sería bueno visitar este pecio. Estaría bien saber exactamente si hay más o menos riesgo, hacer una nueva estimación de la cantidad de fuel que hay depositado”, dijo a EFE Antonio Figueras, quien era el director del Instituto de Investigaciones Marinas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España en ese momento.

Basta visitar hoy lugares como las localidades de Muxía o Carnota, dar un paseo por la zona intermareal de sus playas rocosas, para detectar manchas de fuel que organizaciones ecologistas relacionan directamente con el monocasco de petrolero.

En principio todo parece limpio, pero si se afina la vista es fácil encontrar rastros de una sustancia solidificada y pegajosa, mezclada con arena y otros restos del mar, que se encuentra adherida a algunas rocas; una materia aparentemente seca pero que emite al partirla un fuerte olor a hidrocarburo.

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Dos personas observan el mar en Muxía (A Coruña). EFE/Cabalar

Manuel Rial, marinero jubilado, cree que esos restos pueden haber sido escupidos desde zonas inaccesibles de la costa que no pudieron ser limpiadas en su día, y recuerda que los “sentinazos”, ese procedimiento ilegal por el que algunos buques limpian sus depósitos en alta mar, son todavía frecuentes y también dejan “regalos de galletas en toda la costa”.

Conocer su procedencia sería relativamente fácil, según Figueras: bastaría con llevar esas muestras a un laboratorio en Barcelona “de referencia mundial” donde con “una experimental sencilla” se puede saber con certeza si esas impregnaciones proceden o no del Prestige.

Falta de voluntad política

Pero falta voluntad política, prosigue Figueras, quien considera que para bajar al pecio se necesitarán unos cientos de miles de euros, aunque la tecnología para hacerlo ya existe.
Y la falta de interés político es un «riesgo», señala, ya que antes del «Prestige» en la costa gallega naufragaron otras embarcaciones, como el Casón (1987) o el Urquiola (1976), sin que eso sirviese para que el Estado español se dotase de los mecanismos necesarios para afrontar con agilidad y solvencia una crisis como la que ahora cumple 20 años.
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Escultura «A Ferida» (la herida, en gallego), en homenaje a los voluntarios de las labores de limpieza. EFE/Cabalar
La ausencia de financiación hace imposible también saber si el ecosistema de la zona se ha recuperado del todo, agrega el científico, quien no se atreve a dar una respuesta certera que no esté basada «en hechos y datos contrastados».

¿Una zona destinada a sufrir accidentes similares?

Galicia es una zona destinada a sufrir de vez en cuando accidentes de esta naturaleza, reconoce Figueras, pero alerta sobre el tiempo que no se hace un simulacro de contaminación marina en la zona.
«¿10 o 15 años?”, se pregunta crítico con la actitud de la clase dirigente, que “prefiere reaccionar y no prevenir”, independientemente de quién gobierne.
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Las palabras Nunca Máis, plataforma nacida tras el desastre, escrita en la playa, EFE/Cabalar
“Ya sabemos que pasan cientos de barcos ante las costas gallegas, ya sabemos que hay riegos, pero ¿por qué no se le pregunta a los políticos de turno dónde están las medidas preparadas, dónde están los equipos, los entrenamientos periódicos para poder paliar los efectos negativos?”, concluye Figueras.

Veinte años del hundimiento del Prestige. EFE. José Cabalar y Ramón Martínez

El Prestige. Algunos años después.

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