Mujeres en la ciencia en España:

El experimento de igualdad que sigue sin funcionar (pero tiene solución)

Aunque los números sobre igualdad de género en la ciencia española, mejoran con los años, la brecha sigue ahí. Como una mancha de café en una bata de laboratorio: difícil de quitar y demasiado visible para ignorarla. Según los informes Científicas en Cifras 2023 (Ministerio de Ciencia e Innovación)Mujeres Investigadoras 2023 (CSIC), España sigue enfrentándose a un problema que no es solo nacional, sino global. Comparada con Europa y Estados Unidos, España avanza en la igualdad científica… pero a la velocidad de un caracol con jet lag.

Muchas vocaciones, pocas promociones

A las mujeres en España les interesa la ciencia. En la universidad, representan más del 56% de los estudiantes de grado y máster, y en el doctorado, la paridad es casi total (50,3% de las doctorandas son mujeres). La historia se tuerce cuando llega la parte de hacer carrera en la investigación.

La famosa «gráfica tijera» vuelve a aparecer. En la etapa predoctoral, hay más mujeres que hombres (51,4%), pero a medida que suben los escalones de la academia, su presencia se desploma. Según el informe del CSIC, en los niveles más altos, apenas un 26% de las Profesoras de Investigación son mujeres. ¿Dónde están todas esas científicas brillantes que empezaron? No fueron abducidas por extraterrestres. Chocaron contra un techo de cristal más resistente que el diamante.

Fuente: Mujeres Investigadoras 2023 (CSIC)

Diferencias entre disciplinas: La desigualdad no es uniforme

La presencia femenina varía drásticamente según el área científica. Según el informe del CSIC, en disciplinas como Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Ciencia y Tecnología de Materiales, la igualdad está más cerca de alcanzarse. Sin embargo, en Ciencias Físicas y Recursos Naturales, la situación es preocupante: solo el 16,3% y el 11,5% de las Profesoras de Investigación, respectivamente, son mujeres. Esto sugiere que el problema no es solo estructural, sino también cultural, con ciertas áreas más resistentes al cambio que otras.

En disciplinas más orientadas a la salud y la biomedicina, las mujeres tienen una representación más equilibrada, pero aún así enfrentan barreras en las posiciones de liderazgo. Mientras tanto, en ingeniería y tecnología, la brecha de género sigue siendo una zanja difícil de cruzar.

El techo de cristal: más grueso que nunca 

El Índice de Techo de Cristal (ITC), que mide la dificultad de las mujeres para alcanzar los puestos más altos en la ciencia, sigue estancado. En España, el ITC es de 1,44, lo que significa que ellas tienen que esforzarse un 44% más que los hombres para llegar a la cumbre. Y lo peor es que este número apenas ha cambiado en la última década. Es como si estuviéramos en un loop temporal, como en El día de la marmota, pero con menos comedia y más frustración.

Este problema no es exclusivo de España. En la Unión Europea, la media de mujeres en las posiciones más altas de la academia ronda el 26%, similar a la de España. En Estados Unidos, la situación no es mucho mejor: aunque hay más programas de igualdad, las mujeres siguen siendo minoría en los laboratorios y en la toma de decisiones científicas. Parece que en todos lados las mujeres deben demostrar que son 10 veces mejores para que les den el mismo reconocimiento.

 

Dinero, proyectos y patentes: el sesgo económico de la ciencia

Las mujeres investigan tanto como los hombres, pero cuando se trata de financiación, las cosas cambian. En España, los proyectos liderados por mujeres reciben menos financiación en comparación con los dirigidos por hombres. En los proyectos europeos de gran presupuesto (más de 2 millones de euros), las mujeres lograron liderar un 44,4% de ellos, lo que demuestra que cuando se les da la oportunidad, saben cómo manejar grandes presupuestos. El problema es que conseguir esa oportunidad es más difícil que encontrar un electrón libre en un laboratorio desordenado.

En el ámbito de las patentes, las investigadoras representan solo el 35,5% de las solicitudes. ¿Por qué? ¿Menos ideas? En absoluto. La falta de redes de contacto, el sesgo institucional y la dificultad para acceder a inversores juegan un papel crucial. En Estados Unidos, un estudio reveló que los proyectos liderados por mujeres tienen un 50% menos de probabilidades de recibir financiamiento de capital de riesgo. No porque sean menos innovadores, sino porque los inversores (mayoritariamente hombres) tienen un sesgo inconsciente (o no tan inconsciente).

Fuente World Economic Forum.

Soluciones: Menos excusas y más acción

Sabemos que las mujeres en la ciencia no necesitan discursos motivacionales, sino oportunidades reales. Aquí algunas soluciones que podrían marcar la diferencia:

  1. Financiación equitativa: Crear mecanismos de revisión de financiación para evitar sesgos inconscientes y garantizar que las investigadoras tengan acceso a los mismos fondos que sus compañeros.
  2. Mentoría y redes de apoyo: Programas de mentoría con mujeres en posiciones de liderazgo para ayudar a las investigadoras jóvenes a navegar el sistema.
  3. Transparencia en promociones: Establecer criterios claros y medibles para el ascenso en la carrera científica, evitando decisiones basadas en conexiones personales.
  4. Mayor visibilidad de científicas: Promover modelos a seguir y campañas de divulgación para inspirar a nuevas generaciones a seguir carreras STEM.
  5. Conciliación realista: Políticas que permitan equilibrar la vida personal y profesional sin que las mujeres tengan que elegir entre una carrera y una familia.

Conclusión: La ciencia no puede esperar más

Los datos están claros: las mujeres son igual de capaces que sus colegas masculinos, pero siguen teniendo barreras que ralentizan su avance. La ciencia española ha mejorado en paridad en las primeras etapas, pero sigue siendo un desafío en los niveles más altos. Y si la igualdad sigue avanzando a este ritmo, tendremos que esperar hasta el siglo XXII para ver un cambio real.

La ciencia no puede permitirse perder talento. España tiene la oportunidad de convertirse en un referente en igualdad científica, pero para ello, hay que tomar medidas reales y eficaces. Porque, al final del día, la innovación no tiene género. Y la ciencia, si realmente es ciencia, debería saberlo.

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