Miniarquitectos del mar: la asombrosa vida de los pulpos juveniles en la arena
En las tranquilas aguas del noroeste de España, en el fondo arenoso del mar, se libra una silenciosa batalla por la supervivencia. Allí, diminutos pulpos juveniles (Octopus vulgaris) ponen en práctica una estrategia sorprendente: convierten conchas marinas en refugios móviles, hechos a medida, que les permiten pasar inadvertidos en un entorno sin escondites naturales. Su herramienta más poderosa no es la fuerza, sino la creatividad.
Frente al mito de los fondos arenosos del océano como un espacio vacío, un estudio reciente revela que incluso en los lugares menos atractivos, como los fondos de arena, se desarrollan historias de adaptación compleja y comportamiento inteligente. Aquí, la inteligencia se manifiesta con sutileza: en una concha girada, en un camuflaje perfecto, en un movimiento casi invisible.
Infancia en terreno hostil
Nacer como pulpo en un fondo arenoso es empezar la vida en desventaja. Estos espacios, a diferencia de arrecifes o zonas rocosas, carecen de estructuras que ofrezcan cobijo. La arena abierta los expone a depredadores desde peces hasta otros pulpos. En este escenario, cada centímetro de movimiento, cada elección de escondite, puede ser la diferencia entre vivir y morir.
Durante ocho inmersiones realizadas entre mayo de 2022 y junio de 2023 en las Islas Cíes (Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia), un equipo de investigadores del CSIC, encontró a nueve juveniles de O. vulgaris, con longitudes de manto entre 33 y 42 mm. Todos ellos habitaban conchas vacías, transformadas en pequeños refugios personalizados. Este hallazgo confirma que, incluso en las primeras etapas de vida, los pulpos ya muestran una capacidad notable para adaptarse y modificar su entorno inmediato.
Conchas a medida
Estos pulpos no se conformaban con cualquier concha. Mostraron una clara preferencia por aquellas que se ajustaban a su tamaño corporal: lo suficientemente amplias para ocultarse por completo, pero compactas para brindar protección eficiente. Las especies más usadas fueron Laevicardium crassum, Dosinia exoleta, Ensis sp. y Acanthocardia aculeata.
Algunas conchas eran posicionadas de forma vertical por los propios pulpos, como si supieran que así podían asomarse con un solo ojo y vigilar el entorno sin exponerse. En cinco de los seis casos en que se usaron conchas de dos valvas, estas estaban orientadas verticalmente, lo que sugiere no solo selección, sino también modificación intencionada del espacio. Este comportamiento no es instintivo en el sentido más básico, sino el resultado de observación, prueba y error, y toma de decisiones.
Refugios modificados
La relación con la concha no era pasiva. Los juveniles manipulaban sus refugios activamente: giraban las valvas, cerraban o abrían las conchas a voluntad según la amenaza, y en algunos casos las reforzaban con pequeños objetos como conchas de caracol marino. Estas acciones no eran aleatorias. Algunas conchas fueron vistas “decoradas” con fragmentos de restos de organismos marinos, que ayudaban a mejorar su camuflaje o funcionaban como barreras adicionales. A veces, solo un ojo brillando entre la arena delataba su presencia.
Este tipo de comportamiento también refuerza la idea de que los pulpos son capaces de usar elementos del entorno como herramientas o extensiones de su cuerpo, una característica que tradicionalmente se ha asociado con animales vertebrados más grandes, como primates o aves.
Camuflaje y desplazamiento estratégico
El camuflaje era otra técnica esencial. Gracias a su sistema de cromatóforos, los pulpos podían imitar los colores de la arena o de la concha en la que se encontraban, volviéndose prácticamente invisibles. No era solo un truco visual, sino una herramienta de supervivencia refinada evolutivamente.
En dos ocasiones, cuando abandonaron sus refugios, los pulpos usaron un movimiento sorprendente: locomoción bípeda. Antes de caminar, adoptaban una postura característica, enrollando y levantando dos brazos frontales sobre su cabeza mientras se apoyaban en los otros seis. Luego se desplazaban pegados al fondo, utilizando solo dos brazos para caminar de forma sigilosa, sin romper el camuflaje. Esta forma de moverse, lenta y controlada, les permitía cruzar espacios abiertos sin despertar sospechas.
Este tipo de locomoción, rara en juveniles y poco documentada en ambientes naturales, añade una nueva dimensión al repertorio conductual del pulpo común y muestra hasta qué punto su evolución está moldeada por la necesidad de pasar desapercibido.
Inteligencia en miniatura
Lo que este estudio revela es mucho más que un truco de supervivencia. Es una ventana al pensamiento flexible de los cefalópodos desde su juventud. Los juveniles analizan su entorno, seleccionan herramientas, las modifican y toman decisiones estratégicas. Todo esto siendo apenas del tamaño de una nuez.
Cada comportamiento observado —desde elegir la concha adecuada hasta caminar sin ser visto— apunta a una sofisticación cognitiva que va más allá de lo puramente instintivo. Es un tipo de inteligencia situada, adaptada a los desafíos concretos del entorno.
Estas observaciones en libertad son escasas, pero fundamentales. La mayoría de lo que sabemos sobre el comportamiento de O. vulgaris proviene de adultos o juveniles criados en laboratorio. Ver cómo se comportan en su entorno natural permite entender mejor su ciclo de vida y diseñar estrategias de conservación más eficaces.
Revalorizando los fondos arenosos
Este trabajo también invita a reconsiderar el valor de los hábitats arenosos, a menudo vistos como paisajes marinos “vacíos”. Son, en realidad, escenarios ricos en ingenio, adaptación y vida discreta. Proteger estos fondos —y las conchas que los cubren— es proteger las fases más vulnerables de una de las especies más fascinantes del océano.
Conservar estos entornos no solo tiene sentido ecológico, sino también evolutivo. Porque lo que ocurre bajo la arena, lejos de la vista humana, es clave para el equilibrio de los ecosistemas costeros y para el futuro de especies cuya inteligencia apenas empezamos a comprender.
Un capítulo inesperado en la historia del pulpo
Los pulpos ya son famosos por su inteligencia, su agilidad y su capacidad de escapar. Pero en estas crónicas submarinas aparece un nuevo protagonista: el joven pulpo arquitecto, constructor silencioso de refugios en miniatura, que con paciencia y astucia sobrevive allí donde parecería imposible. La inteligencia, como la vida, a veces se esconde bajo la arena.
Hernández-Urcera, J., Soule, S.E., Cabanellas-Reboredo, M. and González, Á.F. (2025), Bivalve Shell Utilization by Juvenile Octopus vulgaris in Sandy Substrates. Ecol Evol, 15: e71060. https://doi.org/10.1002/ece3.71060