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La araña de mar que desafía las reglas de la evolución
Por primera vez, un equipo internacional de investigadores ha descifrado el código genético completo de una de las criaturas más misteriosas del planeta: la araña de mar. Este extraño animal marino, con patas larguísimas y un cuerpo mínimo, parece salido de una película de ciencia ficción. Pero es real, vive en nuestros océanos y su genoma acaba de cuestionar algunas ideas básicas sobre la evolución.
Conoce a la araña de mar: el alien de la naturaleza
Imagina una araña que decidió ponerse a dieta extrema y perdió casi todo su cuerpo, conservando solo patas finísimas unidas a un diminuto núcleo central. Así es el aspecto de una araña de mar. Estos animales viven en mares de todo el mundo, desde las charcas en la playa, hasta los abismos oceánicos. En aguas españolas hay más de 65 especies conocidas, especialmente de los géneros Achelia y Ammothella, presentes desde Galicia hasta Andalucía, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo.
A pesar del nombre, no son verdaderas arañas ni representan ningún peligro para los bañistas. Son algo mucho más antiguo y peculiar: parientes lejanos de cangrejos y ácaros, separados del resto de los artrópodos hace más de 500 millones de años, mucho antes de que los primeros animales salieran del mar.
Una de sus características más llamativas es su desarrollo. Comienzan la vida como pequeñas larvas con solo tres pares de patas y, a medida que crecen, van añadiendo segmentos y extremidades. Este tipo de desarrollo escalonado, llamado desarrollo anamórfico, es muy raro hoy en día, pero podría reflejar cómo se formaron los cuerpos segmentados de los primeros animales complejos.
Y su modo de vida no es menos peculiar. Estas criaturas se alimentan insertando un fino apéndice en forma de aguja dentro de sus presas, pequeños animales marinos, y succionando sus tejidos, como vampiros. Su éxito evolutivo no es menor: han existido, casi sin cambios, durante más de 400 millones de años.
Cuando perder es ganar en la evolución
Cuando los científicos obtuvieron el genoma completo de la araña de mar, más de 471 millones de letras de ADN, descubrieron algo inesperado: le falta un gen esencial que otros artrópodos usan para formar el extremo posterior del cuerpo. Ese gen, llamado Abdominal-A (abdA/Hox9), actúa como una especie de plano para construir el abdomen en insectos, crustáceos y otros parientes. Su ausencia explica por qué las arañas de mar apenas tienen abdomen visible.
Pero lo más sorprendente es que ese mismo gen también ha desaparecido en otros grupos no relacionados, como algunos ácaros y pequeños crustáceos que también presentan cuerpos muy reducidos. Esto sugiere que la evolución puede haber llegado a soluciones parecidas en distintas ramas del árbol de la vida: una estrategia de simplificación corporal basada, literalmente, en borrar instrucciones genéticas.
Además, no hay señales de que los ancestros de las arañas de mar hayan experimentado duplicaciones completas de su genoma. Este tipo de duplicación, donde todo el ADN de un organismo se copia entero, se consideraba clave para la diversificación de muchos grupos animales. Pero las arañas de mar parecen haber prosperado durante cientos de millones de años sin esa “actualización genética”. Esto demuestra que la complejidad evolutiva no siempre requiere más genes: a veces, la innovación surge de eliminar partes del sistema.
Por qué tu móvil, tu salud o tu comida podrían depender de esto
Quizás te preguntes por qué alguien dedica tiempo y recursos a estudiar el genoma de una criatura tan extraña. Pero la biología fundamental es la base de muchos avances que hoy damos por sentado. Investigar cómo un animal marino ha simplificado su cuerpo y su ADN puede ayudarnos a entender desde defectos del desarrollo humano hasta nuevas formas de mejorar cultivos.
Por ejemplo, las arañas de mar pueden regenerar patas completas. ¿Y si descifrar ese proceso pudiera inspirar terapias para regenerar tejidos en humanos? Su estrategia de desarrollo también podría revelar mecanismos genéticos aplicables a la ingeniería de órganos o al control más eficaz de plagas agrícolas, ya que muchos insectos dañinos, como langostas las de tierra o chinches, también son artrópodos y comparten ancestros con estos organismos marinos.
Comprender cómo la vida ha triunfado con diferentes combinaciones de genes (y con pérdidas clave) abre posibilidades para la biotecnología, la medicina o la agricultura. A menudo, las soluciones más creativas están en criaturas que parecen irrelevantes.
Una máquina del tiempo genética
El equipo de investigación no solo analizó el genoma, sino que también estudió la actividad de los genes a lo largo del desarrollo completo del animal: desde el huevo, pasando por las fases larvarias, hasta el adulto. Esta especie de película molecular permitió ver con detalle cómo se activa cada parte del programa genético en un cuerpo tan inusual.
Y no es el único enigma: más del 60% del genoma de la araña de mar está compuesto por secuencias repetitivas, una proporción muy alta para su tamaño genómico. Este “ADN basura”, término cada vez más discutido, podría tener funciones todavía desconocidas. ¿Por qué se conserva tanto material aparentemente redundante en un animal tan simple? Resolver esta pregunta podría arrojar luz sobre cómo se organiza, regula y protege la información genética en todos los seres vivos.
Una lección evolutiva inesperada
Durante años, la duplicación de genes y genomas enteros se consideró la principal vía por la que los animales podían volverse más complejos. Pero la araña de mar demuestra que también se puede evolucionar y adaptarse eliminando genes, simplificando el cuerpo y apostando por diseños más “minimalistas”.
Y en un planeta cada vez más expuesto a desafíos, como el cambio climático, las enfermedades emergentes o la necesidad de alimentar a una población creciente, entender toda la gama de estrategias que la vida ha desarrollado se vuelve esencial. Algunas de esas estrategias llevan millones de años escondidas entre rocas marinas, esperando a ser descifradas.
El genoma de la araña de mar no es solo un logro técnico: es un recordatorio de que la naturaleza aún guarda secretos capaces de transformar nuestra comprensión de la vida misma. Y de que las respuestas que buscamos a veces están caminando con patas largas y delgadas por el fondo del mar.