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La mente del pulpo
cómo un brazo falso engañó a uno de los invertebrados más inteligentes del planeta.
¿Qué ocurre cuando se engaña a un pulpo para que crea que un brazo falso es suyo? La respuesta podría cambiar nuestra comprensión sobre la conciencia corporal, no solo en animales como nosotros, sino en todo el árbol de la vida.
En un estudio sorprendente, investigadores han demostrado que los pulpos pueden ser víctimas de la famosa “ilusión del brazo de goma”, un truco psicológico observado por primera vez en humanos. Puede parecer un experimento curioso de laboratorio, pero abre la puerta a preguntas profundas sobre la conciencia, la imagen corporal y cómo la evolución ha dado lugar, de manera independiente, a cerebros complejos que “saben” a qué cuerpo pertenecen.
Una idea nacida de la psicología
La ilusión del brazo de goma es un clásico de la neurociencia y la psicología. En la versión original con humanos, se oculta la mano real del participante y se coloca una mano falsa realista frente a él. Si ambas manos (la real y la falsa) se acarician de forma sincronizada, muchas personas empiezan a sentir que la mano falsa es suya. Esta ilusión revela cómo el cerebro integra señales visuales, táctiles y proprioceptivas para construir un sentido de pertenencia corporal.
Hasta ahora, este tipo de conciencia corporal solo se había estudiado en vertebrados como humanos, monos e incluso ratones. Pero, ¿qué pasa con animales con cuerpos y cerebros radicalmente distintos, como los pulpos?
El experimento: un brazo falso y algunas caricias suaves
Sumire Kawashima y Yuzuru Ikeda, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST), idearon una ingeniosa versión de la ilusión para Callistoctopus aspilosomatis, una especie de pulpo nocturno de tamaño pequeño. Colocaron una réplica de silicona blanda y realista de un brazo de pulpo directamente sobre uno de los brazos reales del animal, fuera de su campo de visión. Luego, con pinzas, acariciaron simultáneamente ambos brazos durante unos 8 segundos.
Después de la estimulación sincronizada, pellizcaron el brazo falso con unas pinzas. Y aquí viene la sorpresa: el pulpo reaccionó como si le hubieran hecho daño de verdad. Retiró bruscamente su brazo real, cambió de color (una señal conocida de estrés) o incluso huyó.
Estas respuestas defensivas sugieren que el pulpo había integrado las señales visuales y táctiles y “creído” que el brazo falso era parte de su cuerpo.
Pruebas de control: el tiempo y la postura importan
Para asegurarse de que los resultados no eran aleatorios, los investigadores realizaron varios experimentos de control. Cuando las caricias eran asincrónicas, o cuando el brazo falso estaba en una postura poco natural (no coincidía con la del real), o cuando no se realizaban caricias, no se producía ninguna reacción ante el pellizco.
Esto refleja exactamente lo que se observa en humanos: la ilusión solo funciona cuando todo está perfectamente coordinado. Esta especificidad sugiere que no se trata de un simple reflejo, sino de un proceso activo de integración multisensorial, algo que normalmente asociamos con cerebros vertebrados.
¿Qué nos dice esto sobre la mente del pulpo?
Los pulpos son rarezas evolutivas. Son moluscos —parientes de caracoles y almejas— pero tienen sistemas nerviosos enormes, con más de 500 millones de neuronas (más que algunos mamíferos pequeños). Y a diferencia de nosotros, la mayoría de sus neuronas no están concentradas en un cerebro central, sino distribuidas a lo largo de sus brazos.
A pesar de estas diferencias, el estudio revela un caso de evolución convergente: los pulpos, como los humanos, parecen construir una noción del “yo corporal” a partir de la información sensorial. Eso sugiere que no hace falta tener un cerebro como el nuestro para lograr algo tan aparentemente abstracto como identificar las extremidades propias.
¿Una ventana a la conciencia?
Si un pulpo puede ser engañado para creer que un brazo falso es suyo, ¿qué nos dice eso sobre cómo percibe su cuerpo? Y más allá: ¿qué nos dice sobre los orígenes evolutivos de la conciencia?
A menudo pensamos que la autoconciencia —especialmente la que implica modelos mentales del cuerpo— es fruto de una vida social compleja o del lenguaje. Pero los pulpos son solitarios y no tienen nada parecido al habla. Sin embargo, muestran signos de poseer un modelo interno de su cuerpo.
Quizás la conciencia corporal no es tan rara como pensábamos. Quizás sea una característica fundamental para sobrevivir en un mundo físico, una que ha evolucionado múltiples veces en la historia de la vida.
Más allá del océano
Los hallazgos podrían tener implicaciones mucho más allá de la biología marina. Comprender cómo un sistema nervioso tan diferente logra representar el cuerpo puede inspirar nuevos enfoques en robótica, especialmente en robots blandos y flexibles. También puede ofrecer pistas para tratar trastornos neurológicos humanos en los que se pierde el sentido del cuerpo, como el síndrome del miembro fantasma o la asomatognosia.
Y, por supuesto, añade una capa más al misterio del pulpo: una criatura sin huesos, con tres corazones, sangre azul y ahora… una mente que puede ser engañada igual que la nuestra.
Para saber más
- Kawashima, S., & Ikeda, Y. (2025). Rubber Arm Illusion in Octopus. Current Biology. https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(25)00592-5