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El gran sabotaje del plástico. Ginebra 2025
El Fracaso de Ginebra: Cómo la Industria Petroquímica Saboteó la Última Oportunidad de un Tratado Global contra el Plástico
El 15 de agosto de 2025, a las 9:12 de la mañana, se apagaron los micrófonos en el Palacio de las Naciones de Ginebra. Tras más de diez días de negociaciones, tres años de proceso y 40 millones de dólares invertidos, el Comité Intergubernamental de Negociación para un Tratado Global sobre Plásticos terminó como muchos anticipaban: en un fracaso absoluto. No fue un accidente. Fue el resultado previsible de un proceso diseñado para fallar bajo la presión de la industria petroquímica.
Los países que reclamaban un acuerdo fuerte rechazaron un texto vacío de compromisos y las conversaciones quedaron aplazadas, sin fecha. La realidad es cruda: el proceso nació condicionado y terminó secuestrado.
La Magnitud de la Manipulación Industrial
La interferencia de la industria en Ginebra alcanzó niveles sin precedentes. De los más de 2600 asistentes, los lobistas de combustibles fósiles y petroquímicas superaron en número a los científicos independientes. Ya en Ottawa, en la cuarta sesión, habían sido 196; en Ginebra la proporción fue aún mayor. No se trató de una casualidad, sino de una estrategia calculada: proteger un negocio de 712 mil millones de dólares anuales a escala global, con proyecciones de superar el billón de dólares para 2033.
La Evidencia Científica Ignorada
Mientras la industria ocupaba pasillos y salas, la ciencia seguía advirtiendo. The Lancet alertó de que los materiales plásticos provocan enfermedades en todas las fases del ciclo de vida, con pérdidas sanitarias superiores a 1,5 billones de dólares anuales. Se ha demostrado que los plásticos son “un peligro grave, creciente y poco reconocido para la salud humana y planetaria”, y que bebés y niños son especialmente vulnerables.
Pese a ello, los grandes productores de petróleo mantuvieron que bastaba con reciclar y reutilizar, negándose a hablar de limitar la producción.
Cada año se producen más de 460 millones de toneladas de plástico; unas 20 millones terminan directamente en el medio ambiente. La realidad es que menos del 10 % del plástico mundial se recicla. El resto acaba incinerado, enterrado o disperso en la naturaleza, donde se fragmenta en microplásticos extremadamente difíciles de eliminar y que persisten durante décadas.
El Sabotaje Documentado
El fracaso de Ginebra no fue fruto de diferencias técnicas, sino de tácticas deliberadas. Los borradores de texto se basaban en compromisos voluntarios que dejaban intacta la producción de plásticos y excluían referencias claras a la salud humana. Se trató de una capitulación ante las demandas de los petroestados y de la industria petroquímica. La estrategia fue clara: si no podían impedir un tratado, lo vaciarían de contenido.
Los Textos Rechazados
Los dos borradores publicados indignaron a delegados y observadores. El primero, difundido el 13 de agosto, era un catálogo de concesiones a la industria. El segundo, publicado de madrugada el 15, apenas introducía cambios. En ninguno se establecían límites de producción ni obligaciones sanitarias. Más de cien Estados habían trazado una línea roja: sin límites de producción no habría tratado. Esa exigencia fue ignorada.
El Costo de la Inacción
Mientras tanto, la crisis avanza. Cada año se producen más de 460 millones de toneladas de plástico; unas 20 millones terminan directamente en el medio ambiente. De seguir así, en 2050 la producción se habrá triplicado, acaparando el 20 % de la demanda mundial de petróleo y quemando hasta un tercio del presupuesto de carbono disponible para contener el calentamiento global.
Las consecuencias ya se sienten: microplásticos en la sangre, en el cerebro y en la médula ósea; químicos asociados a abortos espontáneos, malformaciones y cánceres infantiles. En los océanos, cada minuto entra el equivalente a un camión de basura lleno de plásticos.
El Fracaso Invisible: cuando los medios también callan
Quizá lo más inquietante de todo lo ocurrido en Ginebra no fue solo el fracaso en sí, sino que casi nadie se enteró. El colapso de las negociaciones internacionales más importantes sobre contaminación plástica en la historia apenas ocupó espacio en los medios.
Algunos titulares aparecieron en prensa internacional, una breve nota en CNN, una crónica en The Washington Post, un teletipo en CBS, pero la cobertura fue mínima y despolitizada. Se presentó como un simple desacuerdo diplomático, sin mencionar el sabotaje sistemático de la industria ni la manipulación del proceso.
El contraste es brutal: mientras organizaciones científicas y sociales documentaban con detalle la captura industrial, los grandes medios optaban por el silencio o por relatos superficiales. Esta ausencia no es casual. La industria petroquímica y del plástico invierte cada año miles de millones en publicidad en esos mismos medios, un poder económico que se traduce en influencia directa sobre lo que se cuenta y, sobre todo, sobre lo que se calla.
La explicación también está en la agenda internacional: el colapso de Ginebra coincidió con una cumbre geopolítica de alto nivel que acaparó los titulares y relegó el fracaso ambiental a un segundo plano. Mientras los focos mediáticos se centraban en el pulso entre potencias, la salud del planeta quedó fuera de la agenda pública.
El resultado es un fracaso invisible: la ciudadanía no percibe la magnitud de lo que se perdió en Ginebra. Sin información clara, no puede exigir responsabilidades ni presionar a sus gobiernos. Y así, la captura de los procesos políticos se completa con la captura de la narrativa pública.
Un Guion Repetido: del Plástico a la minería en aguas oceánicas profundas.
Lo de Ginebra no es un caso aislado. El mismo patrón se ha visto en la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, encargada de regular la minería en aguas internacionales. Allí, directivos de empresas con licencias de exploración aparecieron como parte de delegaciones oficiales, en claro conflicto de intereses.
En 2023, la ISA dejó expirar el plazo para aprobar normas de protección ambiental, abriendo un vacío legal en el que podría autorizar explotaciones sin salvaguardas. También allí se usaron tácticas dilatorias, se bloqueó el debate apelando al consenso y se marginó a la ciencia y a la sociedad civil. Exactamente el mismo guion que en Ginebra.
La Tiranía del Consenso
La regla del consenso, pensada para garantizar legitimidad, se transformó en un arma para paralizar la voluntad de la mayoría. El 69 % de los países apoyaban un tratado fuerte, con límites de producción. Sin embargo, una minoría de productores fósiles impuso el bloqueo. Las propias normas prevén que, en ausencia de consenso, se pueda votar y aprobar decisiones por mayoría cualificada. Pero esa opción fue ignorada.
El Veredicto Científico
Más de 450 científicos de 65 países participaron en el proceso alertando de la gravedad de la situación. Su veredicto fue inequívoco: Ginebra fracasó porque el proceso había sido capturado por intereses industriales hasta hacerlo disfuncional. Si no se cambia la manera de negociar, volverá a ocurrir lo mismo.
Las Consecuencias del Fracaso
El mensaje que deja Ginebra es demoledor: el sistema multilateral, tal y como está, es incapaz de protegernos frente a amenazas globales cuando se enfrenta a lobbies industriales. La oportunidad histórica de frenar la contaminación plástica se ha perdido y con ella, parte de la confianza en que estos foros internacionales puedan dar respuesta a problemas que afectan a la salud y al futuro del planeta.
El Camino Hacia Adelante
La crisis del plástico no desaparecerá. La ciencia seguirá acumulando pruebas, los costes sanitarios seguirán creciendo y la presión ciudadana aumentará. Pero lo ocurrido en Ginebra marca un punto de inflexión: la ilusión de poder negociar de buena fe con una industria que ha demostrado anteponer siempre sus beneficios a la vida se ha roto.
El futuro requerirá alternativas más audaces: coaliciones de países dispuestos a actuar, prohibiciones unilaterales de productos tóxicos, litigios internacionales contra fabricantes y presión económica directa sobre las petroquímicas.
El plástico apenas lleva setenta años entre nosotros, pero amenaza con condicionar siglos de historia. Lo ocurrido en Ginebra no debe ser el final de la lucha, sino el principio de una respuesta más contundente.
La industria mostró su rostro: ganancias por encima de la vida. Ahora toca decidir si seguimos atrapados en ese guion o si lo reescribimos antes de que sea demasiado tarde.
Fuentes
Documentación del Fracaso de Ginebra
- Plastic Pollution Coalition: Ambitious Countries Reject Weak UN Plastics Treaty (15 agosto 2025)
- Materia Rinnovabile: Global Plastics Treaty, INC-5.2 ends without agreement and amid controversy (15 agosto 2025)
- UNEP: Resumed fifth session of negotiations on a global plastic pollution treaty opens in Geneva (5 agosto 2025)
Evidencia Científica sobre Daños del Plástico
- UN News: Plastic pollution talks get underway in Geneva (agosto 2025)
- The Lancet Countdown on Health and Plastics, 2025
¿Decisiones independientes?
- Climate Home News: Metal Industry Leaders in Front Row at UN Deep-Sea Mining Talks (8 agosto 2023)
- Greenpeace: Deep sea mining industry fails to get green light but remains a threat (julio 2025)
- Mongabay: Deep-sea mining’s future still murky as negotiations end on mixed note (abril 2024)
- Nature: The struggle at the International Seabed Authority over deep sea mineral resources (diciembre 2024)