Adiós obsolescencia programada, hola innovación sostenible

Más del 90% de nuestros productos están diseñados para romperse antes de tiempo de modo que el consumidor tenga que volver a comprarlos.  La obsolescencia programada se puede entender como una forma de esclavitud del cliente, que le obliga a mantener un consumo continuo de productos o servicios, cuando dejan de funcionar antes de su  vida útil o cuando se introducen cambios significativos en las versiones más nuevas. El consumidor siente la necesidad de comprar esos productos que el fabricante trae como reemplazos para los antiguos

Un ejemplo claro de obsolescencia programada es la industria de la confección. La moda de cualquier tipo está, por definición, profundamente unida a la obsolescencia programada. Los modelos de años anteriores, por ejemplo, se diseñan para ser reemplazados por los nuevos de este año, y así año tras año durante la historia reciente de la humanidad.

En el ámbito de la tecnología tenemos ejemplos muy claros, los nuevos programas de equipos informáticos o dispositivos suelen ser creados para restar valor a las versiones anteriores. Esto se logra mediante la compatibilidad ascendente de programas: sólo las nuevas versiones pueden leer todos los archivos de las versiones anteriores, pero no al revés.

La obsolescencia programada está directamente vinculada a la innovación. Los ingenieros del cambio realizan continuas variaciones de los productos por mínimas que sean, para generar un deseo de compra al consumidor, que ansía tener la última versión del dispositivo, portátil o gadget de que se trate. El coste de lo efímero es cada vez mayor. Pero podemos dejar “obsoleta” la obsolescencia programada, con  innovación. La Innovación tiene que cambiar su finalidad,  sufrir un cambio totalmente disruptivo, creando objetos cuya vida útil sea lo más amplia posible y que basen sus fundamentos en la mejora energética y la disminución de emisiones, reduciendo las huellas de carbono, con un modelo de gestión de residuos más sostenible y responsable.

Así desde la FENISS (Fundación energía e innovación sostenible sin obsolescencia programada) ha surgido El sello ISSOP que distingue a las entidades y personas comprometidas de forma determinante con la excelencia en el ámbito de la sostenibilidad, del respeto por el medio ambiente y por las personas, con el objetivo de promover un cambio hacia un nuevo paradigma, basado en un modelo económico donde la economía del bien común sea el referente.

Desde el Parlamento europeo se han aprobado medidas como incentivar fiscalmente a todos aquellos productos duraderos, de calidad y que, además, sean fácilmente reparables; también se quiere crear una etiqueta específica para esos productos y ampliar su garantía en caso de aquellos otros en los que los fallos se suceden con demasiada frecuencia.

Se necesita un cambio de actitud respecto a la producción y al consumo y aunando ambos nos podremos acercar al fin de la obsolescencia programada.

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2 comentarios

  1. Me parece muy útil el artículo porque nos hace pensar en la necesidad de cambiar el paradigma anterior del consumismo que solo ha causado innumerables daños, a las personas, a la economía familiar y al medio ambiente. Gracias

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