Error número 2 del EBT: yo no necesito un equipo

Poco a poco esto se va pareciendo a la lista de los pecados capitales, y claro, la soberbia es el indicutible número uno, esta es la segunda parte de la soberbia.
Cuando un business angel analiza un plan de negocio de una startup al menos el 60% de su valoración será el equipo emprendedor, si lees artículos sobre creación de empresas de base tecnológica, la palabra «equipo» aparece infinidad de ocasiones, emprender es una carrera de obstáculos con altibajos emocionales en la que tener amigos que remen con nosotros hará que no quedemos a la deriva en los malos momentos,… El equipo es capaz de superar en ocasiones la incomprensión del mercado, la tecnología no; lo ideal es contar con al menos un perfil científico-técnico y, al menos otro perfil gestor, pero claro, eso es casi un sueño.
El científico-tecnólogo que quiere llevar al mercado su producto se siente orgulloso de él, de su tecnología, es su creación y no resulta un proceso natural compartirla con nadie, además tampoco es fácil encontrar a alguien dispuesto a jugársela por algo que no le pertenece, pues creerme, en llevar a buen puerto ese proceso, en ser generoso, es donde está una de las cláves del éxito, claro que para viajar mál acompañado es mejor ir sólo, pero la tasa de éxito de los viajeros en grupo es mucho más alta que la de los solitarios. Una barrera aún mayor supone el saltar al mundo empresarial para buscar a alguien que complemente nuestro equipo a un MBA, eso supone acercarse al mundo de la empresa mucho antes de fundarla, es algo así como un calentamiento, y también es algo excelente para tener éxito; desde madri+d intentamos facilitar ese acercamiento con los programas de planes de negocio y el de mentores, pero lo más recomendable es conseguir que el mentor esté dentro de la empresa, que participe en capital.
¿Cómo se consigue? pues desgraciadamente no tenemos una receta infalible, pero un emprendedor es tanto mejor emprendedor cuanto más capacidad tiene para arrastrar gente con él, podemos llamarle carisma, capacidad de embaucamiento y de relaciones públicas, o simplemente confianza en sus posibilidades. Por ejemplo citaremos a Martín Varsavski,  él se considera un amateur crónico, no es un tecnólogo, pero en cambio tiene una espectacular capacidad de arrastre, en Fon ha sido capaz de meter a inversores de varias nacionalidades, a un sensacional equipo técnico y a unos renombrados emprendedores de éxito como asesores; en el caso de Jazztel fue todavía más alla, como él mismo reconoce hubo un antes y un después en esta operadora cuando consiguió llevarse a los ejecutivos más reputados de Telefónica, ejecutivos que estaban descontentos con Villalonga y que estuvieron dispuestos a «perder» para unirse a Jazztel, y ¿por qué no decirlo? para hacerle la puñeta al anterior presidente de Telefónica.

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