La dificultad de cultivar virus in vitro complicó su descubrimiento para los primeros investigadores. Un virus no crece en un medio de cultivo a base de nutrientes químicos porque solo puede replicar dentro de una célula viva. En el lenguaje técnico, es un “parásito intracelular obligado”. Su tamaño es pequeño y también lo es su genoma, simplificado hasta las necesidades básicas para una existencia dependiente y oportunista. No contiene las instrucciones de su propia maquinaria para multiplicarse.
El tamaño “medio” de un virus es aproximadamente una décima parte del tamaño “medio de una bacteria”. Los virus redondeados oscilan entre unos quince nanómetros (es decir, quince mil millonésimas de metro) de diámetro y unos trescientos nanómetros. Pero los virus no son todos redondos. Algunos son cilíndricos, otros son con forma de fibra, algunos parecen edificios futuristas malos o módulos de aterrizaje lunar. No olvidemos que en un litro de agua de mar hay mil millones de virus. Sea cual sea la forma, el volumen interior es minúsculo.

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