«Huey cocoliztli» en el México del siglo XVI: ¿una enfermedad emergente del pasado?

Cambiamos un poco el tercio para hablar de una enfermedad que ya no existe. Aunque resulte obvio, es en cierto modo tranquilizador pensar que las enfermedades emergentes no duran siempre, y que, como ya dijimos en un post anterior, igual que emergen, desaparecen, sea de forma natural, sea erradicadas por la acción humana.

Vamos a hablar del pasado, del siglo XVI, de México (La «Nueva España» en aquella época), de las grandes epidemias que asolaron la población en aquellas tierras, y de una enfermedad que resultó especialmente devastadora: el huey cocoliztli, que, siguiendo la descripción ofrecida en un post anterior de este blog (¿Qué son los virus emergentes?) representaría una auténtica enfermedad emergente en el siglo XVI.

Figura 1. Enfermos de viruela durante el sitio a México–Tenochtitlan. Códice Florentino, libro XII f. 53v (Imagen: Wikipedia Commons)

Entre las muchas cosas que los Europeos llevamos a América se cuentan, desgraciadamente, muchas enfermedades del Viejo Mundo, incluyendo las más conocidas como la viruela y el sarampión. El impacto de las mismas en las poblaciones indígenas del Nuevo Continente fue sin duda devastador. Sin embargo, la evidencia disponible parece indicar que dos de las epidemias más mortíferas del siglo XVI en México (y probablemente de las más mortíferas de la Historia), fueron causadas por una enfermedad del Nuevo Mundo, denominada en nahuatl «huey cocoliztli«, que significa algo así como «gran peste».

A principios del siglo XVI se estima que la población mesoamericana rondaba los 22 millones de personas. El 1519 se declaró una epidemia de viruela, probablemente introducida por las tropas de Hernán Cortés, que acababan de arribar procedentes de Santiago de Cuba. La epidemia se extendió rápidamente entre 1519 y 1520, acabando con la vida de entre 5 y 8 millones de personas en la región (figura 2).

 

Colapso de la población de México en el siglo XVI
Figura 2. Colapso de la población de México en el siglo XVI diezmada por diversas enfermedades, entre ellas el huey cocoliztli (tomado de Acuña-Soto et al Emerging Infectious Diseases (2002) 8:4)

Sin embargo, la viruela de 1519-1520 no fue ni la única ni la peor epidemia que asoló aquel territorio en el siglo XVI, ya que hubo dos epidemias, una en 1545-48 y otra en 1576-80, que no fueron debidas a la viruela, y que, según algunas estimaciones, pudieron acabar con la vida de entre 12-15 millones la primera, y 2 millones más la segunda (14-17 millones en total) produciendo una de las mayores catástrofes demográficas de la historia, pues al final del siglo XVI la población superviviente quedó reducida a menos de 2 millones de personas, es decir, menos del 10% de la población presente inicialmente en la región (Figura 2). La población mexicana no volvió a los niveles pre-hispánicos hasta el siglo XX.

Y si no fue la viruela ¿que fue lo que causó semejante devastación? Por fortuna, nos ha llegado una descripción clínica muy precisa, efectuada por el que fuera Doctor de Cámara de Felipe II, Francisco Hernández, médico y naturalista (tradujo los 37 libros de la Historia Natural de Plinio del latín al español) y una de las figuras más brillantes del renacimiento en España, injustamente olvidada, y que a la sazón ostentaba el cargo de  «Protomédico de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano«. Hernández no solo fue testigo directo de la epidemia de 1576, sino que en virtud de su cargo dirigió la intervención oficial para la salud pública durante la misma. A él debemos una descripción clínica tan detallada que ha permitido a algunos investigadores actuales aventurar el agente causal (1). El hallazgo del documento, de puño y letra del propio Hernández, en el Archivo del Ministerio de Hacienda de Madrid en 1956 representa en sí una verdadera suerte, pues su legado científico se creía perdido.

Hernández designaba en su texto a esta enfermedad «cocolistle«, el término nahuatl que empleaban los indígenas, y no usó ningún término español que designara una enfermedad del viejo mundo, como la viruela, el tifus o el sarampión, con las que estaba muy familiarizado, lo que ya da muestra de que estamos ante una entidad diferente (los indígenas usaban también otros nombres para viruela –huey zahuatl, granos grandes- y para sarampión –tepiton zahuatl, granos pequeños-). Se trataba de una enfermedad contagiosa febril muy letal, que afectaba sobre todo, pero no exclusivamente, a indígenas (también había víctimas de origen europeo y africano) y a jóvenes preferentemente. Los signos incluían fiebre alta, dolor de cabeza fuerte, sed, sequedad en la boca, vértigo, ictericia, lengua y orina oscuros, disentería, dolor torácico y abdominal, abscesos en los ganglios post-auriculares y del cuello, trastornos neurológicos severos y profusas hemorragias por la nariz, ojos y boca. La muerte solía ocurrir en 3-4 días desde los primeros síntomas. A la descripción clínica el propio Hernández añade una igualmente detallada descripción epidemiológica, con detalles sobre la población afectada (raza, edad, etc), estacionalidad, variables atmosféricas y climáticas, etc.

El propio Hernández en su descripción, muy minuciosa, parece consciente de que está ante una enfermedad distinta y pone especial empeño en describirla a sus colegas europeos. Las similitudes con ciertas fiebres hemorrágicas ha llevado a algunos autores a postular que el agente causal sería un virus hemorrágico de la familia de los Arenavirus (1). Existen una serie de virus pertenecientes a esta familia, presentes en distintas regiones Americanas. Sus hospedadores y reservorios naturales son los roedores, que mantienen el patógeno en circulación sin sufrir ningún tipo de enfermedad, y desde ahí pueden ser contagiados al ser humano. En la figura 3 se muestran las diversas  especies de arenavirus americanos, cada una de ellas adaptada a una especie distinta de roedor como reservorio, y con una distribución geográfica característica. Algunos de estos arenavirus americanos son muy patogénicos para el ser humano, causando fiebres hemorrágicas a menudo letales. Los más conocidos son el virus Junin (Argentina), el virus Machupo (Bolivia), el virus Guaranito, (Venezuela), el virus Whitewater Arroyo (Nuevo México, EE.UU.) y el virus Sabiá (Brasil).

Figura 3. Distirbución de los Arenavirus del Nuevo Mundo (complejo "Tacaribe") indicando la especie de roedor que actua como reservorio en cada caso y la fecha y lugar del primer aislamiento. Imagen tomada de Jamie Dyal and Ben Fohner Stanford University Humans and Viruses Class of 2005, disponible en: http://www.stanford.edu/group/virus/arena/2005/SabiaVirus.htm

Estos virus se transmiten a través del aire contaminado con partículas víricas aerosolizadas procedentes de indivíduos infectados o de reservorios animales, o bien contacto directo con éstos y/o con objetos contaminados. Son importantes en la aparición de brotes de la enfermedad ciertos factores ecológicos, como las explosiones poblacionales de los roedores que actúan como reservorio.  Estas poblaciones varían estacionalmente, pero también hay variaciones mayores que pueden deberse a cambios ambientales, a menudo causados por la actividad humana, como el incremento de la superficie de un determinado cultivo, relacionado con la disponibilidad de alimento. Igualmente, cambios en la agricultura como la mecanización de la cosecha de cereales puede ayudar a «aerosolizar» resíduos de roedores asociados a estos cultivos, como parece que sucedió en los años ’50 del siglo XX cuando se observaron los primeros casos de estas fiebres hemorrágicas en América. Estos virus son activos en la actualidad, con brotes de fiebre hemorrágica boliviana (virus Machupo) en 2004, 2007-08 y 2011-12, o de fiebre hemorrágica venezolana en 1997-98, 2002-03 y 2011-12 (Fuente: www.promed.org).

Figura 4. Calomys laucha. Los roedores del género Calomys son reservorios naturales de arenavirus como el virus Junin o el virus Machupo, causantes de fiebres hemorrágicas en Argentina y en Bolivia, respectivamente (Imagen: Wikimedia commons).

Pero aunque la presentación clínica pueda ser bastante coincidente, los brotes de fiebres hemorrágicas por arenavirus en America se limitan a unos pocos, a lo sumo decenas, de casos, y  no producen, ni de lejos,  epidemias como la que causó el huey cocoliztli. ¿Cómo explicar que arrasara de una manera tan fulminante a tanta población en tan poco tiempo? Para intentar explicarlo hay que tener en cuenta algunos factores socioeconómicos e incluso climáticos que reinaron en aquella época en la «Nueva España». Por un lado, los españoles instauraron un régimen de «Encomiendas» para explotar los recursos, incluida la agricultura, que mantenían a los indígenas en buena medida en régimen de semiesclavitud. Ello podría explicar que éstos fueran más vulnerables a la enfermedad, ya que al trabajar en el campo podrían estar más expuestos al contagio. Por otro lado, existe evidencia (basada sobre todo en estudios dendrocronológicos,  mediante análisis de los anillos de los árboles) de que ambas epidemias tuvieron lugar en medio de una gran sequía, algo que coincide en parte con las descripciones que Hernández hizo del ambiente que reinaba en la segunda epidemia. Algunos investigadores han propuesto que esas sequías, interaccionando con factores socioeconómicos y ecológicos, pudieron exacerbar la epidemia (2).

En conclusión, las epidemias del pasado pueden enseñarnos lecciones  útiles para el presente y el futuro: que en la naturaleza no hay compartimentos independientes, sino que todo está muy interrelacionado, y la acción humana sobre la naturaleza siempre tiene un impacto, que a veces nos rebota en forma de enfermedades emergentes tan terribles como el huey cocoloztli. Otra lección puede ser que, como dijimos al principio, igual que emergen, desaparecen. El huey cocoliztli pudo quizá ser debido a una infección por un arenavirus transmitido por roedores,  que en la actualidad se haya extinguido, o evolucionado, refugiándose en algún roedor alejado del hábitar humano. Sea así o no, los arenavirus americanos ejemplifican muy bien la adaptación perfecta de algunos virus a un  «reservorio natural», y que una disrupción suficientemente intensa de su ciclo infectivo puede provocar el salto a otra especie animal, lo que constituye la «marca» de una enfermedad emergente.

1: Marr JS, Kiracofe JB. Was the huey cocoliztli a haemorrhagic fever? Med Hist. 2000 Jul;44(3):341-62.

2: Acuna-Soto R, Stahle DW, Cleaveland MK, Therrell MD. Megadrought and megadeath in 16th century Mexico. Emerg Infect Dis. 2002 Apr;8(4):360-2.  (http://wwwnc.cdc.gov/eid/article/8/4/01-0175_article.htm)

 

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16 comentarios

  1. […] Es la seguda vez que la Fundación madri+d premia un post de este blog; recordemos  que en la novena edición de estos galardones fue premiado el post Huey cocoliztli" en el México del siglo XVI: ¿una enfermedad emergente del pasado? […]

  2. Muchas gracias por el enlace al documento. Efectivamente en la crónica está reflejada la epidemia de cocoliztli (o cocolistle, o chahuistle) en 1551 en Tepatitlán. Muy interesante también el uso que ha adquirido la palabra «chahuistle» en México: «caerle a uno una desgracia», algo así como «caerle el gafe» en España. Parece que la palabra «gafe» tiene un origen parecido: designaría a una enfermedad, posiblemente la lepra (ver el siguiente enlace: http://www.muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/articulo/icual-es-el-origen-de-la-palabra-gafe). Saludos.

  3. Muy buena observación. Efectivamente, era raro que no se hubieran encontrado arenavirus y reservorios de éstos también en México, y era de esperar que los hubiera. Solo que en el momento que escribí el post éstos no habían sido aún descritos. Sin embargo, como ocurre a menudo, esto solo era cuestión de buscarlos bien. Esto es lo que recientemente ha conducido a encontrar un arenavirus en roedores silvestres en México, concretamente en Ocozocoautla de Espinosa, Estado de Chiapas. Este hallazgo ha sido motivo de un post en este blog recientemente (puedes encontrarlo en el siguiente enlace: http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/2013/06/la-gran-peste-huey-cocolitztli-del-siglo-xvi-en-mexico-y-el-nuevo-arenavirus-ocozocoautla-de-espinosa-relacionados/). Saludos.

  4. Por que no menciona arenavirus para Mexico en el mapa?, no existen roedores reservorios ya en nuestro pais?

  5. Las referencias al pie del post son las más directamente relacionadas con el tema. Sobre arenavirus americanos hay mucha bibliografía. El 19 de junio publiqué en este blog otro post sobre un virus recientemente descubierto en México, relacionado con estos virus, y en él se cita más bibliografía. Puedes acceder mediante el pingback anterior a tu comentario o a través del siguiente enlace: http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/2013/06/la-gran-peste-huey-cocolitztli-del-siglo-xvi-en-mexico-y-el-nuevo-arenavirus-ocozocoautla-de-espinosa-relacionados/ )
    Si quieres bibliografía sobre un tema más concreto quizá pueda ayudarte pero tienes que especificar más. Un saludo y suerte con tu tesis.

  6. Muy interesantes los datos que aportas, me pueden servir para mi tema de tesis. Tienes por ahí bibliografía que me puedas pasar? Gracias.

  7. […] un post fue dedicado a una enfermedad emergente en la América del siglo XVI, el “Huey cocolitztli” posiblemente causada por un virus que probablemente ya se haya […]

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