Sobre la probabilidad de reinfección por SARS-CoV2

Durante esta pandemia he escrito unos cuantos hilos en Twitter que creo que han tenido bastante utilidad y repercusión, por lo que he decidido reunirlos en este blog, como complemento «sostenible» y remedio a la fugacidad de Twitter. Comienzo con este hilo sobre reinfecciones que publiqué el pasado 28 de diciembre.

Todos hemos visto referencias, unas más fiables, otras menos, de casos de «reinfección» de COVID-19, lo cual nos ha hecho dudar, con razón, de lo eficaz que pudiera ser la respuesta inmune frente al SARS-COV2. Desde luego esos casos existen, pero ¿que importancia tienen en el contexto de pandemia actual? ¿no se estará dando un sesgo tipo «cherry-picking»?¿está justificada la inquietud generada? Necesitamos un contexto, que es el que nos da el siguiente artículo, que vamos a comentar a continuación:

Enlace: https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2034545

Aunque la inmunidad no se puede reducir a la presencia de anticuerpos (Ac), es cierto que éstos representan un buen marcador de respuesta humoral y se les atribuye un papel protector muy relevante frente al SARS-CoV2. Los autores se centran en los Ac, específicamente los tipo IgG.

Algunas aclaraciones previas:

– Los anticuerpos de la clase IgG representan una respuesta «madura» y perdurable (en contraposición a los de la clase IgM, transitorios y menos maduros).

– Los autores distinguen dos ensayos: en uno emplean como antígeno la proteína «S» (o «spike») y en el otro la «N» (nucleocápside), dos componentes del virus reconocidos por los Ac. Conviene aclarar que la N es el antígeno mayoritariamente empleado en los tests de anticuerpos para diagnóstico de COVID-19, pero la S representa el antígeno frente al cual se produce principalmente la respuesta protectiva, al reunir los principales sitios de neutralización del virus).

Ahora si, vamos al meollo del estudio, que se realizó en trabajadores sanitarios (TS) de 4 hospitales universitarios de Oxford. Se reunió una cohorte de 12.541 TS voluntarios a los que se realizó una PCR cada 2 semanas y tests de Ac (S y N) cada 2 meses desde el 23 de abril al 30 de noviembre.

Alrededor del 90% de los TS estudiados (11.364) resultaron seronegativos, mientras que aproximadamente un 10% (1177) presentaron IgG frente a la S de SARS-CoV2 en muestras serológicas. Se contabilizaron 88 seroconversiones durante el estudio.

Entre los seropositivos, el 68% (864) declaró haber tenido algún síntoma compatible con COVID-19 previo al estudio (25% en los seronegativos), y un 37% (466) presentó PCR positiva a SARS-COV2 (0.2% en seronegativos). De ellos 262 presentaron síntomas.

La presencia de IgG anti-S en suero claramente se vinculó a baja tasa de positividad a PCR: entre los seronegativos, 223 (de 11.364) dieron PCR+ (100 asintomáticos) mientras que entre los seropositivos tan solo 2 (de 1265) dieron PCR+ (asintomáticos los 2).

La incidencia varió durante el curso del estudio (abril-noviembre) de acuerdo a la dinámica de la pandemia en el Reino Unido, pero siempre con una consistentemente mayor tasa de infecciones en el grupo que no presentaba IgG en suero. El resultado fue similar tanto si se analizaba la IgG frente a S como frente a N. Singularmente, el único doble positivo (IgG+ a S y a N) detectado con historial de PCR+ anterior y 5 PCR seguidas negativas, dió positivo a PCR 190 días después de la primera infección.

Conclusiones:

  1. Tener IgG frente a SARS-COV2 protege en la inmensa mayoría de los casos frente a la infección (y en el 100% frente a la enfermedad), al menos durante 6 meses.
  2. La protección es eficaz incluso con títulos bajos (al límite de detección) de anticuerpos.
  3. Tan solo se ha detectado una posible reinfección en este estudio (no confirmada por secuenciación), indicando que en cualquier caso este fenómeno es poco frecuente. Es interesante notar que la segunda infección fue asintomática.

Lógicamente, los autores señalan algunas limitaciones: estar hecho en TS (sesgos de edad, sexo, exposición, ocupación…), su duración debería prolongarse más de 6 meses, y a otros grupos de población. No obstante, es un estudio muy sólido. Es razonable pensar, a la luz de este estudio, que las vacunas producirán una respuesta protectora al menos tan eficaz como la propia infección natural.

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