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Autor
Xavier Pujol Gebellí

Buenos días, doctor Robot

A primeros de septiembre, un equipo de cirujanos dirigidos por el especialista francés Jacques Marescaux, de París, extirpó la vesícula biliar a una paciente de 68 años.
La noticia no tendría mayor trascendencia si no fuera porque la intervención quirúrgica reunió dos de los avances más trascendentes en el ámbito de la telemedicina, el uso de robots quirúrgicos y la manipulación a distancia.

La operación, de la que se facilitarán los detalles próximamente en una revista especializada, se realizó el pasado 7 de septiembre. La paciente estaba ingresada en el Hospital Universitario de Estrasburgo y el cirujano, el propio Mariscaux, se encontraba en un edificio de Nueva York, no especificado aunque se sabe que no era un hospital. Desde ahí manipuló los controles de un robot quirúrgico que la empresa norteamericana Computer Motion había instalado previamente en el centro sanitario francés. La enorme distancia, unos siete mil kilómetros, se salvó gracias a una conexión habilitada por France Telecom. Que permitió reducir el desfase entre las órdenes dadas desde Nueva York y su ejecución en Estrasburgo a apenas 150 milésimas. A efectos prácticos, señaló Jean-Pierre Tamine, directivo de la operadora gala, ese mínimo desfase es equivalente a una ejecución en tiempo real.

No es ésta la primera vez que se usan robots quirúrgicos ni tampoco la primera que se ejecuta una intervención quirúrgica en humanos a distancia. En mayo de 1998, un equipo de neurocirujanos españoles liderado por Enrique Ferrer, jefe del servicio de Neurocirugía del Hospital Clínico de Barcelona, efectuó un bypass cerebral a un enfermo situado a 250 kilómetros de distancia. La intervención se llevó a cabo desde un barco anclado en Palma de Mallorca sobre un enfermo ingresado en el centro catalán. El procedimiento empleado incluyó el uso de varias líneas telefónicas basadas en RDSI mediante las cuales se manipuló un brazo robótico y se activaron cámaras de videoconferencia para la visualización en tiempo real del campo quirúrgico.

La intervención, saldada con éxito, demostró en su día que el uso de sistemas de telecomunicaciones convencionales puede contribuir de forma clara a la extensión de este tipo de operaciones. Algo que, en la versión norteamericana, halla reflejo en el proyecto Abilane, integrado en las propuestas del programa Internet 2 impulsado por el gobierno estadounidense, y que prevé el uso de redes de telecomunicaciones 85.000 veces más rápidas que las actuales, además de sistemas de visión de alta definición en 3D y el desarrollo de sistemas robóticos mucho más manejables que los actuales. Por este proyecto, además de las instituciones académicas, han mostrado su interés el Departamento de Defensa de Estados Unidos y la NASA, que busca en su miniaturización la posibilidad de intervenir cualquier dolencia de un astronauta desde un centro remoto ubicado en la Tierra. Aunque esté de camino a la Luna.

En lo que refiere al uso de robots quirúrgicos, los primeros modelos fueron autorizados por la FDA (Food and Drug Administration) norteamericana en 1994. Respondían al nombre de AESOP y fueron desarrollados por Computer Motion. Su misión fundamental era, y continúa siendo en sus versiones posteriores, prestar soporte al cirujano en operaciones endoscópicas, en especial, en las de tipo laparoscópico, hoy generalizadas en cirugía abdominal y torácica para, por ejemplo, la extracción de cálculos renales, pequeños tumores o vesículas biliares.

AESOP aporta a esta técnica un brazo articulado que facilita el control de la cámara de video endoscópica. Mediante un software basado en reconocimiento de la voz, la cámara navega literalmente por el interior del cuerpo humano atendiendo a las indicaciones del cirujano. Pese a sus cualidades, AESOP de momento solo ha conseguido consolidarse en los programas de cirugía avanzada de ciertos hospitales de Estados Unidos y, de forma más restringida, de Europa, sobre todo en Francia y Alemania. En España, por ahora, su uso se limita a tareas formativas en el manejo de nuevas tecnologías y todavía no se ha incorporado de forma efectiva a ningún quirófano.

OPERANDO DESDE LA CONSOLA

Pero si algún procedimiento ha llamado poderosamente la atención, es el representado por la prolongación lógica de AESOP, los modelos Zeus Robotic Surgical System, de la misma compañía, y da Vinci Surgical System, desarrollado por la también pionera Intuitive Surgical. Ninguno de los dos sistemas responde a las características propias de los robots concebidos para usos industriales, esto es, autonomía de funcionamiento y ejecución continuada de tareas repetitivas. Por el contrario, precisan de manipulación humana y su tarea no es en absoluto repetitiva sino más bien única. No obstante, aportan otra cualidad fundamental: una extraordinaria precisión que se traduce en una reducción hasta el límite de lo posible del campo operatorio. Dicho de otro modo, representan el estandarte avanzado de las técnicas llamadas "mínimamente invasivas".

En esencia, da Vinci y Zeus se basan en el mismo principio. El cirujano no manipula sus instrumentos al modo convencional sino a través de una consola situada a una cierta distancia del paciente. Gracias al uso de cámaras endoscópicas de alta definición y a un sistema de obtención de imágenes en 3D, el experto puede visualizar el interior del cuerpo humano con enorme realismo. Desde la consola, y con un instrumento similar a un joystick, el cirujano manipula a voluntad el utillaje quirúrgico.

Da Vinci, de hecho el primer robot quirúrgico aprobado en Estados Unidos y con un coste cercano al millón de dólares, ha sido probado con éxito en múltiples intervenciones en Europa y América. En concreto, en Alemania, donde diversos grupos de cirujanos han intervenido a más de un centenar de pacientes sin "percances técnicos destacables", según Freidrich Mohr, de la Universidad de Leizpig. En este centro se ha empleado el sistema para reparar la válvula mitral de 17 pacientes. Otros 83 enfermos alemanes, en la que hasta ahora se considera la mayor experiencia en este campo, salieron airosos de distintas operaciones cardíacas. El robot, según sus fabricantes, puede emplearse en al menos 250 procedimientos quirúrgicos distintos, aunque por el momento sólo se emplea de forma autorizada en cirugía cardiaca.

HOSPITALES VIRTUALES

Visto el estado de la técnica, la combinación entre robótica y telecomunicaciones era sólo cuestión de tiempo. Pero, lamentablemente, sobre todo por los costes asociados, también lo va a ser su implantación en las rutinas hospitalarias. La extracción de la vesícula biliar a la paciente francesa ha costado la friolera de 200 millones de pesetas. Aunque es razonable pensar que los costes disminuirán a medida que avancen las investigaciones, no lo es menos que su uso estará, durante largo tiempo, restringido a experimentación y a aplicaciones muy selectivas.

Los primeros beneficiarios, como se indicaba anteriormente, van a ser probablemente astronautas de la Estación Espacial Internacional, para la que se prevé la incorporación de equipos miniaturizados para intervenciones de urgencia. Será este el primer paso de los anunciados hospitales virtuales, instalaciones sanitarias descentralizadas en las que primarán la capacidad de transmisión de datos y de imágenes (práctica que empieza a ser rutinaria para teleconsulta profesional), el chequeo a distancia o el acceso a información sanitaria desde el hogar. La telecirugía, al menos eso se espera, quedaría restringida a intervenciones altamente especializadas en las que la presencia del cirujano de carne y hueso continuará siendo imprescindible.

Aunque, bien al contrario, también podría pasar que fueran las patologías comunes las auténticas protagonistas de su despegue definitivo. Al fin y al cabo, así ha ocurrido hasta ahora con la endoscopia, la laparoscopia, el uso de videopíldoras u otros avances tecnológicos de ciencia ficción.

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