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Autor
José A. Gutiérrez Fuentes (Director de la Fundación GADEA por la Ciencia. Consejero de la Fundación Lilly)

Ciencia, sociedad y científicos

El día 30 de noviembre de 2016 el doctor José Antonio Gutiérrez Fuentes en el acto de su toma de posesión como Académico de número de la <a href="https://www.radoctores.es/" target="_blank">Real Academia de Doctores de España</a>, pronunció un discurso cuyas líneas principales se recogen aquí por su interés.

Hace poco podía leer en un periódico de tirada nacional que Mariano Barbacid, uno de nuestros más significados investigadores, calificaba la salud de la ciencia española de 'moribunda'. En este contexto, ¿qué puede aportar mi reciente discurso de ingreso como Académico de Número en la real Academia de Doctores de España, titulado ¿Ciencia, sociedad y científicos? Desde luego, no mucho si con una actitud resignada pensásemos que el problema no tiene solución.

Ante un panorama tan poco estimulante sería fácil caer en la desesperanza, sobre todo si se acepta que la causa última del problema es la mentalidad, nuestra forma de entender la vida, algo tan difícil de cambiar. Ciertamente parece serlo, pero lo será cada vez más si nos empeñamos en ignorar lo que acontece o si con una actitud resignada pensamos que la situación es irreversible. Estoy convencido que esa actitud tan solo nos lleva a perpetuar el mal y ahondar nuestras carencias y, sobre todo, se perciben síntomas que animan al optimismo. Es esencial que la cultura científica cale en la sociedad, debemos conseguir que nuestra sociedad entienda los beneficios de contar con una ciencia de primer nivel. En los últimos quince años, han tenido lugar cambios que pueden ayudar a remontar el escepticismo histórico y que permiten pensar que es posible corregir el rumbo. Afortunadamente, son cada vez más frecuentes los investigadores y grupos responsables y competitivos, y es mayor el control de las subvenciones públicas. A lo que se añade que una parte creciente de los presupuestos de I+D, que los grupos más notables reciben cada año, provienen de subvenciones internacionales. Ello enlaza con el cambio trascendente que supone el fenómeno de la globalización que está afectando a todas las esferas de nuestras vidas, pero de forma muy especial a la ciencia. Nuestros mejores científicos ya no trabajan de forma aislada, sino que lo hacen en colaboración con los científicos de otros países y compiten por recursos internacionales en un entorno de investigación abierta que busca el talento allí donde se encuentre. La ciencia, que siempre ha sido global, lo es ahora más que nunca, y en tiempo real. Las fronteras geográficas se han ido difuminando y el trabajo en red y desarrollo de la web 2.0 han contribuido a generar una mentalidad cambiante, a impregnarnos de una cultura interactiva internacional, que es quizás el ‘remedio’ que ataca más directamente a la raíz de los problemas comentados. Permanecer ajenos a estas realidades sería sencillamente suicida y nos conduciría a la marginalidad como sociedad y como país.

Recordemos a don Santiago Ramón y Cajal, que hace ya 100 años escribía en Reglas y consejos sobre la investigación científica. Los tónicos de la voluntad:

"Considerad que cada idea nueva, no contrarrestada por otra nacida entre nosotros, es un eslabón más de nuestra servidumbre mental, es una contribución que deberemos pagar en oro"

Es esencial que la cultura científica cale en la sociedad. Aparte de dedicar más recursos a la investigación, debemos conseguir que nuestra sociedad entienda los beneficios de contar con una ciencia de primer nivel. De ahí la importancia de mejorar la educación en todos sus niveles; de reconocer y premiar a los investigadores y sus equipos, contribuyendo a que estos sean admirados por la sociedad y, muy particularmente, por los más jóvenes; de seguir fomentando el debate, la reflexión y la inversión en la ciencia con el fin de mostrar a la sociedad que los descubrimientos científicos contribuyen de manera notable a mejorar nuestra calidad de vida.

Pruebas hay en nuestro entorno científico de que el cambio es posible, que 'se puede hacer', y que nuestra entrada en un mundo global ya ha empezado a cambiar nuestra forma de afrontar un futuro mejor. En el empeño debemos estar todos, pero en primer lugar los propios científicos, con voz propia, alta y clara.

Finalmente, para intentar comprender lo que nos sucede como país y nuestro atraso relativo en el mundo de la Ciencia, ofrezco una reflexión alrededor de las ideas de don José Ortega y Gasset en su España Invertebrada. Bosquejo de Algunos Pensamientos Históricos. Razono sobre su lectura y consideraciones para terminar sugiriendo algunas actuaciones que pudieran servir de estímulo, orientación y ayuda para ayudar a sacar a nuestra Ciencia salir de la situación de retraso histórico en que permanece.

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