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Boletín GEA - Instituto Geológico y Minero de España IGME

"Mis museos están en el campo"

Entrevista a  Joaquín Moratalla. Investigador en el Instituto Geológico y Minero de España.

Para una persona que trabaja en un museo la noticia del incendio del Museo de Río debe impresionar tanto como cuando veíamos por la televisión al ISIS dinamitar el templo de Baal Shamin en Palmira. Por eso quisimos plantear a los expertos del Museo Geominero un punto de partida casi diríamos sádico:  ¿qué ocurriría si se incendiara su lugar de trabajo, el Museo Geominero? El ejemplo está muy reciente en el Museo de Río de Janeiro. Nuestra siguiente víctima es Joaquín Moratalla, un hombre menudo, con cierto aire al Donald Pleasence de "La gran evasión", secretas inquietudes musicales- o no tanto, que nos darían para otra entrevista, pero sobre todo para entender cómo imagina Joaquín esos escenarios cretácicos -. De hablar pausado y risueño nuestro investigador del IGME se dedica a los dinosaurios..., aunque lo suyo no son las grandes osamentas o las reconstrucciones de esqueletos. Su objeto de estudio es un mundo diminuto -quizá por eso nos recuerda al actor, falsificador de los documentos de los huidos del stalag-, porque su atención la tienen las cáscaras de huevo de dinosaurio, sus huellas que nos permiten recrear hasta los andares de sus dueños.

Esperemos que no suceda, pero si hubiera un incendio en el museo, ¿cómo podríamos explicar a la gente lo que alberga el museo, qué es lo que se perdería con la desaparición de las colecciones?

Se perderían muchas cosas se perderían colecciones históricas de fósiles y minerales heredada del siglo XIX y principios del siglo XX. Y sobre todo, en el caso de mi campo muchos fósiles que son únicos; cada fósil es único, incluso los microfósiles más pequeños que puedes imaginarte. A lo mejor podemos conseguir más ejemplares o cientos o miles más, pero ese fósil ya no nos estará "hablando".

Gran parte de la colección está digitalizada, incluso hay réplicas de piezas, pero por ejemplo, perder las siglas que indican que es cada pieza haría muy difícil recuperarlas.

Sería imposible, absolutamente imposible. Y más allá de los contenidos de este museo, el propio edificio es otra parte muy importante y especial desde el punto de vista estético y patrimonial que sería irrecuperable.

¿Cuál es la primera sensación que tuviste cuando entraste en el Museo Geominero? ¿Ya lo conocías?

Sí que lo conocía; pero cuando entras al museo te sigues fijando en las vitrinas y la vidriera que son históricas y entonces te quedas mirando arriba extasiado como veo a tanta gente que lo hace todos los días, sobre todo, los que vienen por primera vez. A mí me daría mucha pena el contenido, pero también me daría mucha pena y mucha rabia perder el continente.

¿Y eras de los que querías trabajar aquí cuando te especializaste?

Yo vengo de la Universidad Autónoma, del Departamento de Paleontología. Me presenté a un proyecto Ramón y Cajal en el año 2001-2002 y fui uno de los investigadores que se incorporaron aquí. Me acogió la entonces directora del museo Isabel Rábano y llevo ya aquí desde 2002.

O sea que cuando vienen los niños al museo eres con quien tendrían que hablar, porque lo más llamativo siempre de un museo de este tipo son los dinosaurios.

Lo que pasa es que claro, nuestro museo es pequeñito y no tenemos dinosaurios. Tenemos un cráneo, algunos restos, huesos aislados, moldes de huellas, algunas huellas incluso, pero no es lo más espectacular, porque lo que un niño busca es un dinosaurio grande. Aquí no tenemos eso, pero tenemos otras cosas. En mi caso me dedico al estudio de los restos indirectos, es decir, de las huellas y los huevos, un campo que en los últimos veinte años se ha revelado muy importante, porque nos ha permitido saber muchas cosas no de su anatomía ni de cómo eran, sino cómo andaban, cómo se movían, cómo se reproducían.

¿Necesitaban fisioterapia?

(Se ríe abiertamente sorprendido). No, que va, andaban fenomenal, porque tenían unas adaptaciones tremendas. De hecho, uno de sus mayores éxitos y que dieron lugar a su  logro más relevante durante los 140 millones de años que estuvieron aquí fue precisamente su capacidad de movimiento. Tenían unos pies totalmente adaptados en una locomoción muy eficaz. Y luego eran animales con las extremidades verticales, con lo cual las manos en muchos de los dinosaurios quedaban libres y eso les daba un dinamismo especial como hemos visto en las películas.

Y hablando de capacidad de movimiento, rapidez y tener las manos hábiles, en caso de que se incendiara el museo si te dijeran que puedes entrar a recoger tres piezas...

Probablemente no cogiera nada de dinosaurios.

¿Porque estás cansado de tu trabajo? (le tiento de nuevo)

No, no, no. No lo sé, no sé qué pieza escogería, la verdad, lo tendría que pensar. Sería tremendo.

Algunos de tus compañeros realmente planteaban verdaderas heroicidades hasta subir a la tercera planta por la escalera de caracol.

Sí, yo también haría lo mismo para rescatar materiales que a lo mejor no están en exposición y que sí que tenemos cuidados con mucho cariño. Yo tengo algunas huellas. No sé si un incendio afectaría a las rocas y las destruiría, quizá si, pero sí rescataría alguna huella.

¿Alguna en especial?

Sí, una de Cantabria que tengo muy bonita.

¿Qué tiene de peculiar?

Que está muy bien conservada.

¿Su importancia es desde el punto de vista científico?

Científico, sí, y también patrimonial.

También algunos de tus compañeros hablaban de piezas históricamente importantes, pero otros de piezas que se habían analizado ya y ahora se han vuelto a recuperar para estudios futuros.

Sí, en este caso es material en estudio y, además, material original y muy bien conservado. De hecho, cuando acabemos los estudios las pondremos en exposición.  Va a gustar mucho a los niños.

¿Son entonces piezas de las que no conoce la gente todavía?

Son huellas de dinosaurios, moldes de huellas naturales, no artificiales, porque tenemos algunos moldes en silicona, pero éstas son naturales.

Son huellas que forman parte de mi trabajo, sí.

¿Participaste en la excavación del yacimiento quizá?

Sí, hace muchos años. Son de un pueblecito de Cantabria y ahora he vuelto a retomar cosas allí.

¿Alguna otra pieza? Me han hablado de todo, del mastodonte, de la flora de la Cerdaña, de las ranas de Libros...

Si, yo rescataría unas cascaritas de huevos de dinosaurios que hay en una vitrina a las que les tengo mucho cariño.

Que seguro que pasarían desapercibidas.

Claro, es un yacimiento que encontramos nosotros, lo estudiamos y están aquí.

¿Cómo se llama el yacimiento?

Portilla, en Cuenca.

¿Y tiene alguna singularidad ese yacimiento?

Son cáscaras de huevo de dinosaurios, de las primeras que se encontraron en el país, hace muchos años ya.

¿Y se siguen estudiando?

Bueno, son de ese material que está un poquito arrinconado, pero supongo que lo retomará alguien más joven.

¿Y entre las piezas más importantes cuáles habría que recuperar? Sobre todo, pensando que los bomberos no van a discriminar entre si es importante o no...

Los bomberos espero que llegasen pronto, porque además están aquí al lado, a la vuelta de la esquina, con lo cual yo me imagino que tardarían muy poquito en venir. En mi caso, la mayor parte del material con el que trabajo está en el campo, porque los yacimientos de huellas de dinosaurios están in-situ, no se pueden trasladar.

Eres de los que trabajan en el campo muy frecuentemente...

Claro, sobre todo, las huellas están en campo; allí están mis museos. Llevamos mucha gente a los museos, a darles charlas. Cuando llegan a los yacimientos les digo 'esto es un museo, un museo natural, porque el edificio o la protección se ha hecho sobre el sitio donde hace muchos millones de años pisó un animal y aquí tenemos su huella y su rastro. Aquí mismo'.

¿Las huellas fósiles de dinosaurio, las que están dentro del Museo Geominero son muy vulnerables? ¿Crees que se recuperarían? No sé si las huellas de dinosaurio, pero las cáscaras de huevo no sobrevivirían...

Las cáscaras desaparecen seguro, porque es carbonato, pero las huellas, las huellas que están arriba en la tercera planta, son moldes naturales, una especie de lutita, de carbonato. No sé qué les pasaría, no sé cómo responderían al fuego.

A la gente le atrae mucho, además.

Seguramente lo tienes más fácil que Eduardo Barrón con la palinología.

Seguro, a él los pólenes se le volatilizarían (sonríe sin maldad pensando en el desastre que supondría  para su compañero).

Hubo una iniciativa después de que se quemara el museo que consistió en que  espontáneamente la gente de Río fue a abrazar el museo haciendo una especie de cadena humana. ¿Qué te parece como gesto?

Me parece que significa que para mucha gente eso es importante y sí eso es así, a nosotros nos llena de satisfacción en nuestro trabajo, a todos los niveles.

Aunque, en el caso del Museo Geominero que habrá mucha gente que desconozca que alberga ejemplares sobre los que se sigue trabajando.

Es un archivo vivo donde tenemos gente fantástica trabajando en las colecciones, en su mantenimiento y en su puesta al día, que es un trabajo muy complicado. Y luego estamos algunos menos vinculados con las colecciones que estamos haciendo investigación más de campo, pero somos un equipo.

Entonces hemos quedado en que estarías dispuesto a hacer ese acto de heroísmo...

Los actos de heroísmo hay que demostrarlos en el terreno de juego, porque a priori todos somos maravillosamente valientes... (sonríe burlón). Pero conociéndome, seguramente sí.

Para vosotros que estáis diariamente trabajando con las colecciones sería una tragedia...

Sí, con las colecciones y con material de campo. No sé. Sería tremendo, no me lo puedo imaginar, prefiero no pensarlo.

Me comentaban que se ha incorporado hace poco una colección reciente a través de una donación. Y detecto que os sigue emocionando. ¿Es una profesión vocacional esto de la conservación y la investigación?

Claro, que unas personas particulares o una empresa donen material para algún museo, a cambio de la satisfacción de que sea expuesto y llegue al público no tiene precio. Claro que emociona y es lo más bonito que uno puede recibir, una donación.

Y particularmente te gusta más atender a grupos de niños.

No tanto aquí, pero sí en el campo; todos los años hay mucha gente que visita los yacimientos y siempre damos charlas a gente de todo tipo y la acogida es fantástica. Además, te hacen preguntas estupendas, porque ellos están viendo el material, las huellas, las rocas, cómo andaban los animales, mientras les explicas a qué velocidad se movía, si iban andando, corriendo, hacia dónde, qué significaba aquello...

Es sorprendente la cantidad de datos que podéis tener, pudiendo incluso precisar cuántos kilómetros podían desarrollar en carrera o cómo apoyaban la pata. Parece ciencia ficción casi...

La velocidad a la que se movía un dinosaurio, por ejemplo, o cualquier animal que haya dejado un rastro es una cosa conocida y lo podemos calcular cualquiera de nosotros, hay fórmulas muy claras y es una cosa sencilla. Además, se han hecho experimentos con animales. Y, claro, la gente es que está viendo además, en el caso de mis huellas, no solamente huellas fósiles, sino que están en el sitio donde el 'bicho' pisó, así que parece que acaba de pasar.

La gente que va a esos museos al aire libre ¿suele ser público afín, gente relacionada con la paleontología o la geología?

Hay de todo. Ahora por ejemplo, en la Rioja que es una zona que conozco más ha habido una evolución del conocimiento de la gente de los pueblos hacia lo que tiene. Al principio no sabían lo que eran esas huellas, se extrañaban cuando les explicabas que antes allí había mar... Y ahora en cada pueblo la gente tiene una conciencia de tener y cuidar sus yacimientos y quieren que sus yacimientos sean importantes, incluso mejores que los del pueblo de al lado, porque la gente en los últimos 20 años ha ido aprendiendo lo que significa.

Así que desde que entraste al museo has notado que ahora esos museos al aire libre sí están suficientemente protegidos.

Bueno, nunca están protegidos suficientemente, porque hay algunos que son incluso  sitios accesibles a los que se llega con el coche, y desde el coche hasta ves las huellas, pero otros tienes que andar, porque hay que tener en cuenta que hay más de 100 yacimientos. ¿Quién protege y cómo se protege eso? Se puede hacer, pero hay que invertir muchísimo.


SU CV, ¡SEA BREVE, POR FAVOR!

Me dedico a restos indirectos, restos que no son huesos relacionados fundamentalmente  con los dinosaurios. He estudiado muchos de los yacimientos de huellas de dinosaurios de La Rioja, de Burgos, de Soria, de la cuenca de Cameros que son del Cretácico, de hace unos 120 millones de años más o menos y también he estudiado parte de restos como son cáscaras de huevo, huevos y nidos.

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