La candidatura española consiguió la adjudicación del Congreso Internacional de Matemáticos que tendrá lugar en Madrid del 22 al 30 de Agosto de 2006. Continuando la tradición de anteriores ediciones se espera que sea un punto de encuentro de los matemáticos de todo el mundo, un gran acontecimiento científico y una ocasión única para mostrar la importancia de las Matemáticas a la sociedad.
Ninguna investigación humana puede considerarse ciencia verdadera si no se hace con demostraciones matemáticas. Leonardo da Vinci,
Cuaderno de notas.
Hace cuatro años los matemáticos de todo el mundo celebrábamos el
Año Internacional de las Matemáticas, instaurado para conmemorar el año milagroso en el que David Hilbert enunciaba en el Congreso Internacional de Matemáticos de Paris de 1900, sus famosos
23 problemas que habían de marcar la investigación matemática del siglo XX. Las matemáticas que entonces proponía Hilbert eran bastante académicas, surgidas del gran terremoto que sus fundamentos habían sufrido en el siglo XIX a manos de Frege, Cantor y otros, y a punto de sufrir otro enorme cataclismo con la revolución de Russell y Gödel. Sin embargo, de estos terremotos surgiría un cuerpo de doctrina más sólido que nunca y que ha convertido a las matemáticas en la ciencia más fiable. Y este es uno de los mayores patrimonios no ya de los matemáticos, sino de toda la humanidad.
Ya para entonces había comenzado una pugna entre unas matemáticas académicas y otras más orientadas a las aplicaciones (que matemáticos como Fourier o Klein defendían), pugna que no ha terminado a día de hoy. Este es sin embargo un debate estéril en nuestros tiempos: en los últimos veinte años hemos visto como las matemáticas que estimábamos más puras encuentran aplicaciones insospechadas en ámbitos tan diversos como la Genómica, la Criptografía y las Tecnologías de la Información. Además, la potencia de los modernos ordenadores (los laboratorios de los matemáticos) ha facilitado la simulación de los modelos matemáticos hasta límites insospechados.
No hay hoy día ciencia o tecnología que no esté impregnada de matemáticas, de manera que nuestro mundo sería imposible sin ellas. Si entramos en la página web de la Nacional Science Foundation, veremos multitud de programas multidisciplinares incluyendo Biología, Física, Seguridad, Medio Ambiente, Climatología, etc. Solo la
NSF destina 200 millones de dólares anuales a la investigación matemática, sin contar otro tipo de financiación pública y privada. Hay una clara voluntad de apoyar las matemáticas, y podría decirse que ha comenzado una edad de oro para las mismas.
Observemos a nuestro alrededor: ¿dónde están las matemáticas? En nuestros móviles, en nuestros ordenadores, en la red de Metro, en los edificios, en los automóviles, pero no las vemos, las matemáticas son
la ciencia invisible. Esa invisibilidad es la mayor debilidad de las matemáticas e influyen notablemente en su baja apreciación. Fortalecer ese punto es una tarea que los matemáticos debemos afrontar, y así lo estamos haciendo. Y es muy importante conseguirlo porque vamos a necesitar muy buenos matemáticos en los equipos multidisciplinares de investigación que serán cada vez más necesarios para afrontar los desafíos científicos y tecnológicos del nuevo siglo. En gran medida, la sostenibilidad de la vida en nuestro planeta va a depender de los avances matemáticos. Decía el rey Alfonso X el Sabio: "Si Dios me hubiese consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas". Pero nuestro universo es así, extremadamente complejo.
¿Qué podemos decir de nuestro país en este contexto? Las matemáticas españolas son jóvenes, con un desarrollo espectacular en los últimos 25 años. De ser autores del 0,3% de los artículos matemáticos en revistas internacionales, hemos pasado a casi un 5%, no hay ejemplo de un crecimiento similar en otras ciencias. Actualmente, las matemáticas españolas constituyen la tercera ciencia nacional en términos relativos en su contribución mundial y la octava en producción absoluta. Esta pujanza es una de las grandes bazas de nuestras matemáticas; por el contrario, su debilidad es que no ha sido un crecimiento orientado. Otro punto negro lo conforman las escasas perspectivas de nuestros jóvenes investigadores. Así, se precisan herramientas que aprovechen este enorme potencial y eviten la pérdida de nuestra mayor riqueza, los jóvenes matemáticos.
El MEC ha puesto en marcha en el Plan Nacional de I+D+i 2004-2007 el Programa Nacional de Matemáticas. Es una magnífica herramienta para vertebrar la investigación matemática española, formada por 300 grupos de investigación establecidos. Uno de los grandes deseos de la comunidad matemática española es contar con un Centro Nacional de Matemáticas, que se convierta en el referente internacional de nuestras matemáticas, el impulsor de las matemáticas más vanguardistas y transversales con otras ciencias, las tecnologías y el sector financiero; un centro, en fin, que propicie la transferencia del conocimiento matemático generado por los matemáticos españoles.
Otra herramienta de la que se nos ha privado durante 20 años ha sido la existencia de institutos de matemáticas en el CSIC. Este hecho, incomprensible para cualquiera- ha sido muy negativo para la investigación matemática española, y las consecuencias son merecedoras de un análisis profundo. Esperamos que en 2005 las matemáticas ocupen de nuevo su lugar en el árbol de la ciencia del CSIC, del que fueron podadas sin fundamento.
En los aspectos formativos, las matemáticas españolas tienen por delante su adecuación al Espacio Europeo de Educación Superior. De momento, su estructuración social les ha permitido ir por delante de otras licenciaturas en el diseño de los grados; los masters y el postgrado son los próximos pasos. Para que este nuevo escenario converja con el Espacio Europeo de Investigación, y las matemáticas desarrollen toda su potencialidad, debemos ser muy ambiciosos, y despojarnos de hábitos del pasado. Esta es una gran oportunidad que no debe dejarse pasar de largo.
Finalmente, debemos señalar una última herramienta que el buen trabajo de las sociedades matemáticas españolas ha logrado recientemente. En 2002, en la
Asamblea General de la Unión Matemática Internacional, la candidatura española consiguió frente a adversarios cualificados como Italia, Australia e India, la adjudicación del
Congreso Internacional de Matemáticos de 2006, el cuál se celebrerá en la ciudad de Madrid. No es un congreso internacional más: en él se conceden las
medallas Fields (los Nobel matemáticos) de los últimos cuatro años, medallas que, como manda la tradición de un siglo, debería entregar SM el Rey, y en él se congregan casi 5000 matemáticos provenientes de todo el mundo. Es la gran feria de las matemáticas. El Comité Organizador trabaja contrarreloj, superando las grandes dificultades de una organización tan compleja. Pero a veces tenemos la sensación de seguir siendo invisibles, o quizás, nadie ha reparado todavía que quién ha ganado la candidatura no es un grupo ilusionado de matemáticos, sino un país que se llama España y que se está jugando su prestigio internacional. En cualquier caso, dentro de poco más de año y medio estaremos inaugurando el mayor evento matemático (y probablemente científico) que se haya celebrado nunca en España. Y las matemáticas españolas deberán aprovechar esta gran oportunidad.
