Fecha
Fuente
madri+d
Autor
Leticia Sala

“Seguimos teniendo estereotipos muy polarizados en lo referente a determinadas profesiones”

Entrevista a Sara Gómez Martín, Directora General de Universidades y Enseñanzas Artísticas superiores de la Comunidad de Madrid con motivo del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Sara Gómez es Ingeniera y Doctora por la Universidad Politécnica de Madrid, Universidad de la que ha sido Vicerrectora además de profesora e investigadora en esta universidad, Consejera de la Real Academia de Ingeniería y Directora del Proyecto “Mujer e Ingeniería”.

Comenzó su carrera profesional, en el sector privado, compatibilizando estas tareas con la impartición de clases en la Universidad como profesora asociada.

Hasta su incorporación a la Dirección General de Universidades y Enseñanzas Artísticas, dirigió el Grupo de investigación ‘Diseño y Tecnología Industrial de la UPM’ y es avalista de dos programas de doctorado de la UPM.

Ha sido distinguida con el Reconocimiento 8 de marzo de 2019 en Ciencia e Investigación y tiene en su haber el Premio Mujer y Tecnológica de la Fundación Orange en su cuarta edición entre otros premios y reconocimientos.

Usted es ingeniera y doctora por la Universidad Politécnica de Madrid. ¿Cómo fue el momento en el que usted dijo en su casa que quería estudiar una Ingeniería?

Yo diría que se organizó cierto ruido, hubo cierta sorpresa, bastante resistencia y algo de preocupación. Soy segoviana y cursé mis estudios preuniversitarios en el colegio de las Jesuitinas, donde tuve unos excelentes profesores de matemáticas y de física que me orientaron hacia carreras de ciencias. Recuerdo conversaciones con la religiosa que me dio matemáticas en los últimos cursos, cuando empezaba a plantearme qué estudios universitarios realizar, las opciones eran Ciencias Exactas, Físicas o Ingenierías, finalmente opté por esta última porque era más aplicada, menos teórica. Ver la aplicación práctica y la posibilidad de solucionar problemas fue determinante en mi decisión. Además, reconozco que hubo un punto de rebeldía, en casa hubieran preferido que “la niña” hiciera farmacia, o medicina. Creo que mis padres tenían cierta preocupación porque me metiera en unos estudios que consideraban muy masculinos y posiblemente hostiles para una adolescente de provincias.

Usted dirige el proyecto ‘Mujer e Ingeniería’ de la Real Academia de Ingeniería de España para intentar atraer a las niñas a esta rama de la ciencia. ¿A qué cree que es debido que las chicas no se sientan concernidas por las disciplinas científico-técnicas en general y la ingeniería en particular?

Mucho antes de dirigir el proyecto que menciona, como Vicerrectora de la Universidad Politécnica de Madrid, tuve ocasión de empezar a documentarme y a estudiar las causas de esta situación que, lejos de mejorar, en algunas áreas de la ingeniería empeora. Existen estudios muy rigurosos que evidencian que se trata de un problema estructural y complejo.

Estos estudios evidencian, como es lógico, que el acceso de las mujeres a los estudios científicos y especialmente tecnológicos y de ingeniería, está marcado por algunas decisiones previas a su ingreso en la universidad.  Cuando he tenido ocasión de hablar con ellas, reconocen que en sus entornos (compañeras, profesores, madres y padres) consideran que las ingenierías, en concreto, no son lo más adecuado para ellas, porque consideran que son estudios difíciles y con una imagen muy masculina. Es decir, seguimos teniendo estereotipos muy polarizados en lo referente a determinadas profesiones.

A pesar de la fuerte presencia femenina entre los docentes de enseñanzas previas a la universidad, los datos que tenemos, entre otros, es que en las enseñanzas de tecnología se transmite una imagen androcéntrica, quizá porque las profesoras de esta materia no alcanzan el 20%.

Otra importante razón que he podido constatar en este tiempo es el tremendo grado de desconocimiento que tienen las niñas, niños y jóvenes de lo que la ciencia, la tecnología y la ingeniería, aportan a mejorar la calidad de vida de las personas y a la sostenibilidad del planeta.

Nuestros jóvenes que son, en general, bastante pragmáticos ven las ingenierías como una opción en donde la inversión de tiempo y esfuerzo no les resulta rentable, a pesar de que, en este momento, son los perfiles profesionales más demandados y con una clara tendencia a ir a más.

Por otro lado, en España, los salarios que perciben los científicos, tecnológicos e ingenieros son en general bajos para el nivel de preparación y de responsabilidad que tienen. La ciencia y la ingeniería españolas son excelentes y gozan de un prestigio enorme en el mundo. Lo que ha provocado que muchos de nuestros jóvenes mejor preparados estén trabajando fuera de nuestro país.

Cada vez en más países es común repetir el mantra de que la ciencia, la tecnología, la ingeniería tienen el afán por cambiar el mundo. Debemos sumarnos a estas iniciativas y poner en valor lo que aportan estas disciplinas, especialmente en la vertiente social.

Son muchas las iniciativas, muchas de ellas en el ámbito universitario de nuestra comunidad, que se han puesto en marcha. También son cuantiosos los estudios y trabajos que hacen y han hecho nuestros docentes e investigadores. Así mismo, desde hace bastantes años se realizan acciones que se están ocupando de estudiar y paliar la escasa participación femenina en el mundo de la ciencia y de la ingeniería. Espero que consigamos entre todos revertir esta situación porque son muy evidentes las nefastas consecuencias que tiene su escasa presencia y espero que no sigamos reproduciendo errores que abocan a nuestras niñas y jóvenes a no plantearse estos estudios como una alternativa en su desarrollo personal y profesional. Es necesario y urgente.

¿Ha sentido alguna diferencia o dificultad añadida para desarrollar su carrera por ser mujer? (Techo de cristal, conciliación, etc.)

No soy muy dada a compartir experiencias personales de esta índole que, como no puede ser de otra manera, están impregnadas de subjetividad. Creo que las evidencias científicas son la mejor herramienta para fundamentar una opinión objetiva y por esta razón, contesto a esta pregunta compartiendo algunas de ellas. En un artículo para “Científica American”, Alana Yurkiewicz  explicaba lo difícil que es demostrar un sesgo de género en cualquier ambiente, incluido en la ciencia, porque podemos pensar que somos nosotras las que no tenemos interés por estos campos y elegimos estilos de vida que nos alejan de los puestos de mando y decisión.

Afortunadamente existen estudios que, en mi opinión, sí demuestran este sesgo de género. Cuando ante expedientes idénticos de hombres y mujeres, los resultados son que los de los hombres son evaluados mejor que los llevaba nombres de mujer, o cuando se les considera menos preparadas para abordar estudios de este tipo, es evidente que estamos demostrando este sesgo.

En mi experiencia he podido contrastar una y otra vez, en cabeza ajena y propia, que las mujeres nos encontramos con “algunos” obstáculos más que los hombres en el desarrollo de nuestra carrera profesional. Tengo una buena amiga, también ingeniería, que afirma con rotundidad que las mujeres no tenemos que ser buenas, tenemos que ser perfectas porque los errores nos suelen costar más caros que a los hombres. Invito a las lectoras y lectores a que reflexionen sobre esta afirmación y saquen sus propias conclusiones. Sin duda contrastar y discutir los resultados, desde la perspectiva de género, tendría su valor.

Soy una firme defensora de la paridad en todos los ámbitos, más allá de la imagen y de lo políticamente correcto.  Parece que el sesgo de género cuesta dinero y vidas. Es altamente conocido que en los últimos años del pasado siglo fueron retirados del mercado norteamericano 10 medicamentos, ocho de ellos representaban un mayor riesgo para la salud de las mujeres. Existen estudios que demuestran que despreciar el talento femenino ha producido y sigue produciendo cuantiosas pérdidas en las empresas. Londa Schiebinger, investigadora de la Universidad de Stanford, directora del proyecto Gendered Innovations, destaca la importancia del género en las investigaciones y en la innovación, afirma que su sesgo conduce a perder oportunidades de negocio y por tanto de dinero, en el mejor de los casos y, en el peor, a la pérdida de vidas.

¿Qué retos va a suponer para la Dirección General que usted lidera la Ley de Sociedad del Aprendizaje recientemente anunciada?

No se me ocurre mejor manera de contestar a esta pregunta que reproduciendo algunos de los párrafos que aparecen en el documento realizado por la Consejería, para el trámite de consulta pública pertinente. 

La ley pretende ser un marco de referencia para instituciones, empresas y ciudadanos de la Comunidad de Madrid frente a los desafíos de un mundo incierto, altamente tecnificado y crecientemente globalizado. Sólo involucrando a la ciudadanía, a las instituciones y a las empresas podremos diseñar una estrategia regional a la altura de los desafíos a los que tenemos que dar respuesta.”

“Ante los desafíos a los que se enfrenta la sociedad madrileña en las próximas décadas como consecuencia del impacto de la globalización, la traslación del conocimiento científico o los desafíos medioambientales y la transición energética, si desea seguir siendo un espacio de convivencia cosmopolita, cohesionado y competitivo, necesita potenciar un ecosistema en el que las universidades, centros de investigación, sociedad civil, emprendedores y empresas generen relaciones de gran intensidad, favorezcan la movilidad interna y externa, tengan condiciones económicas adecuadas, y presenten el territorio de Madrid en mundo como un nodo de referencia internacional  en investigación, formación, creatividad e innovación.

“La Consejería de Ciencia, Universidades e Innovación se ha creado para responder a estos retos y facilitar el acceso de los ciudadanos y empresas de la Comunidad de Madrid a las competencias y conocimientos necesarios en siglo XXI.”

Con el proceso de participación abierto, plural y colaborativo que hemos diseñado, pretendemos alcanzar el máximo consenso. Tenemos la obligación y el compromiso de poner en valor a nuestras universidades, que son de todos los madrileños y que prestan el mayor de los servicios a nuestra sociedad, generan conocimiento, los transmiten y lo transfieren. Una sociedad que aprende, genera conocimiento y talento, las mayores palancas de transformación social y económica.

Para terminar, vamos con una serie de preguntas cortas:

Una virtud.  

La Generosidad

Un defecto.

La impaciencia

Si tuviera una máquina del tiempo, ¿a qué época viajaría?

A ninguna. Me quedo en la que estoy. Creo que estamos viviendo un momento de cambios sociales sin precedentes y hemos tenido la suerte de poder ser protagonistas de ellos.

Recomiéndenos un libro.

“La hoguera de las vanidades” de Tom Wolfe. Probablemente influyó el momento en que lo leí.

¿Cuál ha sido la última vez que ha ido al cine/al teatro/ a un concierto?

El pasado lunes 20 de enero a escuchar a Serrat & Sabina.

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