Hace ya quince años el Prestige tiñó de negro las Navidades de Galicia y muchos meses más. Casi nadie habla del Prestige. Fue una gran catástrofe, como los incendios que golpearon recientemente a Galicia. Ambas se resolvieron con pocos medios, que trabajaron a destajo, y con muchos voluntarios arrimando el hombro como pudieron.

El día 8 de diciembre de 2002 fui uno de los muchos voluntarios que nos acercamos a la Praia da Cantareira de Cíes a limpiar chapapote. Nos impresionó la gravedad de la situación. Parecía que nos conocíamos de siempre. Sólo queríamos que quedara limpio. Era un trabajo al estilo pirámide egipcia, pero sin látigo, acarreando los cestos llenos de chapapote, en un ambiente muy solidario.

El día 9 de diciembre me incorporé al Comité Científico Asesor para la catástrofe del ‘Prestige’, casi un mes después del hundimiento: el barco ya se había alejado y se había partido, seis días después del accidente. Entre mis funciones, estaba la de informar y mantener la página web con los datos que se iban conociendo.

En aquellos momentos era muy pesimista pero en verano de 2003, vi cómo había fijación de juveniles de mejillón en las zonas afectadas y como, cada año, había más y más fijación. La costa de Galicia debe estar todo recuperada, y digo ‘debe’ porque hay zonas inaccesibles, como los acantilados de la Costa de la Muerte. Pensamos que está limpio porque ahí baten las olas y si quedara fuel, lo habría dispersado pero no tenemos datos.

El mar me volvió a sorprender por su capacidad de regeneración, pero la población la industria también crecen y nada es infinito. Con la contaminación a la que sometemos a nuestro entorno, se puede decir que hay pequeños “prestiges” diarios. ¿O qué creemos que ocurre cuando echamos el aceite por el fregadero?.

Más de una vez alguien se habrá preguntado qué pasa con el fuel que no se pudo extraer del Prestige. En el año 2007 se llevó a cabo una campaña de control del pecio que permitió comprobar que los restos del petrolero vertían fuel por cinco grietas. Creo recordar que alguien se comprometió a que se vigilarían las manchas en superficie. En aquel año el petrolero vertía fuel por cinco grietas. Un de ellas pudo ser taponada, pero las otra cuatro fugas seguían activas, dejando escapar al día unos 13 litros de hidrocarburo. En la popa había otras dos fugas de hidrocarburo, también en sitios que habían sido taponados en 2003. Desde hace diez años poco más sabemos.

Quedan asuntos pendientes. En Galicia debería tener su base permanente un buque anticontaminación. El Monte Arucas no se sabe si es buque anticontaminación o gasolinera flotante de CEPSA o ambas cosas.  La evolución de la contaminación por el ‘Prestige’ y debido a otras fuentes a lo largo de la costa debe ser pública. Se debería comprobar regularmente el estado del buque hundido y ya de paso el de los 220.000 bidones con residuos radioactivos que se depositaron en la Fosa Atlántica. Tambien informar sobre el seguimiento de los 1462 casos de afecciones respiratorias detectados en las personas que estuvieron en contacto con el fuel.

En algo avanzamos. En diciembre de 2012 se aprobó el Real Decreto por el que se aprobó el sistema nacional de respuesta ante la contaminación marina, que ya se aplicó por ejemplo en el caso del Oleg Naydenov hundido en 2015 en Canarias.

El Prestige puede volver a repetirse. El tráfico marítimo frente a las costas de Galicia es muy denso. Por mucho que se aparte de la costa o que el doble casco sea obligatorio en los petroleros, siempre habrá un temporal furioso, como los que sufrimos en esta zona, o un capitán cansado con unos marineros mal pagados y extenuados. Por ello hay que tener una capacidad de reacción inmediata, casi robótica, para prevenir y paliar al máximo los efectos de catástrofes futuras.

 

Publicado en el suplemento Estela de Faro de Vigo

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2 comentarios

  1. Un acontecimiento que lo recordaremos en toda España, la pasamos fatal, y la multa de gran cantidad que se llevo la compañía…

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