Lecciones de la pandemia. Coronavirus.

En su Informe sobre la situación de la salud en el mundo de finales de 2003, la OMS enumeró las cinco lecciones principales que el mundo debería aprender de la epidemia de SARS.

La lección cinco fue que los sistemas de salud de los distintos países, deben proteger a sus trabajadores, que en los países muy afectados representan entre un tercio y dos tercios de los casos de SARS. La mayoría de las enfermeras eran (y son) mujeres, y entre el personal sanitario, las mujeres tenían 2,7 veces más probabilidades que los hombres de contraer SARS, mientras que fuera de los hospitales, infectaba a ambos por igual. Sin embargo, incluso ahora, en algunos países “ricos”, los médicos y enfermeras están muriendo y deben enfrentarse al Covid-19 sin máscaras, guantes y batas insuficientes. Lección no aprendida.

Lección cuatro: «Los científicos, médicos y expertos en salud pública del mundo están dispuestos a dejar de lado la competencia académica y trabajar juntos por el bien de la salud pública cuando la situación así lo requiera».

Decir que ha sucedido de nuevo con Covid-19 sería quedarse corto

La colaboración científica y médica ha sido asombrosa, al igual que la gran cantidad de investigación, compartida casi antes de que la “tinta” de los datos se secara, en servidores de preimpresión como bioRxiv o medRxiv. Esto también significa que se publica antes de que los revisores expertos hayan decidido formalmente que está bien, lo que requiere precaución antes de aceptarla, pero en muchos casos, los científicos revisan esta investigación y la utilizan para validar y guiar algunos de sus trabajos después de cerciorarse de la validez de la metodología empleada.

Es sorprendente la facilidad con la que se comunican todos los científicos y médicos, Es chocante ver a una comunidad científica global lidiar las 24 horas del día, los 7 días de la semana durante meses con una verdadera crisis global mientras que algunos políticos se embarran en discusiones y estrategias políticas para ganar un puñado de votos sin solucionar los problemas reales que esta pandemia está causando a las personas que los han elegido. En ambos virus SARS y SARS Cov 2, fueron los médicos y científicos, quienes le dijeron al mundo lo graves que eran las cosas.

La lección tres fue que las restricciones de viaje pueden ayudar, afirmó la OMS, a pesar de admitir que los controles de temperatura en los aeropuertos no detectaban todos los casos de SARS .No soluciona el problema pero ayuda a retrasar la expansión de la enfermedad. El caso de Italia en Europa y la ausencia de control en algunos países a los que viajaron personas infectados es un ejemplo de lo que no hay que hacer. Paradójicamente, la OMS lo desaconsejó en el caso de Covid-19. La Unión europea mantuvo una posición confusa y ambigua. Por otro lado, muchos países de todo el mundo cerraron sus fronteras como una extensión de sus confinamientos para frenar la propagación del Covid-19, y las restricciones de viaje fueron cruciales en China. Podemos afirmar que tal vez aprendimos la lección.

 

La lección dos fue que las alertas globales funcionan. Después de que la OMS emitiera su alerta sobre el SARS en marzo de 2003, los países afectados redoblaron sus esfuerzos y consiguieron controlar la epidemia, y otros evitaron que los casos importados se propagaran. El Tratado sobre el Reglamento Sanitario Internacional fue revisado a fondo en 2005 debido al SARS y lo consolida al ordenar que la OMS declare una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional cuando se avecina una amenaza extraordinaria. Con Covid-19, hicieron esa declaración el 30 de enero. Lección aprendida pero aplicada de manera desigual.

Vale la pena citar la lección uno en su totalidad:

“La primera y más convincente lección se refiere a la necesidad de informar, de manera rápida y abierta, los casos de cualquier enfermedad con potencial de propagación internacional. Los intentos de ocultar los casos de una enfermedad infecciosa, por temor a las consecuencias sociales y económicas, deben reconocerse como una medida provisional a corto plazo que tiene un precio muy alto: el potencial de altos niveles de sufrimiento humano y muerte, pérdida de credibilidad. a los ojos de la comunidad internacional, el impacto económico interno negativo en aumento, el daño a la salud y las economías de los países vecinos, y un riesgo muy real de que se pierda el control los brotes dentro del propio territorio del país…El fortalecimiento de los sistemas de alerta y la respuesta temprana [es] la única forma racional de defender la seguridad de la salud pública no solo contra el SARS sino también contra todas las futuras amenazas de enfermedades infecciosas.”

Y la OMS quiso que se aplicara a todos los países. Aunque la responsabilidad de hacer sonar la alarma recayó en China en 2003 y nuevamente en 2020, el mundo entero necesita aprender y aplicar esta lección. China ciertamente fue un poco (solo un poco) más abierta sobre muchas cosas sobre Covid-19 que sobre el SARS en 2003, excepto por el detalle crucial de que era contagioso, algo que tardaron demasiado en admitir y comunicar. Lección no aprendida.

¿Aprenderemos alguna vez?

 

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3 comentarios

  1. Hola Antonio me ha gustado mucho tu artículo, cosas que se podías añadir. No politizar el cov-19. Estoy viendo muchísimas acciones y decisiones politizando la situación actual en la que estamos en vez de pensar en salvar vidas.

  2. La vigilancia sobre los «escapes» biológicos de China sería también fundamental.

  3. Totalmente de acuerdo. Lo que da más pena es comprobar como científicos de prestigio se arriman a unos u otros. La ciencia no debería tener ideología.

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