¡Que el cielo no caiga!

Riesgos y eventos celestiales.

Un meteorito es un fragmento sólido del espacio que llega a la superficie terrestre después de sobrevivir su paso a través de la atmósfera. Proceden de objetos como cometas, asteroides o meteoroides, y proporcionan valiosas ideas científicas sobre el sistema solar temprano. La mayoría se queman en la atmósfera como «estrellas fugaces», pero los más grandes pueden llegar a Tierra.

El 26 de abril de 1803, una lluvia de meteoritos cayó cerca del pueblo de L’Aigle en Normandía, Francia. Este evento fue una de las primeras caídas de meteoritos documentados, en este caso por el científico francés Jean-Baptiste Biot.

El evento de Tunguska es uno de los misterios más fascinantes de la historia moderna debido a su magnitud y las incertidumbres que rodean su causa exacta. Ocurrió en una región remota de Siberia, cerca del río Tunguska, el 30 de junio de 1908. La explosión liberó una energía estimada de al menos 10-15 megatones de TNT, devastando unos 2,150 kilómetros cuadrados de bosque y derribando 80 millones de árboles.

A pesar de la magnitud de la explosión, no se encontró un cráter de impacto en el área, lo que llevó a los científicos a considerar que el objeto no llegó a la superficie de la Tierra, sino que explotó en la atmósfera. La explicación más aceptada es que un cuerpo celeste, posiblemente un cometa o un asteroide, entró en la atmósfera de la Tierra y explotó debido al calor generado por la fricción atmosférica

En 1954, un meteorito del tamaño de un pomelo atravesó el techo de una casa cerca del pueblo de Sylacauga, Alabama, EE. UU. y golpeó a Ann Hodges, que estaba durmiendo en su sofá. Ann sufrió contusiones pero sobrevivió.

En 1992, un meteorito entró en la atmósfera terrestre y se desintegró antes de aterrizar cerca de Peekskill, Nueva York. Uno de los fragmentos atravesó el maletero de un automóvil estacionado. El incidente ocupó titulares en todo el mundo, y el automóvil dañado se convirtió en una exhibición popular en museos y tiene hasta web (https://meteoritecar.com).

El 15 de febrero de 2013, un meteorito entró en la atmósfera terrestre y explotó sobre la región de Chelyabinsk, en Rusia. La explosión generó una gran onda de choque que causó daños significativos en edificios y dejó a más de mil personas heridas, principalmente por la rotura de ventanas debido a la onda de choque.

Se estima que tenía un diámetro de alrededor de 20 metros y una masa de alrededor de 13,000 toneladas, explotó a una altitud de aproximadamente 30-35 kilómetros sobre la Tierra. La energía liberada estimada equivalía a varias veces la de una bomba atómica.

En España existe la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, que realiza el seguimiento de grandes bólidos caídos en España desde 2003. El 18 de enero de 2021 cayó en Baralla (Lugo) un asteroide que antes de chocar con la atmosfera pesaba 2,6 toneladas y tenía un diámetro de 1,5 metros antes de chocar con la atmósfera terrestre y se convirtió en una piedra de 527 gramos

Además de los meteoritos, la cantidad de desechos espaciales que caen a la Tierra diariamente varía y es difícil de cuantificar con precisión. La mayoría de estos desechos consisten en pequeñas partículas o fragmentos que se queman al reingresar en la atmósfera terrestre, creando meteoros o «estrellas fugaces» que suelen ser inofensivos y pasan desapercibidos. Sin embargo, objetos más grandes, como satélites en desuso o etapas de cohetes, pueden sobrevivir al reingreso y alcanzar la superficie terrestre.

Las estimaciones sugieren que cada día entran en la atmósfera terrestre varias toneladas de desechos espaciales, pero la gran mayoría de este material se quema antes de llegar al suelo. La cantidad de desechos que llega a la superficie terrestre diariamente es mucho menor y depende de varios factores como el tamaño, la composición y la trayectoria de los objetos. Además, se realizan esfuerzos para rastrear piezas más grandes de desechos espaciales y mitigar el riesgo de posibles impactos en áreas pobladas.

El Skylab fue la primera estación espacial de la NASA, lanzada en 1973. Reingresó en la atmósfera terrestre en 1979 en un descenso descontrolado, dispersando desechos por el Océano Índico y partes de Australia Occidental. Aunque no hubo heridos, provocó preocupación internacional por los reingresos descontrolados y resaltó la necesidad de una mejor gestión de los desechos espaciales.

En 2009, el satélite ruso fuera de servicio Cosmos 2251 chocó con el satélite operativo Iridium 33 en órbita terrestre baja. La colisión generó miles de fragmentos de desechos, representando un riesgo importante para otros satélites y naves espaciales en órbita. Puso de manifiesto el creciente problema de los desechos espaciales y la necesidad de mejores estrategias de seguimiento y mitigación.

En 2007, China realizó una prueba de misiles antisatélite (ASAT), destruyendo uno de sus propios satélites meteorológicos en desuso, Fengyun-1C, en órbita terrestre baja. La prueba creó una gran nube de desechos, exacerbando aún más el problema de los desechos espaciales y planteando preocupaciones sobre la militarización del espacio.

Lo descrito son solo algunos ejemplos de las numerosas caídas de meteoritos y la entrada de desechos espaciales que han ocurrido, contribuyendo a mejorar nuestra comprensión del sistema solar y generar preocupación por la seguridad espacial y el impacto potencial en áreas habitadas.

No mires arriba…

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