El Romance entre el Frío y el Calor en la Historia de la Tierra.

Viajemos al pasado, específicamente a mediados del siglo XVI, cuando se desarrolló un fenómeno que marcó la historia de la feligresía de San Andrés de Hío (Cangas, Pontevedra). Los documentos de aquellos tiempos nos sumergen en un escenario desolador, donde la arena se convierte en el protagonista de una avalancha que cubrió vastas extensiones de tierra, dificultando enormemente cualquier labor agrícola o asentamiento humano. Este episodio, narrado por Andrés Pino en su artículo “Cambios en el paisaje como consecuencia de un episodio climático, en el contexto de la Pequeña Edad de Hielo (siglos XVI-XVII), en la feligresía de San Andrés de Hío (Cangas, Pontevedra)”, revela las duras condiciones impuestas por la naturaleza en aquel tiempo.

La historia de la Tierra está marcada por períodos de cambio climático que han influenciado significativamente la vida y las sociedades humanas a lo largo de los siglos.

Uno de estos períodos cruciales fue la Pequeña Edad de Hielo, un fenómeno que sumió a algunas partes del hemisferio norte en un frío persistente durante varios siglos.

Sin embargo, antes de este período gélido, Europa experimentó , desde el siglo VIII hasta comienzos del siglo XIV, lo que se conoce como el Período Cálido Medieval. Un período caracterizado por un notable calentamiento que generó efectos sociales, económicos y culturales. Las posibles causas incluyen aumento de la actividad solar, disminución de la actividad volcánica y cambios en la circulación oceánica.

Se registraron cambios en la distribución de los cultivos. Por ejemplo, los viñedos se extendieron a latitudes más al norte de lo habitual, como el sur de la península Escandinava, la Selva Negra alemana, Prusia oriental y en el centro y sur de Inglaterra. Tanto vino producían las islas Británicas que tuvieron que exportarlo.

Estas condiciones cálidas podrían haber favorecido los viajes de los vikingos. En torno al año 800, exploraron las Shetland, Orcadas, Hébridas y Feröe. Luego, entre los años 860 y 870, descubrieron Islandia. En 982 se establecieron colonias lideradas por Erik el Rojo, quien llamó a la tierra «Groenlandia», por su verdor. Más tarde, hacia el año 1000, el hijo de Erik el Rojo, llegó a una región que llamó Vinland, posiblemente ubicada en la actual Nueva Inglaterra o en el norte de Terranova.

El aumento de las temperaturas y las condiciones climáticas favorables también permitieron el florecimiento de la agricultura en Europa, lo que a su vez impulsó el crecimiento demográfico y la expansión urbana.

El número de ciudades y sus habitantes crecieron enormemente. Desde el siglo XI hasta mediados del XII surgieron hasta 1.500 nuevos núcleos urbanos con sus correspondientes mercados. Ciudades como París, Londres y Florencia experimentaron un crecimiento significativo. El continente europeo experimentó un gran incremento demográfico entre los años 1000 y 1347, antes de que la Peste Negra apareciera en Europa, el número de habitantes pasó de 35 a 80 millones.

Se amplió el área cultivada mediante el uso extendido del arado de vertedera y la rotación trienal de cultivos. Un año se sembraba cereal; al otro, avena y legumbres (que fijan el nitrógeno al suelo), y el tercer año se dejaban en barbecho, con lo que la tierra se recuperaba.

El clima no fue uniforme, con inviernos excepcionalmente fríos, como el de 1010-1011 o el de 1258. Este último fue consecuencia del enfriamiento atmosférico provocado por la erupción del volcán Samalas, en Indonesia.

En la península Ibérica, las temperaturas fueron suaves. Hubo sequías muy severas como las de 1057-1058, 1088 y 1094. Llovió mucho la vertiente atlántica, en invierno, con inundaciones de los ríos Miño (1102), Tajo (1138, 1168) y Guadalquivir (1168). También en la costa mediterránea, como en 1143 del Llobregat en Cataluña. El ambiente cálido se mantuvo durante el siglo XII.

Los inviernos fueron muy fríos en el norte de la península en 1110-1111, 1113-1114 y 1133-1134 y la década de 1190. Se congelaron algunos ríos.

La Pequeña Edad de Hielo, comenzó alrededor de 1550. Consistió en tres picos fríos (1650, 1770 y 1850) alternando con períodos cálidos. En este período, Europa y otras partes del hemisferio norte tuvieron un clima frío y variable. Inviernos fríos y veranos frescos. Entre las causas se proponen, descensos de la radiación solar, aumento de la actividad volcánica, cambios en la circulación oceánica, variaciones en la órbita de la Tierra y la inclinación axial (forzamiento orbital), variabilidad inherente en el clima global y disminución de la población humana (masacres de Genghis Khan, la Peste Negra y epidemias en América tras el contacto con los europeos.

El frío permitió hazañas militares, como que las tropas francesas se apoderaran de una flota holandesa atrapada en el hielo en 1795. La única vez en la historia en que hombres a caballo capturaron una flota de barcos.

La Pequeña Edad de Hielo puede haber desempeñado un papel en el colapso de la dinastía Ming en China, como resultado de la escasez de alimentos que causó revueltas campesinas. El descenso de las temperaturas y el aumento de la capa de hielo en la tierra y el mar pueden haber contribuido a la desaparición de las colonias nórdicas de Groenlandia. Algunos afirman que el sonido único de los violines Stradivarius se debe a que la madera que utilizaba Antonio Stradivari era más densa de lo habitual a causa del frío.

A pesar de los desafíos, la gente encontró formas de adaptarse al frío extremo. En Europa, se celebraban «ferias de la escarcha» en ríos congelados, donde la gente participaba en diversas actividades recreativas. Además, comunidades como los mojave en América del Norte y los holandeses en Europa desarrollaron estrategias comerciales y tecnológicas para hacer frente a los desafíos del clima cambiante.

Hoy en día, mientras nos enfrentamos al desafío del cambio climático global, la historia de períodos como el Período Cálido Medieval y la Pequeña Edad de Hielo ofrece lecciones valiosas sobre la capacidad de adaptación de las sociedades humanas ante cambios ambientales significativos.

Estudiar cómo se superaron los desafíos del pasado puede ayudarnos a prepararnos mejor para los desafíos futuros como resultado del cambio climático.

Compartir:

Deja un comentario