Cómo llegué a tener un coche eléctrico y lo que pasó a continuación.

Según el informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente: “El transporte era responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones de CO2 en la UE en 2019, de las cuales el 71,7%% provino del transporte por carretera”.

“Para reducir las emisiones de CO2 y alcanzar la neutralidad climática del Pacto Verde Europeo, hay que disminuir un 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte para 2050, respecto a los niveles de 1990.”

El software del coche que tenía en 2022 se desconfiguraba. Se cambiaba la fecha, los kilómetros. En fin un caos. No era un coche chino. Era un coche europeo. De las marcas que llaman premium.

Lo llevé al concesionario y lo arreglaron. Me preguntaron si quería comprar un coche eléctrico. El coche de combustión que tenía estaba en modo renting (das una entrada, pagas unas cuotas y al cabo de unos años decides si te lo quedas pagando la cuota final). Nos dijeron que había que encargarlo con un año de antelación. Además que si cunado llegase no lo queríamos no había compromiso.

Lo encargamos.

Llegó un año más tarde.

El coche de combustión estaba nuevo. Tenía unos cuarenta mil kilómetros y lo podíamos adquirir por una cantidad muy razonable.

Entraron en acción la conciencia ecológica Sentía la presión del planeta sobre mi espalda y todo lo que usted quiera añadir. No nos planteamos muchas cosas más. Sí, la energía de la electricidad viene en parte de la combustión de combustibles fósiles, pero disminuíamos nuestra egoísta contribución a polución de la mala. La de proximidad. La que nos mata en nuestras ciudades.

Nos dejaron un coche de prueba e hicimos un viaje a Santiago y otro a Oporto. En Santiago había que recargar en un hotel cerca del aeropuerto (debe ser por la cooperación público privada). En el viaje a Oporto había dos puntos de carga. Intentamos cargar en uno. Tenía 25 cargadores. Aunque tenía la aplicación (app), no había cobertura para el móvil. Nuestros correligionarios portugueses de la secta de los eléctrico-conversos nos decían “telemóvel não funciona precisávamos do cartão”. Cargamos en un punto de vuelta a Vigo.

Mientras no instalamos un PDR (punto de recarga) buscábamos los puntos con menos coches y que cargasen más rápido. Tampoco como un cohete de la NASA pero rápido.

Alguno de estos PDR no estaban conectados (la caja estaba instalada, pero las mangueras de carga estaban pudorosamente cubiertas con unos castos manguitos para proteger de la tentación de cargar. Otros no funcionaban, otros lo hacían a ratos, se interrumpían y había que volver a iniciar el proceso.

Por cierto, no puedes salir sin casa sin las mangueras de carga. Nunca sabes lo que te puedes encontrar o lo que puedes necesitar. Tres mangueras.

En fin, éramos pioneros. Que se le va hacer.

Nos instalaron el PDR en casa. Una maravilla no había que ir a las gasolineras y soportar el olor a combustible fósil que lo impregna todo. Nuestra factura de la electricidad seguía más o menos igual.

Mejoramos. Cargar en el mundo real es tener unas 16 apps o tener una “app concentradora” (una app que te permite usar con un sobrecoste, todas las suministradoras del mundo mundial).

Finalmente llego la prueba de fuego. Nos fuimos a pasar el verano auna casa en el Morrazo. No iba a instalar otro PDR y cargar con enchufes de dos amperios (los que tenemos en casa).

Comenzó la busca de los PDR públicos. Públicos porque no necesitas un carne de socio, y puedes acceder sin saltar una barrera de seguridad. Privados porque tienes que pagar y para pagar necesitas la app del suministrador de cada PDR. Uno de los PDRs estaban en una segunda planta subterránea. No había cobertura pero yo había leído algo de que había un WiFi que te permitía acceder. Genial. Pero tenía que registrar mi tarjeta a la app y recibir un SMS de confirmación. Subí a la calle y recibí el SMS. Bien. Había conseguido el primer objetivo.

Según la información de la app había cargadores de 22 y de 7,4 Kw/hora (más lentos). No encontré un cartel indicador de la capacidad de carga de cada cargador. Algunos parecían no operativos. La luz era como las de las películas de la mafia cuando matan a alguien y lo van a enterrar en cemento. El teléfono de atención 24 h no respondía.

El siguiente reto era conseguir usar otro cargador en el mismo lugar pero de 22Kw/h. Unos días después me acerqué. El cargador de 22Kw estaba libre. Como ya sabía lo que había que hacer todo fue muy fácil. Dejé el coche cargando. Fuimos a hacer gestiones. Al cabo de una hora y media volvimos. El coche solo había cargado 11 minutos.

No soy especialmente lerdo. O tal vez los lerdos seamos multitud y no queremos confesarlo en público. Copio algunas opiniones de usuarios:

“De pena de los cuatro cargadores, 2 no funcionan. Los otros dos no están identificados para activarlos”. Otro “no carga”. Otro “apenas me cargó. No están funcionando bien y ni de lejos se acercan a los 7,4 Kw”. Estos comentarios corresponden a un solo PDR. No merece la pena seguir.

Según el barómetro de ANFAC, patronal de fabricantes de coches. “En Galicia, el 70 % de la red es lenta (menos de 22 kilovatios de potencia), con 862 postes de alimentación que requieren entre tres y 19 horas para una recarga completa. Además, hay 69 cargadores de entre 20 y 50 kilovatios, que precisan de entre hora y media y tres horas con el coche enchufado para continuar la marca. El 14 % son de entre 50 y 100 kilovatios, que exigen entre 30 minutos y una hora para recargar la batería; 41 cargadores permiten alimentar la batería en menos de 15 minutos y solo un 4 % del total ofrecen el servicio de carga superrápida, en un tiempo de entre 15 y 10 minutos.

“España roza las 32.500 estaciones de recarga para coches eléctricos, pero una cuarta parte — 8.645 de estos cargadores— se encuentran inoperativos, según ANFAC, un dato «preocupante» para la patronal, ya que este volumen de puntos de carga se sitúa lejos de los 45.000 que Bruselas había establecido como meta el año pasado para cumplir los objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono.

Pese a ello, según un informe presentado ayer por la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive) el 62 % de los españoles se plantean comprar un coche eléctrico en los próximos cinco años y, entre los principales beneficios que alegan para la adquisición destacan el ahorro en el coste del combustible y la sostenibilidad”.

¿Alguien cree que un jubilado o un mileurista, se puede comprar un coche eléctrico, más caro que le de combustión, y con una autonomía muy limitada?

¿Alguien cree que en la múltiples Laponias españolas se pueden comprar coches eléctricos sin miedo a quedarse tirados en mitad de la nada?

Por cierto, la calefacción consume, el aire acondicionado consume y hasta los limpia parabrisas consumen. Por eso hay que tener puntos de carga.

El coche es muy bueno. Es el mejor que tuve hasta ahora, pero no hay suficiente infraestructura para usarlo y disfrutarlo.

¿Qué pasó? Lo que ustedes imaginan. O no.

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