Cambio Climático
El cambio climático es una realidad innegable, pero ¿son realistas las soluciones y los plazos que nos proponen? Mientras los líderes mundiales anuncian ambiciosos objetivos de reducción de emisiones, un análisis más profundo revela una brecha preocupante entre las palabras y los hechos, y expone la inmensa dificultad de la transición energética que necesitamos.
La Brecha de la Credibilidad: Promesas vs. Producción
Según el Informe sobre la Brecha de Producción 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), la producción de combustibles fósiles planificada sigue excediendo ampliamente los límites necesarios para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C. Para 2030, se estima que la producción mundial será un 240 % mayor en carbón, un 55–60 % mayor en petróleo y un 65–70 % mayor en gas natural respecto a lo compatible con dicho objetivo.
Un reciente informe de la ONU es contundente: la producción de combustibles fósiles planificada por los gobiernos del mundo «excede ampliamente» el límite necesario para mantener el calentamiento global en 1.5°C y evitar los peores impactos climáticos. A pesar de las cumbres climáticas como la COP26 y los compromisos adquiridos, la realidad es que muchos países planean aumentar su producción de carbón, petróleo y gas en las próximas décadas.
Tomemos el ejemplo de Arabia Saudí: anuncia un objetivo de cero emisiones netas para 2060, pero no menciona ninguna reducción en la inversión o producción de sus vastos recursos petroleros, que le reportarán unos 150 mil millones de dólares solo este año. No es un caso aislado. El análisis de las 15 principales naciones productoras de combustibles fósiles muestra que gigantes como EE. UU., Canadá, Australia, China, India y Rusia proyectan aumentos en su producción de petróleo, gas o carbón. Solo Reino Unido e Indonesia prevén descensos.
El respaldo financiero refuerza esta tendencia: desde 2015, los 60 bancos más grandes del mundo han financiado más de 4,2 billones de dólares en proyectos de combustibles fósiles. Además, tras el inicio de la pandemia, los países del G20 han destinado más de 350.000 millones de dólares en subsidios directos a esta industria, superando ampliamente el apoyo a las energías renovables.
Los expertos advierten que, para mantener una probabilidad del 50 % de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, la mayoría de las reservas fósiles conocidas deben permanecer sin explotar. Sin embargo, los planes actuales están encaminados a producir en 2030 volúmenes muy superiores: +240 % de carbón, +57 % de petróleo y +71 % de gas respecto a lo aconsejado. El Emissions Gap Report 2023 confirma que, de seguir así, enfrentaremos un aumento de temperatura global de 2,7 °C para 2100.
La Escala del Desafío: ¿Metas Realistas o «Delirantes»?
El profesor emérito Vaclav Smil, autor de «Cómo funciona realmente el mundo«, aporta una dosis de crudo realismo. Argumenta que, si bien la transición energética es necesaria, subestimamos radicalmente su escala y dificultad. Nuestra civilización global depende intrínsecamente de los combustibles fósiles, y desmantelar esa dependencia es una tarea monumental que requiere billones de dólares y décadas, no años.
Smil califica de «delirantes» objetivos como reducir las emisiones globales en un 45% para 2030 (faltando solo unos años y con emisiones aún en aumento) o la descarbonización completa de la electricidad en EE. UU. para 2035, un país que carece de una red eléctrica nacional robusta capaz de gestionar la intermitencia de fuentes como la eólica y la solar a esa escala.
Señala el ejemplo de Alemania: tras 20 años y casi medio billón de dólares invertidos en su Energiewende (transición energética), pasó de obtener el 84% de su energía primaria de fósiles a «solo» el 76%. ¿Cómo se puede pasar de ese 76% a cero en poco más de una década?
Smil critica la contradicción de nuestras sociedades: matriculamos más SUV (que emiten un 14% más CO₂ que coches pequeños y han sido un motor clave del aumento de emisiones) mientras hablamos de sostenibilidad, o desperdiciamos entre el 30-40% de los alimentos en países como EE. UU. Reconoce los avances en eficiencia («nuestros ingenieros no están dormidos»), pero insiste en que la escala del consumo y la infraestructura existente hacen que los cambios rápidos sean extremadamente difíciles.
El Factor Humano y la Inercia del Sistema
¿Por qué, sabiendo del problema durante más de 30 años, hemos hecho tan poco? Smil apunta a la psicología humana: tendemos a «descontar el futuro». Los sacrificios necesarios hoy (invertir masivamente, cambiar estilos de vida) producirán beneficios tangibles principalmente para las generaciones futuras (hijos y nietos), algo para lo que no estamos «programados».
Además, la necesidad de cooperación global entre los mayores emisores (China, EE. UU., India, Rusia) choca con las realidades geopolíticas actuales. Las soluciones, argumenta Smil, no vendrán de los extremos ideológicos, sino de un «medio aburrido» y pragmático que reconozca las leyes de la física, la termodinámica y las necesidades energéticas reales para industrias como la del acero, el cemento o los productos químicos. Sugiere que un paso práctico en las últimas décadas habría sido reemplazar masivamente las centrales de carbón por gas natural de alta eficiencia, ahorrando miles de millones de toneladas de CO₂.
Conclusión: Hacia una Honestidad Climática
El camino hacia un futuro climático más seguro exige más que promesas ambiciosas. Requiere una honestidad brutal sobre la magnitud del desafío, la profunda inercia de nuestro sistema energético basado en fósiles y las limitaciones reales de las alternativas actuales a gran escala sin una infraestructura adecuada.
Mientras los científicos nos urgen a dejar los combustibles bajo tierra, la realidad económica y política sigue impulsando su extracción. Necesitamos exigir a nuestros líderes acciones concretas que vayan más allá de los discursos, pero también debemos reconocer, como sociedad, la dificultad intrínseca de esta transición sin precedentes. Las soluciones no serán fáciles ni rápidas, y probablemente requerirán un enfoque más pragmático y menos polarizado, centrado en lo factible y en la constante, aunque a veces lenta, mejora de la eficiencia y la adopción de alternativas viables. El debate real debe centrarse en cómo navegar esta complejísima transición, reconociendo tanto la urgencia del problema como la dificultad de las soluciones.
Climate change is one of the hot topics in recent years. Each of us needs to raise awareness to protect our own living environment.
Excelente artículo Antonio, sobre todo para la reflexión.
Aunque la verdad, deja poco margen para la esperanza.
Buenos días
La pobreza general es el objetivo, inconfesado pero inevitable, de la acumulación de capital privado, que es a lo que se llama capitalismo.
La pobreza genera necesidad de servidumbre y sometimiento, de los seres humanos pobres hacia los que poseen el capital, y en consecuencia el poder. Objetivo real de la acumulación de capital.
Y en el mercado de la energía ocurre igual. La pobreza energética es el mayor mercado de capital en la humanidad actual.
En consecuencia se rechaza, de forma activa y pasiva, cualquier tecnología que pueda abastecer a la humanidad de energía realmente sobreabundante/barata, limpia y disponible en todas partes las veinticuatro horas.
La energía gravitatoria de las hidroeléctricas es inagotable.
Y se hace más barata y universal si se utiliza sin salto de agua de forma autónoma.
Ya existe la tecnología.
¿Por qué no se desarrolla?
¿Por qué se oculta y hasta se prohíbe su reconocimiento con el absurdo argumento de que es imposible el movimiento continuo desde una energía continua?
Porque interesa la pobreza energética salvo desde las fuentes poseídas y controladas por los actuales propietarios del poder.
Si está interesado en más detalles de los resultados experimentales de la transformación de la energía gravitatoria en energía cinética, con excedente suficiente y permanente sobre la energía potencial con resistencias incluidas, estoy a su disposición, en el correo de esta comunicación. angelluis@alcancela.com
La gran preocupación manifestada por el cambio climático en los medios, no se corresponde con la inversión real en ciencia como la fusión nuclear. Mientras en Europa se movilizan para invertir 850.000 millones € en armamento se desatiende el reto real que el invertir en ciencia para obtener la ansiada energía abundante que no polucione. Menos ideología, más hechos y financiación para investigación en materiales superconductores, en pilas más eficientes para acumular una energía que es abundante por doquier en el universo y que solo nuestra ignorancia e incompetencia tecnológica, convierte la energía en un producto escaso.