Desengañémonos, los periodistas y los medios, conocidos como el Cuarto Poder, están siendo opacados por el Quinto Poder (los ciudadanos). Tampoco el periodismo es un oficio (eso queda para los nostálgicos). El periodismo es -desde que se estudiara en una facultad- una profesión en toda regla, una disciplina del conocimiento, cuyo reconocimiento viene avalado por la propia UNESCO. Y el periodista -en consecuencia, el periodismo- no es objetivo. No en estos tiempos. Pero, los periodistas serán cada vez más necesarios.

Pero ¿Qué tipo de periodistas serán necesarios?  ¿Seguiremos pensando en el modelo de Pirámide invertida en la creación de noticias? ¿Seguiremos apostando por un modelo de negocio basado en la publicidad –hasta hace pocos años, el 70 % del sostén económico de una empresa periodística- en las promociones o suscripciones?

Está bien hablar de McLuhan, conocer su obra y legado; está bien hablar de las corrientes e ideologías narrativas; está bien hablar y conocer los géneros periodísticos e incluso las técnicas de redacción periodística ¿Qué profesional formado en esta disciplina no ha leído y estudiado a Martin Vivaldi, Martínez Albertos o Desantes? Particularmente, me gusta hablar y recordar la labor egregia de los primeros periodistas en España, empezando por Mariano Nipho –y su periódico Diario Noticioso, creado en 1758- o alabando los muchos artículos intemporales de Mariano José de Larra, escritos en el siglo XIX (“Vuelva usted mañana”, “El casado pronto y mal”, “El castellano viejo”, “En este país”, por citar algunos y cuya lectura recomiendo). Considero que hay que conocer el pasado para consolidarnos en el futuro. Pero, la dedicación de nuestro tiempo debe incidir con mayor fuerza en la adquisición, sobre todo, de competencias y nuevos conocimientos en donde prime tanto el pensamiento crítico como el pensamiento computacional. Y es que los reclutadores de personal, no van a preguntar al candidato cuantos artículos escribió Larra, ni a debatir que las extensiones del ser humano (descrito por Marshall McLuhan), alcanzan a los modernos Smartphones, tecnología que no se habían inventado y cuyos creadores ni siquiera habían nacido en la época macluhaniana.    

Por tanto, en la actualidad corresponde hablar de nuevas corrientes teóricas que van más allá de lo que en su día propuso el autor de Aldea Global (Emisor, canal, receptor); tampoco de Mediamorfosis, término acuñado por el investigador británico Roger Fidler y que utilizó para describir el proceso de transformación de las redacciones en 1984 con la incorporación de la ciencia computacional en los medios. Hoy, el debate debe centrarse en el “sincretismo tecnoinformativo critico”. Concretamente, debemos hablar, debatir y consensuar sobre el concepto de Infomorfosis, término que describe la transformación de la información en su forma y contenido; de Pirámide invertida del periodismo de datos, del Rombo informativo, o del Flujograma Algorítmico Circular Rizomatico o la teoría (que vengo abordando) denominada Sinapsis Algorítmica Reticular Expansiva (SARE) para el desarrollo del periodismo transmediático. Todo esto para el posicionamiento de las nuevas teorías de las que debemos partir.

Pero, también toca analizar sobre la rentabilidad del producto de los medios. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿podemos vivir económicamente del periodismo? Por supuesto que sí. No, no estoy loco. Me reafirmo: podemos ganar dinero con nuestra profesión en la industria de los contenidos en donde impera lo digital y lo multimedia. Con un matiz: la industria de los medios es parte inherente de la industria de los contenidos. De ahí que no es es baladí sostener que el periodista o comunicador puede crear su propio medio (en la Web) que compita con los grandes medios. Crearlo es posible. Otra cosa es lograr el éxito. Sólo hay una fórmula: encontrar el valor añadido –agregado- que otros no dan. Para ello, necesitamos saber de técnicas y estrategias empresariales. Por ejemplo, saber si la teoría de la Larga Cola (Long Tail), descrita por Cris Anderson, puede adaptarse al nuevo medio.

Por tanto, en este nuevo panorama, se trata de sumar y no restar: sumar conocimientos que empoderen al periodista. ¿Qué tipo de conocimientos? Además de la filosofía y sociología, disciplinas como la antropología y etnografía que van servir para estudiar la cibercultura de los medios, tanto de los de dentro como los de fuera, sobre todo, de los usuarios (antes llamada audiencia). Necesitamos saber como interactuar, cómo fidelizar con la audiencia. Para ello es preciso saber que necesidades, deseos u opiniones tiene la gente que está detrás de una interface de redes sociales.  Porque los accesos a los contenidos periodísticos se producen a través las comunidades virtuales de redes sociales (la puerta trasera) y ya no por la cabecera del medio. O ¿es que acaso no necesitamos público? Si, desde 1758 (en que se funda Diario Noticioso).  Entonces, necesitamos hacer una inmersión y estudiar a los usuarios desde dentro de sus comunidades. Porque esa es una pieza fundamental en la rentabilidad de los medios. Pero,  también, necesitamos de otras disciplinas como la Estadística y Matemáticas, que nos va a permitir descifrar, procesar y entender la ingente (Big data) cantidad de información no estructurada que existe en la red. O la programación informática, que nos ayudará a procesar datos, diseñar y crear algoritmos o, por lo menos, a entenderlos, lo que repercutirá en la eficacia en el uso de las técnicas de acceso y visualización de la información. Información veraz y contrastada que todos ciudadano necesita y tiene derecho a saber. A todo esto se suma, el aterrizaje de la Inteligencia Artificial (IA) en las redacciones lo que requerirá de la adaptación de la ética para su regulación. Para unos, bueno y, para otros, malo. Porque como se afirma en el artículo sobre la ética de la IA en la revista Comunicar, el uso de ésta debe ser regulada, estudiada y puesta a consideración desde otros ángulos, no sólo por tecnólogos sino, sobre todo, por comunicadores y científicos del comportamiento. 

Los siguientes post serán temas de debate sobre la IA como nuevo paradigma en el ecosistema periodístico, mediático e informacional.  De hecho, en el próximo congreso de Estudios sobre Medios de Comunicación, «¿En quien confiar?», vamos a proponer el Decálogo del nuevo perfil periodístico. Curiosamente, esta propuesta coincide con las diez letras que conforman la palabra PERIODISTA. 

Productor (creador de contenidos)

Emprendedor (busca la rentabilidad del medio, de la profesión)

Riguroso (contraste de fuentes, aunque la inmediatez y la interpretación no están reñidas)

Influenciador (rol que no debemos perder)

Observador (nada debe pasar desapercibido)

Dinamizador (con la nueva audiencia de Internet)

Innovador (busca iniciativas, propuestas, piensa que todo no está hecho)

Socializador (transfiere un conocimiento)

Tecnológico (suma capacidades y competencias digitales)

Abierto (a la crítica, al debate, a la transparencia informativa)

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