LA PATENTE QUE DIO ORIGEN A LA COSTUMBRE ESPAÑOLA DE CONSUMIR CAFÉ TORREFACTO

La costumbre de consumir el llamado café torrefacto o torrado en España y gran número de países iberoamericanos tiene su origen en una invención patentada por el inventor y empresario español José Gómez Tejedor (Frades de la Sierra, Salamanca, 1854 – Badajoz 1932). Durante su infancia y primera juventud se dedicó al pastoreo trashumante entre Salamanca y Soria y a finales de la década de los 70 del siglo XIX se estableció en Badajoz.  Allí, en una tienda de ultramarinos, entró en contacto con la tostación del café. Compró una cafetería de nombre “Café Europa” en Badajoz y comenzó a viajar a México para abastecerse de materia prima. Allí conoció que al igual que en Cuba, los mineros añadían azúcar a los granos de café para protegerlos de la humedad. A su regreso inventó el procedimiento de tostado del café conocido como “torrefacción” y el 22 de noviembre de 1901 presentó su solicitud de patente ES28829. Esta patente fue concedida de acuerdo a la Ley de patentes de 1878, la cual no exigía la presentación de reivindicaciones, sino únicamente de una llamada “nota”, que podría considerarse el antecedente de las reivindicaciones. El contenido de la “nota” se define en el artículo 15 segundo de dicha Ley:

“Al pie de la memoria se extenderá una nota que exprese clara, distinta y únicamente cuál es la parte, pieza, movimiento, mecanismo, operación, procedimiento o materia que se presenta para que sea objeto de la patente. Esta recaerá tan sólo sobre el contenido de dicha nota”.

Además de la ausencia de un juego de reivindicaciones como el que es obligatorio actualmente, las patentes se presentaban manuscritas. A continuación, se reproducen la portada de la solicitud y el encabezamiento de la memoria de la patente:

En la memoria, José Gómez pedía disculpas por sus escasos conocimientos técnicos y científicos:

“Siento no poseer conocimientos bastantes para expresar mejor, científica y técnicamente las propiedades que resultan con mi procedimiento de tostado de café; así pues, he de concretarme a decir, en pocas palabras, mis observaciones en la práctica sucesiva y constante.»

Según se describe en la memoria, la invención consistía en un “tostado especial de café” con las siguientes etapas:

Resumidamente, la invención consiste en proporcionar a los granos de café una capa protectora de azúcar y manteca de cacao que queda firmemente adherida durante el tostado.

Caja de café “José Gómez Tejedor” donde se mencionaba la patente sobre

                               el método de torrefacción (Fuente: todocolección.net)

 

Aunque la patente ES28829 fue la base del imperio del café torrefacto de José Gómez Tejedor, no fue su único invento. En la base de datos de la OEPM figuran 12 documentos de patente en las que aparece como titular y dos más a nombre de “Herederos de José Gómez Tejedor”. En 1906 presentó la solicitud “Mejoras en el procedimiento de torrefacción con los medios para llevarlo a cabo” de número ES0039494 y en 1912 la de número ES0053015 sobre “un nuevo procedimiento para la torrefacción del café y su enfriamiento después sin que pierda nada de su aroma”.

La patente ES0039494 sí contaba en esta ocasión con reivindicaciones y además estaba mecanografiada, un cambio que trajo la Ley de Propiedad Industrial de mayo de 1902:

Reivindicaciones de la patente ES0039494 por “mejoras en el procedimiento de torrefacción”

Está claro que el concepto de reivindicación estaba aún en pañales, pues no cumplían con los requisitos exigidos actualmente por las oficinas de patentes.

El procedimiento de torrefacción del café de José Gómez-Tejedor permitía que los granos de café tostados se conservaran durante unos 6 meses sin problemas. Ello le permitió distribuir su producción por toda España e incluso exportarla a algunos países iberoamericanos. José Gómez-Tejedor también creó la conocida marca de café, aún comercializada, “Cafés la Estrella”.

 

Su patente de número ES0180282 y título “procedimiento de fabricación de bloques o granos de sucedáneos de café”, que mezclaba malta molida con sustancias aromáticas, nos da una idea de las penurias que atravesó España durante la posguerra de los años 40.

Reivindicación independiente de la patente de número ES0180282 sobre “procedimiento de fabricación de bloques o granos de sucedáneos de café”

La invención de José Gómez-Tejedor fue la responsable de que aún hoy el café torrefacto se siga consumiendo en España e Iberoamérica, con Argentina a la cabeza, donde se denomina “café torrado”. En Europa también se consume en Austria y en Francia, pero en menor medida.

Figuras de la patente ES0056383 sobre “horno que consta de dos bóvedas”

 

En los últimos tiempos se ha producido un intercambio de opiniones en relación al café torrefacto en el medio digital “el diario”. Por un lado, Enrique Benítez acusa a José Gómez-Tejedor de ser el culpable de que en España se beba tan mal café, aunque reconoce que fue un genio y un pionero de la publicidad. No es el único que aborrece el café torrefacto y otros blogueros acusan a la invención de diabólica. En defensa de su bisabuelo ha intervenido en la misma tribuna Abelardo Jurado Gómez-Tejedor, conocedor del mundo del café, que afirma que la mala fama que actualmente tiene el café torrefacto en España tiene su origen en la dificultad que las empresas del resto de la Unión Europea, principalmente italianas, francesas y alemanas han tenido para entrar en España desde nuestra incorporación al mercado común, porque ellas no comercializaban el café torrefacto, lo cual se convirtió en una “barrera tecnológica”. A pesar de la campaña contra el café torrefacto, este aún supone el 51,8% del mercado, según el bisnieto de José Gómez-Tejedor.

José Gómez-Tejedor también inventó el billete publicitario (Fuente: Cafés la Estrella)

Conclusión

Independientemente de que usted prefiera el café torrefacto o natural, es preciso reconocer que la invención patentada por José Gómez-Tejedor permitió extender y popularizar el consumo del café en España e Iberoamérica.

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2 comentarios

  1. No estoy al tanto de la polémica suscitada en «el diario», pero cualquiera que haya probado (y acostumbrado, pues al principio cuesta hacerlo por nuestra arraigada tradición) un buen café natural, solo, sin azúcar ni edulcorantes añadidos, podrá apreciar los matices de la bebida y las diferencias entre café y café en todos los lugares donde lo pruebe. Los llamados cafés con leche, azúcar o cualquier otra variación son un bebedizo como la Coca-Cola, por más que sea los que más se beben. Claro, en un café con leche el sabor del café, en sí mismo diluido, se potencia con el torrefacto.

    La torrefacción tendría su justificación en otros tiempos y sirvió, como dice el artículo, para la conservación del café. Y sí, en cierto modo es «culpable» de que se beba tan mal café en España… porque además enmascara la verdadera calidad del café que se ofrece, por lo demás de ínfima calidad en muchos bares. Otro tema es que el término torrefacción -que es una técnica de tratamiento térmico- está mal empleado. En realidad es tostación con adición de azúcar.

    Ditto: el té no se contempla aquí, pero beberlo en un bar cualquiera también es una experiencia abominable.

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