Paraules d´amor per la mia mare. Barcelona, José Tomas y Cayetano

Barcelona: Pasión y Tauromaquia. La mia mare, José Tomás y Cayetano

Palabras de amor para mi madre. Palabras que salen de las mariposas que tengo en el estómago después de una jornada inolvidable. No escribo tarde sino jornada. Fue un 17 de junio de  2007.

A Israel, Javier, Paloma y Rosa. A Manuel Durán, por tanta vida juntos.

Barcelona, 17 de junio de 2007.

Todo el día estuve pensando en ella. En su pasión por Cataluña. En su deseo vital de hacerme entender que en aquella tierra está su pasado… y en la espiral de la vejez también su presente..
La mia mare tiene un pasado de guerra, de infancia robada, de angustia. La mia mare es una de las razones de mi existencia. Cuando Rosa Jiménez Cano, Manolo Duran y yo descendimos del avión, casi de madrugada, estuve a punto de agacharme y besar el suelo que dio cobijo a la niña perdida entre las balas. No lo hice.

Ya digo que era temprano. Y caminamos. Me dejé llevar por la brújula que Manolo lleva dentro y en el paseo llegamos a la plaza de toros de La Arenas. La vi en esqueleto, en costillas de hormigón y ladrillo desgastado. Hace más de una década la había fotografiado en sus rincones y secretos (capilla, enfermería, corrales, todo en ruinas al fin…). Ahora ya estaba muerta.

Barcelona se me fue pareciendo a mi madre, con sus historias de infancia y sus recuerdos vivos. Barcelona se me dibujó en tipos de la metropoli, con vagabundos, inmigrantes y meritorios del Paralelo. Y en Las Ramblas el pululeo de idiotas, mirones, paseantes, buscavidas y la marea de taurinos llegados de todas partes para el evento de las siete.    

A mediodía formamos el grupo de amigos. Risas, bromas y un almuerzo de coreanos, vietnamitas o laosianos que nos salvaron del hambre con platos combinados y bocadillos de relleno al  «pan tumaca» .
Y en los nervios de la tarde, después del café reposado por el cansancio, otra vez la voz muda de la mia mare se me vino a la cabeza aturdida por el bochorno.

La espera fue eterna. Y al llegar la hora el reloj cedió unos minutos en su cortesía. Se hizo el silencio. Sonó la música y en el paseíllo busqué el cuerpo delgado y triste del torero. De azul y oro era la imagen… Y la mia mare volvió a ocupar el mismo lugar en el pensamiento. Una fotografía de infancia, la única fotografía con la que recuperar el pasado se fue mezclando con pases de capote y de muleta.

Toreó un tal Finito y yo pensaba en la mia mare… 
Toreó de seguido José Tomás y la mia mare se me hizo coral de azul añil.
Toreó después Cayetano, el de los Ordóñez, y los ojos claros de la mia mare me vinieron a mirar desde el mar de su Palafrugell sagrado.
Y luego se repitió el suceso, el éxito (doble sesión por el mismo precio). Faenas para el Cossío de redacción improvisada. Tarde memorable, apoteósica.

Busqué la forma de llegar hasta el albero. Tenía que llegar, tenía que hacerlo. Y por veinte euros, solo por veinte euros que le regalé a un portero de alma dura y corazón partío, inmortalicé la escena buscada. Los capitalistas los llevaban en hombros. ¿Eran ellos? Cayetano y Tomás, o viceversa, cruzaron la puerta grande de La Monumental, pero a través del visor de mi cámara no eran ellos quienes volaban sobre cabezas de terciopelo, sino María Luisa Vigil, la mia mare a la que tanto quiero.

¡Gracias toreros!

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