El futuro de la Ciencia española

¿Qué futuro le espera a la Ciencia española? ¿Qué perspectiva tienen los jóvenes investigadores? ¿Seremos capaces de cambiar el sistema productivo español a uno basado en la Ciencia y la Tecnología? Las respuestas a estas tres preguntas son pesimistas. Como continuación del artículo anterior, hago unas reflexiones sobre la situación de la Ciencia española, de lo que le importa a la Sociedad y de la culpa que tenemos los científicos.

En septiembre de 2009, coincidiendo con los primeros rumores (¿globos sonda?) de las rebajas en presupuestos para I+D (¿recuerdan que se habló de hasta el 37% de reducción?), se inició un intenso debate sobre la situación y futuro de la ciencia española. La parte positiva de este asunto es que la mayoría de las opiniones eran favorables a potenciar la investigación científica; la negativa es que prácticamente todas las opiniones procedían de científicos y muy pocas de ciudadanos que no fuesen científicos profesionales.

Este hecho posiblemente refleja que la «ciencia y la labor de los científicos» no ha calado suficientemente en la sociedad. Esta situación también se puso de manifiesto durante la tramitación parlamentaria de los presupuestos, dónde el ligerísimo aumento en las partidas de investigación sólo ha beneficiado a Euskadi (principalmente) y a la Comunidad Canaria, y fue como consecuencia de apoyos políticos puntuales.

Cuando se encuesta a la ciudadanía sobre la opinión que tienen sobre distintos colectivos profesionales, los científicos siempre somos de los mejor valorados. Sin embargo, luego no hay ningún signo de que a los ciudadanos españoles les importe la Ciencia y que, consecuentemente, lo exijan a sus representantes políticos. Por cierto, ayer S. M. El Rey instó a “redoblar esfuerzos para fomentar una cultura científica y de innovación”.

La principal razón de esta falta de apoyo es que la ciudadanía no tiene la suficiente formación científica. Ésta es absolutamente necesaria para emitir opiniones sobre aspectos sociales con base científica (debates sobre la energía nuclear, los transgénicos, la clonación terapéutica, la contaminación ambiental, el tratamiento de las enfermedades del tercer mundo, etc.), pero también para presionar a los políticos de la necesidad de apoyar la Ciencia como motor del desarrollo futuro.

Los científicos tenemos mucha culpa de esta situación. Estamos en una «torre de marfil«, desde dónde no queremos informar de lo que hacemos; y usamos excusas baladíes: «es que lo que hago no lo van a entender», «es que lo mío es muy especializado», «es que no valgo para divulgar» y mil excusas más….

Hay que recordar la frase atribuida a un matemático (a veces Laplace, a veces Poincaré,….) de que «no estaba satisfecho de su trabajo hasta que no  lo entendiese la primera persona con la que se encontrase en la calle«.

Ya he escrito en este blog sobre la necesidad de divulgar y contribuir al aumento de la Cultura Científica de los ciudadanos. Cualquier agente (científicos, periodistas, divulgadores, etc.) es bueno para hacer esta tarea. Lo importante es hacer difusión de la Cultura Científica a todos los niveles; siempre siendo científicamente responsables y no sobrevalorar las contribuciones científicas, especialmente las que tengan implicación directa sobre las personas, creando falsas expectativas (por ejemplo, mejora de la salud) o alarmismos excesivos (por ejemplo, en asuntos medioambientales).

Por lo tanto, pido al colectivo de científicos que se implique más en esta tarea; y luego que las autoridades académicas y científicas sean capaces de valorarla……

Bernardo Herradón

IQOG-CSIC

herradon@iqog.csic.es

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3 comentarios

  1. Creo que uno de los problemas es la «politización» de la ciencia. Y esto es difícil de evitarlo, pero se debería de hacer un esfuerzo para hacerlo. Otra de las dificultades es la «cultura» de lo banal. ¿Hace bien un programa del Hormiguero donde lo experimental aparece como «locuras», juegos compitiendo con lo real: peleas sentimentales, falta de intimidad en las personas? Los profesores de Secundaria detectamos esto y aunque peleamos para hacer que nuestros estudiantes acaben en carreras donde se investiga, el rechazo de ellos y sus familias es muy fuerte: no se gana dinero, es demasiado sacrificado,..
    Sugerir que ese esfuerzo por la divulgación lleve asociado una presión al estamento político para promocionar otro tipo de cultura en la que estamos inmersos.

  2. Hoy mismo la ministra de Ciencia e Innovación, ella misma una científica, ha dicho en TVE que «la ciudadanía no entendería una prioridad decidida” por la ciencia “desatendiendo la dimensión social de la crisis”. Se puede entender como un reconocimiento por parte del propio gobierno de que la ciudadanía no tiene la suficiente formación científica para entender la necesidad de invertir en I+D, y que las decisiones se toman en función de la popularidad de las mismas y no de su conveniencia.
    Habría que preguntarse también cual es el asesoramiento científico de los gobernantes a la hora de tomar algunas decisiones: reducción de emisiones de CO2, desmantelamiento de nucleares, almacenaje de residuos radioactivos, etc.
    Divulgar está muy bien, y seguro que sobrarían voluntarios, lo que quizá falla es el «cómo». Si el telediario de la pública dedica 30 segundos a los premios nacionales de investigación y 30 minutos a informar de los entrenamientos semanales y ruedas de prensa de los equipos de fútbol, ¿qué caso va a hacer el público a unas cuantas «ratas de laboratorio»?
    Quizás sea preciso implantar una formación científica básica que tuviese lugar en la escuela y que implicara decididamente a los científicos.

  3. la ciencia está en manos del opus dei. Me refiero a españa. Si no se les echa de donde no els corresponde estar, pues a las religiones les corresponden las iglesias, todo está perdido. No me empiecen una casa por el tejado, porque no voy a picar, y es más, no voy a colaborar.

    salud.

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