El mar todavía sorprende
por VIRGINIA HERNÁNDEZ, publicado en el Mundo.es
Figueras, entonces director del Instituto de Investigación Marina de Vigo, habla de todo aquello en primera persona. Formó parte del comité científico asesor para la catástrofe del ‘Prestige’, que comenzó a trabajar el 9 de diciembre, casi un mes después del accidente: el barco ya se había alejado y se había partido, seis días después del accidente. «Teníamos confianza absoluta en lo que estábamos haciendo y sabíamos que todo lo que publicábamos era la verdad. Sin embargo,existía mucha desconfianza», recuerda. Entre sus funciones, estaba la de informar y mantener la página web con los datos que se iban conociendo.
Él entonces era muy pesimista con las consecuencias del vertido, pero fue cambiando de opinión. «Ese mismo verano, vi cómo había fijación de juveniles de mejillón en las zonas afectadas y como, cada año, había más y más fijación. Ahora mismo debe de estar todo recuperado, y digo ‘debe’ porque hay zonas inaccesibles, como los acantilados de la Costa de la Muerte. Pensamos que está limpio porque ahí baten las olas y si quedara fuel, lo dispersaría. Deben de quedar niveles ínfimos de contaminación», explica este profesor, al que, asegura, el mar le volvió a sorprender. «Tiene una capacidad de regeneración increíble, pero la población también crece a un ritmo exagerado, la industria también, y nada es infinito. Hablar del ‘Prestige’ desvinculándolo de la actitud que tiene la sociedad ante el mar es complicado. Con la contaminación a la que sometemos a nuestro entorno, se puede decir que hay pequeños ‘prestiges’ diarios. ¿O qué creemos que ocurre cuando echamos el aceite por el fregadero?».
Decisiones polémicas entonces, como el alejamiento del barco (que fue desaconsejada por la mayoría de los científicos y que fue previa al trabajo de este comité asesor y que, por ello, prefiere no opinar), urgencia, exigencia de datos, de información instantánea, de respuestas… ¿qué enseña una tragedia así? «Enseña que hay que ser muy prudentes, que hay que tener un coordinador único, que el trabajo de investigación tiene que ser continuo porque, cuando ocurre un accidente, esos resultados son los que te dan la base para poder comparar». También, según su opinión, revela que tiene que haber mayor formación medioambiental y que los científicos tienen que ser más claros con quienes no tienen su formación: «Comunicamos muy mal. Tiene que haber un encuentro y el científico tiene que bajar de su castillo. La batalla de la divulgación científica es fundamental. Cuanto más se sepa, cuanto más fácil sea el conocimiento, será mejor para todos. Al final la sociedad, que es de donde salen los políticos, será sensible a todos estos temas».
Sobre asuntos pendientes, Figueras apunta a que en Galicia haya un buque anticontaminación, que está previsto desde 2008, que la evolución de la contaminación por el ‘Prestige’ a lo largo de la costa sea pública, que pueda bajarsede vez en cuando para comprobar el estado del buque hundido, que se sepa el estado del reciclado de los residuos o que haya un seguimiento de aquel informe del Instituto Carlos III que hablaba de los riesgos respiratorios que pudieron correr las personas que estuvieron en contacto con el fuel.
Pero, para él, lo más importante es que, en caso de que vuelva a ocurrir, la actuación sea automática. «Creo que la respuesta científica fue rápida. Lo que ocurre es que el marco legal aún no está cristalizado. Hay un decreto de la Xunta de julio de 2012 que regula las contingencias en caso de accidente, lo que no encuentro es el real decreto por el que se aprueba el sistema nacional de respuesta ante la contaminación marina; se revisó en noviembre de 2011, pero creo que no ha vuelto a salir». Por ello, anima a que el marco legal deje claras las competencias y los interlocutores. ¿Y podría haber otra catástrofe semejante? «Por supuesto. El tráfico marítimo de Galicia es muy fuerte, por mucho que lo apartes de la costa o que exijas doble casco a los petroleros [una obligación desde esta catástrofe], siempre habrá un temporal gordo, como los que sufrimos en esta zona, o un capitán o unos marineros malpagados. Claro que puede suceder otra vez. Por ello hay que tener una capacidad de reacción inmediata, casi robótica, para paliar al máximo esos daños».
Los recuerdos son muchos. Como los de aquel 8 de diciembre, un día antes de viajar a Madrid para la formación del comité. Desde temprano hasta entrada la noche, estuvo con otros compañeros del Instituto de Investigación de Vigo y con su mujer, también científica, en las Islas Cíes. Fue una jornada dura para limpiar un archipiélago que forma parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. «Estabas con gente que no conocías como si la conocieras de siempre. Sólo queríamos que quedara limpio. Era un trabajo como en las pirámides, pero sin látigo, acarreábamos los cestos llenos de chapapote, había un ambiente muy solidario». Tampoco olvida esas Navidades plagadas de correos a horas intempestivas. Ni las inmersiones del batiscafo ‘Nautile’ para tapar las grietas: «Era tripulado y teníamos mucho miedo. Bajaba a 3.500 metros de forma autónoma, sin ningún tipo de cable, y entraba en el pecio de un petrolero, que es como un edificio de seis pisos. Estábamos con el alma en vilo». La sensación final es, sobre todo, de alivio, porque el fuel pudo extraerse y los daños se minimizaron: «Sabíamos que hacíamos todo lo posible».
Tenemos que hacer todo lo posible por tratar mejor al mar, contaminar menos, hacer una pesca sostenible y selectiva. Debemos cambiar muchas cosas ya que vamos bastante mal encaminados.
Siendo cierto que el científico no siempre es buen comunicador, en este caso el problema es que el político es el que ha impedido que se comunique.
Si se hubiera organizado una sesión científica previa al juicio que se está celebrando ahora no hubiera sido necesario celebar el juicio.
Se hubiera demostrado la total responisabilidad del gobierno yque el único sensato fue el capitán del barco. Su premeditada actuación de avestruz, contraria a las más elementales reglas del sentido común, demostraron su carencia y la incompetencia de todos los profesionales que aconsejaron pasear al Prestige hasta conseguir su objetivo: hundirlo.
Eso fue como «meter el polvo debajo de la alfombra». Pero este polvo era menos denso que la alfombra y ésta era de agua. Por tanto, subieron los «hilos de plastilina» como dijo, demostrando hasta donde llega, el actual presidente del Gobierno
Aquello fue una verdadera catastrofe ecologica producida por la locura que mantiene en la actualidad la «humanidad civilizada».Fue tambien una muestra de la incapacidad que tuvieron los dirigentes politicos del momento, «parientes» cercanos de los de ahora, tan inutiles aquellos,. . tan inutiles estos, .Asi nos va.
un saludo