Rompiendo tabúes sobre el periodismo ciudadano

Al comienzo de cada curso, en las clases de ciberperiodismo, toca abordar el tema del periodismo ciudadano, por lo que me permito articularlo en esta entrada. El periodismo ciudadano, tiene sus orígenes en Estados Unidos, a raíz de la publicación del libro, en 2003, titulado “We, the media” escrito por Shayne Bowman y Chris Willis y prologado por el “guru” Dan Gilmor, ex_editor del San Jose Mercury News.

En dicho libro se analiza el periodismo participativo que se da a través de nuevos elementos interactivos. Los investigadores y profesionales estadounidenses, muy dados a encapsular modelos y tipos periodísticos, tales como CyberJournalism, Data Journalism, Inmersive Journalism, Glass Journalism, propusieron también el término Citizen Journalism. Traducido este último de forma literal al castellano es “Periodismo ciudadano”. Pero aquí está el primer error: lo que ha primado es la traducción literal y no la traducción en su contexto. La traducción en su contexto es periodismo (con participación del) ciudadano. Y ¿qué periodismo no busca la participación del ciudadano? ¿Acaso desde que se inventó el periodismo en el siglo XVIII no se buscaba la participación ciudadana? El periodismo de Mariano Nipho ¿no buscaba acaso la participación del ciudadano considerando que fue pionero de las Cartas al director, entre otras características del periodismo de hoy? Más aun, cuando un reportero escribe en un periódico ¿lo hace para que lo lean los ciudadanos o lo hace para leerse a sí mismo? Por tanto, periodismo ciudadano o periodismo participativo, bienvenido sea!Pero, esta situación del equivoco contextual del periodismo ciudadano trajo como consecuencia que en muchas facultades del mundo se debatiese, durante los años posteriores a 2005, sobre la importancia del fenómeno del periodismo ciudadano (hoy ya no lo es, dado que han pasado demasiados años desde cuando se acentuó el termino). En las postrimerías de 2010, el debate era tan intenso que el Pew Internet, en su informe de ese año, destacó la relevancia del periodismo ciudadano frente al periodismo profesional. La conclusión del informe decía que los periodistas ciudadanos (que utilizaban todas las herramientas tecnológicas como los blogs y redes sociales) no se sentían ni querían realizar la labor del periodista profesional.

Aunque en toda regla siempre hay una excepción, la anterior conclusión del informe no es óbice para que no surjan iniciativas buenas e interesantes de periodismo ciudadano, según los ejemplos que existen en la red.  De ahí que podemos encontrarnos que un periodista ciudadano (aunque prefiero utilizar el término agente informacional) produzca contenidos que van a influenciar en la vida de las personas. Pero, no es el común denominador.

Y esto tiene que ver con otra afirmación: los ciudadanos han dejado de ser la audiencia pasiva en el proceso de información y comunicación. Ahora son proactivos, consumen y producen información al mismo tiempo. Son prosumidores. Y para ello, no dudan en utilizar las herramientas tecnológicas y crear contenidos bajo el modelo Do It Yourself (DiY). Esta es la razón por la que se debe fomentar de que sean los periodistas profesionales los que conozcan en profundidad las herramientas tecnológicas, considerando además que la información periodística, como producto, es el medio de vida de los periodistas profesionales.

Con estos antecedentes, corresponde establecer la distinción de lo verdaderamente periodístico frente a un simple contenido de información cuyo único objetivo es llamar la atención, tal como lo hacen, por ejemplo, algunos Youtubers. En este sentido, el hecho de que una persona, utilizando las diferentes tecnologías, tenga un millón de seguidores, no le convierte en un influenciador de opinión en el sentido que tiene el periodista profesional en stricto sensu.

De ahí que la defensa del verdadero periodismo, debe darse desde la academia, desde la universidad, porque no debemos olvidar que, en 2007, la UNESCO definió el periodismo como una disciplina del conocimiento. Y en función a esta definición surge un periodismo más profesional, más científico y con mayor calidad, lo que implica una defensa de la profesión periodística a ultranza. Y este es un reto de las jóvenes generaciones de periodistas o neocomunicadores que profundizan en el concepto y no tienen temor de abrazar y adoptar las tecnologías emergentes de la información.

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