San Isidro: un santo con afición taurina

La tradición cuenta que el santo patrón de la capital dedicaba parte del tiempo de trabajo a orar y que los ángeles del cielo hacían su trabajo mientras oraba. Esta versión de la leyenda fue la que contó Santa María de la Cabeza, su esposa, para no descubrir la verdadera razón por la que el marido no atendía las labores del campo.

        El santo Isidro, al que los castizos llamaban Isi a mediodía y Sidro por la noche, en clara alusión a sus aficiones a los licores de Baco, trabajaba de sol a sol durante todo el año, pero cuando llegaba el mes de mayo desaparecía del mapa y quienes querían encontrarle solo tenían un lugar donde hacerlo: en las praderas del río donde se encerraban los toros que llegaban desde el Jarama para ser «jugados» en la plaza Mayor de la villa.
        Y es que el santo que ahora da nombre a la feria mas larga del mundo se volvía loco por los toros. Entre los documentos de la biblioteca del convento de la Cuesta del Matadero, el padre Israel Cuchillo, documentalista de La Roda, encontró un par de citas en las que se aludía a un tal Xavier López que metió el demonio en el cuerpo al santo. Ambos saltaban los cercados en correrías nocturnas y daban trapazos a todo lo que se movía, incluso a gansos, pavos y gallinas. Lo soprendente de las investigaciones del cura Cuchillo es que el santo Isidro formó parte de una cuadrilla mixta compuesta por dos monjas escapadas del convento; de la primera se sabe que se llamaba Rosa y se apellidaba Cano, y de la segunda que la apodaban Aguilar, aunque firmaba los contratos con el nombre de Paloma. Actuaba como varilarguero en aquella extravagante cuadrilla un tal Manuel Durán, el único picador que ejerció la suerte con lentes de vidrio soplado porque no acertaba a ver a menos de un palmo de terreno.
        Con tales gentes se trataba el santo Isidro. Por eso y no por su falta al trabajo (no exenta de un punto de vaguería por muy santo que fuese), los ángeles bajaron del cielo para poner orden en cuestiones de la lidia. Poco más se sabe de aquella historia, si bien el padre Cuchillo continua investigando y dice tener papeles que comprometen a la mismísima esposa del santo… cuyo verdadero nombre no era María de la Cabeza sino Olga Adeva, pero esa es ya otra historia y tiempo habrá para contarla.
                       
                                                                                                                                                                        Juan Miguel Sánchez Vigil
                                                                                                                                                                         12 de mayo de 2005               
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2 comentarios

  1. pobre santo mira que poner que le gustan los toros cuando resulta que es patron de la agricultura y los arboles y frutos de la tierra.

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