¿Por qué la ciencia es necesaria?
Hay una actividad humana que causa todo esto:
1) Nos proporciona una vida más larga.
2) Hace que la vida sea más saludable. Monitoriza nuestra salud. Proporciona medicinas que curan nuestras enfermedades, piezas de recambio para nuestro cuerpo, palia dolores y achaques.
3) Nos suministra agua que podemos beber, usar para nuestra higiene o regar nuestras plantaciones.
4) Nos ayuda a tener más y mejores alimentos.
5) Cuida de nuestro ganado y animales de compañía, lo que se refleja en nuestra alimentación y en nuestro ocio.
6) Nos proporciona energía para todo. Lo que implica que no pasamos frío en invierno, ni calor en verano. Permite iluminar nuestras viviendas, lugares de trabajo, o conseguir decoraciones espectaculares. Hace que multitud de aparatos funcionen con corriente eléctrica (un vector energético). Nos permite transportarnos en una variedad de vehículos. Con la energía en forma de calor somos capaces de crear obras de arte (por ejemplo, la cerámica) o instrumentos útiles (por ejemplo, utensilios del hogar). Los electrodomésticos facilitan las tareas del hogar. E infinidad de aplicaciones más que hacen nuestra vida mucho más confortable.
7) Hace que nuestras ropas y sus colores sean más resistentes y atractivos. Mejora nuestro aspecto con perfumes, productos de higiene y de cosmética. Contribuye en la limpieza del hogar y de nuestros utensilios. Ayuda a mantener frescos nuestros alimentos. Prácticamente nos proporciona todos los artículos que usamos a diario.
8 ) Facilita nuestro ocio proporcionando materiales con los que podemos hacer deporte, practicar la jardinería, nos permite leer intersantes obras literarias o cartas de amor; escuchar música, ver la televisión y multitud de actividades con las que lo pasamos bien.
9) Nos permite estar a la última en tecnología: el ordenador más potente y ligero; el móvil más ligero, con la batería más duradera y las máximas aplicaciones; el sistema más moderno de iluminación que permite, además, ahorrar energía; el medio de transporte adecuado que contamine poco, con alta eficiencia y eficacia; el material con el que los deportistas de élite baten marcas y conquistan títulos; y muchas aplicaciones más.
10) Finalmente, y no menos importante, alimenta nuestro espíritu.
La respuesta a la pregunta sólo puede ser una: la CIENCIA.
La ciencia es la mayor obra colectiva de la historia de la humanidad (Pedro Etxenique, en A Hombros de Gigantes, RNE-5), la que nos ha permitido progresar como especie desde que el hombre descubrió como podía generar y controlar el fuego hace unos 450000 años.
Sí, la ciencia es lo que nos distingue de otras especies en nuestro planeta, es la que hace que los países sean poderosos, es la que permite ganar dinero con aplicaciones tecnológicas derivadas del desarrollo científco. La ciencia nos permite conocernos, la que explica que es la vida, cómo funciona nuestro cerebro y el resto de nuestro organismo.
La ciencia es la que permite desenmascarar a los charlatanes (pseudocientíficos o paracientíficos) que nos venden agua con un poco de azúcar como un remedio para nuestra salud (los homeópatas) o te dicen que el futuro está en las estrellas (los astrólogos) o los que nos venden el engaño de que una pulsera imantada va a mejorar tu vida (los magnetoterapeutas), entre otros.
Porque la ciencia, usando el método científico, sabe que la dilución extrema de un fármaco o cualquier otro compuesto biológicamente activo no puede producir ningún efecto biológico, pues es necesaria una concentración mínima. La concentración se refiere a la cantidad de una sustancia que está presente en un determinado medio. Se puede expresar de muchas maneras, pero ahora no viene al caso explicarlo. Lo importante es que los científicos sabemos desde hace cinco siglos (desde la época de Parecelso) de que el efecto de una sustancia depende de la dosis. Los llamados remedios homeopáticos se producen por diluciones extremas y la ciencia ha demostrado que la concentración de sustancia activa en el remedio es prácticamente nula.
El método científico se basa en proponer hipótesis, hacer experimentos para refutarla o comprobarla, y a partir de aquí establecer una teoría. Con este bagaje, podemos decir que la astrología (y su consecuencia, los malditos horóscopos o las cartas astrales) es un auténtico timo. ¿En qué hipótesis se basa? ¿en qué la posición de los astros influyen en nuestra vida y comportamiento? ¿cual es la base científica? ¡Ninguna! Si fuese cierta, resultaría que millones de personas (las que comparten la misma fecha de nacimiento) tendrían el mismo destino. ¡Y a todos les tocaría la lotería el mismo día, todos se enamorarían a la vez o sufrirían la pérdida de un ser querido simultáneamente! Por supuesto, no se pueden hacer experimentos que refuten o aprueben la base científica de la astrología.
Las pulseras magnéticas, el agua magnética o cualquier zarandaja magnética de uso cotidiano usan imanes en los que la intensidad del campo magnético es muy pequeña (causada por un imán de uso casero). El magnetismo es un área científica muy estudiada. Hace unos 200 años, científicos de la talla de Faraday, Ampère o Østerd realiaron experimentos rigurosos que dieron lugar a la teoría del campo electromagnético matemáticamente racionalizada principalmente por Maxwell (y en su versión moderna por Heaviside). En estas investigaciones se aplicó rigurosamente el método científico (hipótesis, experimentos, teoría) y una de sus conclusión es que el campo magnético es demasiado débil para causar algún efecto biológico como pretende la magnetoterapia. Por otro lado, para que se dé ese efecto biológico sería necesario que el campo magnético interaccionase con las biomoléculas de nuestro cuerpo. La ciencia sabe que el efecto de los campo magnéticos (incluso los muy intensos) sobre la mayoría de moléculas es muy pequeño y de muy corta duración. Por lo tanto, la ciencia desmonta este timo pseudocientífico; y cualquier otro (feng-shui, aromaterapia, etc.) similar.
Ahora la ciencia española está en serio peligro. Las rebajas en los presupuestos para investigación científica, financiación a los centros de investigación y ayudas para que los jóvenes (desde recién licenciados a postdoctorales con cierta experiencia) continúen su carrera científica, causarán un mal irreparable en nuestra ciencia. La ciencia no es como plantar patatas y recoger la cosecha en unos meses. No, la ciencia sólo puede recoger frutos después de años de apoyo continuado. Además una parada en este apoyo tiene un efecto muy perjudicial para el progreso científico, pues implica que proyectos que están en marcha se tienen que parar (y cuando se reinician no se puede continuar donde se dejaron), los centros de investigación y el instrumental se vuelve obsoleto en poco tiempo si no se mantienen o renuevan; y, lo que es peor, se pierde a un grupo excelente de investigadores jóvenes, cuya formación ha sido generalmente pagada con fondos públicos, que sólo tienen dos opciones: o dejar la ciencia (pérdida irremediable) o emigrar (y que otros países se aprovechen de su talento).
Si no invertimos en ciencia, perderemos la oportunidad de contribuir a los progresos que indicaba al comienzo de este post; también perderemos la oportunidad de ser un país basado en el conocimiento y la innovación (ya dicho, da dinero y poder a las naciones), quedaremos como el país de los camareros y de las agencias de viaje de Europa, nos invadirá la ignorancia y caeremos en manos de homeópatas, quirománticos, astrólogos y demás charlatanes.
Por lo tanto, políticos de nuestra generación: INVIERTAN EN FUTURO (FORMACIÓN, EDUCACIÓN, CIENCIA) y dejaremos de ser un país de segunda fila.
Las generaciones futuras se lo agradecerán.
Bernardo Herradón García CSIC b.herradon@csic.es
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Estoy de acuerdo en todo lo que aquí se escribe, pero da la sensación que la ciencia en España tiene que estar siempre subvencionada por el Estado, cuando debería ser menor su aporte que el de la iniciativa de la empresa privada. Estoy en contra de los recortes, pero creo que siempre se busca dinero en el mismo sitio. Simplemente considero que hay algo más que falla además de la falta de dinero públic porque como dijo alguien: «Las subvenciones arruinan la iniciativa».
Estoy de acuerdo con su comentario.
La escasez de inversión privada en ciencia es uno de los dos grandes problemas de la ciencia española (en mi opinión, claro; el otro es no confiar en los jóvenes).
Este tema ya lo traté en un post anterior (http://www.madrimasd.org/blogs/quimicaysociedad/2012/01/02/133011). España invierte (más bien invertía, antes de los recortes) en investigación pública, más o menos el porcentaje medio de PIB de la UE-27; pero en inversión privada estamos muy lejos.
Esto es el reflejo y tiene la consecuencia sobre los pilares en los que está sustentada la economía española; en la que se premia más especular (en bolsa, en terrenos o en cualquier otra actividad «volátil») que producir/fabricar bienes tangibles.
Por eso no es sorprendente que España esté a la cola de la solicitud de patentes de los países de la OCDE (y la mayoría son de organismos públicos). Nos faltan auténticos empresarios que quieran arriesgar en apuestas innovadoras que generen productos (físicos, tangibles) de alto valor añadido, como son los materiales de alta tecnología.
Sin ánimo de polemizar, sin ánimo de defender un discurso anticientífico, con ánimo en definitiva de contribuir,creo que podría decirse de manera sncera también que la ciencia ha contribuido también a la contaminación y explotación abusiva del planeta y a la generación de armas de destrucción masiva y total de la vida.
Por tanto, quizás, lo más relevante no sean los logros, que lo son sin duda, sino que la ciencia responde a las ansias de conocimiento y de su transmisión que tiene el ser humano. Si centramos el discurso en su bondad impoluta y prometedora de utopías de bienestar, nos adentramos en un camino difícil que traslada al rendimiento efectivo la necesidad de la actividad científica. La ciencia es un camino inevitable para el ser humano como animal que crea y transmite conocimiento. Es cultura. Esa es su grandeza y esa es su «necesidad» pública y social.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Bernardo. Una época oscura se nos viene encima con estos recortes, sin duda. Y es ahora, más que nunca, cuando la divulgación de las maravillas de la naturaleza que nos explica la CIENCIA se hace absolutamente necesaria. Nos quitarán el dinero de las investigaciones, se cerrarán centros de investigación, los mejores se irán para no volver, la pseudociencia campará a sus anchas, pero los que quedamos seguiremos dando guerra. No nos podrán quitar la palabra.
Ánimo.
Un abrazo
A M. Espejo,
Como toda actividad humana, la ciencia también tiene dos caras; que se use de una u otra manera depende de los seres humanos.
Cuando Einstein dedujo su famosa ecuación E = mc2, rápidamente se vió que esta era la razón de que se producía mucha energía en una reacción nuclear. Una vez controlada la fisión nuclear, se tenía una fuente de energía que podría servir para el beneficio de la humanidad. Que esto se usase para generar electricidad o para matar personas es una decisión del ser humano.
Las reglas y artes de la química permiten fabricar medicinas que curan. Si se toman en exceso, son venenos.
Los polímeros (los populares plásticos) han mejorado nuestra calidad de vida de manera insospechada (desde las bolsas a materiales de repuestos para nuestro cuerpo, como una traquea artificial). Por ejemplo, los poliuretanos permiten aislar nuestras viviendas, el caucho entrelazado permite que los coches se desplacen adecuadamente; y los poliésteres y las poliamidas nos proporcionan vestidos sin recurrir a tener el planeta sembrado de campos de algodón, con miles de millones de ovejas, o a un cultivo masivo de gusanos de seda.
Pero si usamos los plásticos y no los reciclamos, sino que los tiramos sin control en un campo, en un lago, o en una montaña, estamos causando contaminación. Que es química, pero no es responsabilidad de la química, sino de los seres humanos y del uso que dan a las sustancias químicas.
Lo mismo podríamos decir del uso de agentes fitosanitarios (abonos, pesticidas, herbicidas). Con ellos, las cosechas son más abundantes; pero usados en exceso, causan efectos medioambientales y de salud serios.
Siempre hay que usar las sustancias químicas en su justa medida y tratarlas adecuadamente; y esto es válido desde lo más cotidiano (como un detergente o un insecticida del hogar) a lo más sofisticado usado por la industria química.
Personalmente me parece necesario que la industria química esté adecuadamente regulada desde el punto de vista legistativo medioambiental.
Y así, podríamos poner miles de ejemplos. De la actividad más inocua del ser humano, seguro que también podremos encontrar aplicaciones negativas.
Independientemente de las aplicaciones de la ciencia, me gustaría destacar el último de los beneficios listados. La ciencia alimenta nuestro espíritu y nos desarrolla como especie especial en este planeta.
Dani,
Afortunadamente, la ciencia seguirá progresando en otros países del mundo. Y los que como tu o yo nos gusta contarla y comentarla, seguiremos disfrutando.
Lo triste (si es que nos sentimos atraídos por la tierra que nos vió nacer) es que la brecha con los países más avanzados se va a agrandar en estas épocas turbias que nos toca vivir.
Estoy de acuerdo en casi todo, pero discrepo en varias cosas:
«Sí, la ciencia es lo que nos distingue de otras especies en nuestro planeta». Soy de la opinión de que aún no conocemos lo suficientemente bien al resto de especies de nuestro planeta, como para poder afirmar tal cosa. Hasta ahora hemos fracasado en nuestros intentos de comunicación con la fauna salvaje.
«La ciencia […] nos ha permitido progresar como especie desde que el hombre descubrió cómo podía generar y controlar el fuego hace unos 450.000 años.» Pero nuestra especie, Homo sapiens, no tiene tanto tiempo, solo unos 200.000 años. Y soy de la opinión, al igual que lo era Carl Sagan, de que hemos sido científicos y tecnólogos desde mucho más atrás, tal vez desde los primeros cazadores y carroñeros, Homo ergaster y Homo erectus, hace 1,6 millones de años, o tal vez desde antes todavía. Las técnicas de rastreo para la caza requieren de teorías científicas acerca de las huellas de los animales y la evolución de sus cráteres de impacto, así como de cálculos trigonométricos que alguien tuvo que haber descifrado en algún momento, para calcular la hora a la que pasaron los animales en función del ángulo del Sol (los animales que se encuentran a pleno sol prefieren evitar su luz y desviar su ruta para pasar por una sombra). Ese alguien debió de ser un científico.
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yo pienso que todo lo que dicen es cierto menos que nos hace la vida mas larga por que el único que lo puede hacer es dios
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pues no me parece la respuesta pues porque yo pregunte una cosa y me responden otra
Que gran artículo! La divulgación de carácter científico nos aporta puntos de vista únicos.