Coronavirus SARSCoV-2 (COVID-19): ¿Debemos preocuparnos?

Tras un periodo de inactividad, vuelve este blog a tratar temas relacionados con los virus emergentes y el cambio global. En este post trataremos acerca del nuevo coronavirus surgido en China causante de una enfermedad respiratoria grave que se ha extendido a 50 países y ha causado más de 82.000 casos y cerca de 3.000 muertes en un plazo de dos meses, es decir, va camino de ser pandémico. En esta situación muchas personas se preguntan si deben preocuparse. Intentaremos contestar esa pregunta con la ciencia en la mano.

Ya lo tenemos encima, el nuevo coronavirus denominado SARSCoV-2 (causante de la enfermedad denominada COVID-19) ha cruzado fronteras, atravesado continentes y se acerca rápidamente a la categoría de pandemia (recordemos: pandemia no necesariamente implica “enfermedad grave” sino enfermedad -grave o leve- que se extiende por amplios territorios y afecta a un alto porcentaje de la población). En la actual situación de exceso de información –incluyendo dosis preocupantes de desinformación- desde aquí no queremos desde luego interferir con la información fiable que dan las fuentes oficiales, que recomendamos seguir y que indicamos a continuación:

–          En España el Ministerio de Sanidad a través del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES): https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/home.htm

–          A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud: https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019

–          El Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC): https://www.ecdc.europa.eu/en/novel-coronavirus-china

–          La Universidad Johns Hopkins tiene una web donde se recogen los casos declarados en el mundo en tiempo real y se ubican en un mapa: https://gisanddata.maps.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd40299423467b48e9ecf6

En este y previsiblemente en sucesivos posts vamos a tratar más bien acerca de las dudas que tiene la gente de a pie sobre esta enfermedad, dudas alimentadas a menudo por bulos que han surgido y que corren por ahí. Hay dos preguntas que reiteradamente me hacen amigos y familiares: una tiene que ver con si debemos preocuparnos sobre esta alerta sanitaria y otra (normalmente la hacen detrás de la primera) es ¿de donde ha salido este virus? (sugiriendo más o menos explícitamente un origen conspiranoico a cuál más imaginativo). Vamos por partes. Este post intentará contestar a la primera pregunta. La segunda la dejamos para un próximo post, aunque encontrarán claves para responder a esa pregunta leyendo un post publicado en 2012, y que encontrarán en el siguiente enlace: https://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/2012/07/

¿Debemos preocuparnos?

Efectivamente, debemos preocuparnos. Se trata de una alerta sobre una enfermedad respiratoria altamente contagiosa que se ha extendido con rapidez y que puede ser mortal en un porcentaje de casos relativamente bajo pero significativo. Pero preocuparse es una cosa y entrar en pánico es otra. Está claro que esta epidemia va a afectar en mayor o menor grado nuestra vida durante un tiempo. La economía se va a resentir (de hecho lo ha hecho ya), la actividad diaria normal puede verse igualmente afectada por restricciones en la movilidad de personas, es posible que haya que cancelar eventos multitudinarios (ya se canceló el World Mobile Congress en Barcelona, y están en peligro nada menos que las Olimpiadas de Japón. Igualmente peligran otros eventos deportivos o espectáculos que congregan masas), puede que haya restricciones para viajar a determinados destinos, y desde luego la actividad comercial va a verse ralentizada durante un tiempo.

En cuanto a la salud, hay que pensar que para evitar el riesgo de adquirir la infección será importante seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias en cada momento. Medidas de higiene básica y evitar hacinamientos y lugares con una elevada densidad de personas son medidas elementales que pueden ser muy eficaces para evitar difundir la enfermedad. Aquí hay que insistir en que se atiendan las recomendaciones de las autoridades sanitarias en cada momento, pues el riesgo puede ir variando. Infórmense en los medios habituales o en los enlaces provistos anteriormente.

Suelo recordar al llegar a este punto que lo que cabe esperar es algo parecido a lo que ocurrió en 2009 con la pandemia de gripe H1N1 (mal llamada “gripe porcina”), y suele sorprenderme la reacción de la gente, que no se acuerda en absoluto de aquella pandemia, hace tan solo 11 años. Pues sí, en sus prolegómenos hubo dudas como ahora, e incluso pánico en determinados momentos. También hubo bulos, desinformación, confusión, etc (¿recuerdan la compra de millones de dosis de “Tamiflú” y de vacunas por parte de gobiernos, lo que originó el bulo de que aquella pandemia la habían creado las industrias farmacéuticas para lucrarse?) Aquella pandemia no fue inocua: produjo un considerable número de casos (decenas de millones) y entre 150.000 y varios cientos de miles de muertes, según el CDC (https://espanol.cdc.gov/enes/flu/pandemic-resources/2009-h1n1-pandemic.html), y después se hizo endémica, constituyendo actualmente una de las cepas que causan la gripe estacional que vuelve cada año. De hecho, actualmente, si nos vacunamos de la gripe, nos estamos inoculando una cepa derivada de aquella cepa pandémica H1N1.  Pues bien, la pandemia pasó y la gente se olvidó. Así de flaca es la memoria humana. Cabe por tanto esperar que con esta alerta por el coronavirus SARSCoV-2 pase algo parecido: mucho ruido ahora y olvido dentro de unos meses. Ojalá.

Es difícil decir cual es el riesgo para la salud de la población en este momento. Se sabe que la infección es más grave en los grupos de edad superior a los 60 años (y crece considerablemente en los mayores de 80 años) especialmente si están debilitados por otras enfermedades de base. Hay por tanto que poner especial énfasis en proteger a estas personas. También se sabe que la gran mayoría de las infecciones son leves e incluso se cree que hay muchas infecciones asintomáticas, lo cual reduciría considerablemente la tasa de mortalidad efectiva (la observada, “CFR” o “case-fatality ratio”, porcentaje de muertes sobre casos confirmados, está en alrededor de un 2% actualmente), pero también conlleva el riesgo de contagio “silencioso” por parte de personas que no manifiestan síntomas, complicando mucho el control de la enfermedad. En definitiva: sí hay que preocuparse pero no debemos entrar en pánico. Debemos tomar conciencia del riesgo para poder tomar medidas de prevención que en gran parte dependen de nuestro comportamiento. Se pueden mitigar notablemente sus efectos si se mantienen algunas medidas básicas y, sobre todo, se mantiene la calma.

 

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