• Serenidad y dicha del sabio

          Es dulce, cuando el viento zarandea
    la planicie del mar interminable,
    ver el penoso esfuerzo de los náufragos;
    no porque nos provoque complacencia
    el mal ajeno, sino porque es dulce
    sabernos libres de ese mismo mal.
    Es también dulce contemplar magníficas
    contiendas en los campos de batalla,
    pero sin exponerse a los peligros.
    Aunque nada hay más dulce que habitar
    los apacibles y elevados templos
    que vela la doctrina de los sabios,
    y extender desde lo alto la mirada
    hacia los hombres que, perdidos, yerran

  • 80 veces nadie

    Habrá viejos y viejos, unos
    vueltos hacia la decrepitud y otros
    hacia la lozanía, yo estoy
    por la lozanía, el cero
    uterino es cosa de los mayas, no hay cero
    ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
    -y que se me entienda de una vez- es un ocho
    carnal y mortal con mis orejas de niño para oír el Mundo,
            un ocho
    intacto y pitagórico, mis hermanos
    paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
    del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
    de la Eternidad, mi primer salto al vacío

  • Ciencias naturales

    I. PRIMAVERAEn la cocina en un jarrón se quema
    en olor para hacerse
    oh ceniza marchita
    directamente al cubo de basura
    un manojo de flores
    cogidas en el campo por mi hermana
    todos los de la casa
    -de ello indicio
    es el rastro de pétalos que albergan
    las acrílicas fibras de la ropa-
    han abrazado el ramo han exhalado
    su perfume no tiene
    que ver en absoluto con parisdelafrancia:
    parte son solidarias
    inflorescencias de mimosas, ojos
    amarillos provistos
    de múltiples pestañas grisverdosas.

  • Octavas

    XI

    Al salir del espacio me encuentro
    En el jardín abandonado de las cantidades,
    Y rompo la constancia aparente
    Y la conciencia de sí mismas de las causas.
    Y tu libro de texto, infinito,
    Leo solo, prescindiendo de los hombres;
    Libro sin hojas, de salvaje curandero,
    Compendio de problemas de enormes raíces.

  • Si dios hubiera muerto

    Si Dios hubiera muerto
    y no fuera más que espacio hueco sin volumen
    o tiempo retorcido girando por el universo

    Si no fuera más que un estallido gigantesco
    o el mismo centro de la nada
    o una explosión de antimateria
    surgida por azar del punto cero

    Si no fuera más que fantástico polvo neuronal,
    vana sensación de absoluto en el lóbulo parietal
    o un protónico deseo
    girando por el cerebro

    Si fuera tan sólo tensión interna y miedo,
    terror ante la oscuridad extrema
    o la lucha encarnizada entre la vida y la muerte

  • El contador de arena

    Cuando ello es posible, uno debe contar.
    Karl Friedrich Gaus

    Puedo contarlo todo, como Arquímedes,
    ¡y aprender tantas cosas mientras cuento!...
    Los granos de arena necesarios para llenar
    el universo de Aristarco de Samos, o el de Einstein,
    -que son, por cierto, más o menos los mismos
    a pesar del tiempo transcurrido entre ambos-,
    las manzanas que tiene el árbol de la ciencia,
    la cantidad exacta de gotas
    con que la lluvia me acaricia
    esta tarde de invierno. Puedo
    decir, sin temor a equivocarme,

  • El de ciencias naturales

    No puedo recordar
    su rostro

    estaba de pie frente a mí en lo alto
    al final de sus largas piernas separadas
    veía
    su cadenita de oro
    su gris levita
    y su flaco cuello
    al que estaba prendida
    una inerte corbata

    fue el primero que nos enseñó
    el anca de una rana muerta
    que pinchada con un alfiler
    violentamente se contrae

    él nos introdujo
    a través de un microscopio dorado
    en la vida íntima
    de nuestro bisabuelo
    el paramecio

    trajo un obscuro grano
    y dijo: cornezuelo

    instigado por él
    en el décimo año de mi vida

  • Conocimiento

    Tú sabes cómo creo
    saberte entera; tú
    sueñas con que me sabes.
    Uno tú y uno yo: fuéramos 1...

    Y pronto es 2. Me dices
    tanto mejor así con tus ojos oscuros,
    tanto mejor así, los dos libres y juntos.
    ¿Tal vez uno + uno?

    Pequeña matemática de amarnos:
    extraña tu certeza de ser mía,
    sueño en vela esta fe en que seré tuyo.

  • Gozos cibernéticos

    Aquí estoy: venada sobre el pasto azul.
    Los horizontes son planos luminosos
    por los que cursan ríos secretos
    arroyuelos por donde corren inquietas descargas eléctricas
    -cifras digitales preñadas de cotidianos pensamientos.

    Podemos hablar. Zambullirnos en formas geométricas.
    Traspasar a conductores minúsculos el gesto de la risa,
    acariciar las ideas en su incesante movimiento.

    En el misterio interior de la máquina
    imagino una ciudad donde soy oráculo y diosa,
    principio y fin. Donde la electricidad fluye con mi deseo de vivir

  • Si muero en la carretera

    I