CONOCER LA MÍSTICA<br>
Un ensayo imprescindible sobre el fenómeno de lo místico
Reseña realizada por Francisco J. Rubia<br>
Instituto Pluridisciplinar
Ya en la introducción el autor introduce unas reflexiones que me parecen dignas de ser mencionadas. Como especialista en fenomenología de la religión, siempre se ha encontrado con el fenómeno místico en sus estudios, reconociendo que, como experiencia subjetiva, tiene que ocupar un lugar central en lo que llamamos religión. Yo daría un paso más diciendo que esa experiencia ha jugado muy probablemente un papel crucial en los fundadores de religiones. Sin embargo, el autor sí reconoce que es imposible conocer de verdad la religión sin pasar por el conocimiento de la mística.
Niega el autor, y se refiere a una opinión "casi unánimemente compartida", la existencia de una mística universal, que posea rasgos comunes y que haga de ella un solo fenómeno, aunque posea características propias en cada religión o cultura, aunque en otro lugar admite la existencia de imágenes y símbolos arquetípicos comunes. Esto estaría en contradicción con el hecho de que este fenómeno puede provocarse por estimulación de determinadas estructuras cerebrales, lo que le da una base orgánica común a todos los seres humanos, base que puede estar más o menos desarrollada como todas las facultades mentales, pero que tiene un origen cerebral como todas las conductas humanas. Algo de esto intuye el barón Fr. von Hügel, citado por el autor, cuando dice que en toda persona existe una predisposición ontológica y psicológica de algo que la experiencia mística propiamente dicha desarrollaría en plenitud.
El libro contiene una caracterización detallada de la experiencia de éxtasis o experiencia mística, así como un recorrido por las religiones orientales y las religiones proféticas, por lo que puede decirse que cualquier estudioso de este tema debería consultar esta obra. Se echan de menos referencias al conflicto que los místicos generalmente plantearon a la ortodoxia eclesiástica, así como al problema de discernir si estas experiencias son o no sobrenaturales; en este último caso, si son sobrenaturales, quedaría por explicar por qué ha habido místicos ateos. Otro de los problemas que necesitarían explicación es por qué en las visiones de los místicos aparecen sólo aquellas figuras espirituales pertenecientes a la religión o cultura a la que pertenecen. O por qué el número de místicos es tan reducido comparado con el resto de las personas que han abrazado una creencia religiosa determinada.
Ahora que tanto se habla del diálogo entre las religiones lo lógico sería buscar aquellos denominadores comunes que están presentes en todas ellas, en vez de advertir, por ejemplo, que la salvación es exclusiva de la propia religión. Entre esos denominadores comunes, la mística es, sin duda, uno de ellos. Y el autor hace referencia también a este hecho al final del libro.
En cualquier caso, esta obra se convertirá probablemente en obra de referencia para todo aquél que se adentre en el estudio de este fenómeno tan apasionante como es la experiencia mística.