UN ENSAYO EXCEPCIONAL<br>
Recuperado el texto capital de Manuel Azaña sobre el "Quijote"
Reseña realizada por Miguel García-Posada<br>
A una benemérita asociación privada se debe la recuperación, en este año
cervantino, de "La invención del Quijote", el texto capital que Manuel Azaña
pronunció -escribió- sobre el libro genial en 1930. Esta reseña debe ser ante
todo la crónica de un asombro. En efecto, ninguna editorial de mayor o menor
fuste se había acordado de la existencia de este texto en medio de la
superabundancia de obras y artículos. (Incluye otros tres ensayos de menor
relieve, entre ellos dos sobre dos antiguas admiraciones, Valera y Valle-Inclán.)
Claro que se veía venir: el texto había sido ninguneado, para pasmo nuestro,
por las bibliografías y ediciones eruditas; en vano se lo buscará en las
diversas ediciones y trabajos del muy sabio Francisco Rico. Azaña da, por lo
visto, para ser instrumentado políticamente, pero no da para tomárselo en serio
como hombre de letras, dueño de una prosa de excepción y, también, de un
soberano instinto crítico. Porque "La invención del Quijote" es uno de los
ensayos más importantes que se han concebido nunca sobre la inmortal novela.
Crítico hacia dentro, Azaña indaga en la originalidad de Cervantes; la ve
como resultado de la fusión, de "la corriente realista y la mitológica en una
emoción sola"; sin incurrir en fáciles pesquisas biografistas, desentraña "La
operación personal, terrible, de Cervantes", "que consiste en haber fiado la
representación del deseo y la locura, no a un caballero poderoso que, muerto en
la demanda, llevado a galeras o finando de otro modo lamentable, probaría de
sobra el fracaso; sino a un vejestorio inválido. Es decir, sobre mostrar el
fracaso, se burla de él y de la víctima".
Así habría logrado Cervantes su hazaña de escritor, esto es, "la operación
del talento que, mediante la materia literaria, y con sus signos, implanta ante
mis ojos unas formas de vida no expresadas antes por nadie". Sin vacuas
erudiciones, sin biografismos irrisorios -el "Quijote", afirma, es la verdadera
biografía de Cervantes-, con un rigor inmanentista, que para sí hubieran querido
muchos estructuralistas, sin retóricas vanas, ni delicuescentes paráfrasis, sin
orillar la españolidad de la obra, pero sin hipostasiarse con ella, Azaña, cuyas
virtudes como prosista permanecen intactas, clava su diana de gran crítico en el
poderoso blanco de la inmortal novela.
No tenemos inconveniente en proclamar que, junto a los prólogos al "Quijote"
de Américo Castro, aunque de orientación muy diversa, este es el texto crítico
más notable a que ha dado lugar la novela máxima. Y nuestro mundo editorial sin
enterarse.