FILOSOFÍA Y CIENCIA<br>
Un recorrido por la historia de la ciencia y sus implicaciones filosóficas
Reseña realizada por Francisco Javier Serrano<br>
Profesor de Filosofía e Historia de la Ciencia<br>TEC de Monterrey (México)
Dado que las teorías científicas sólo pueden comprenderse atendiendo a su construcción histórica, este libro nos invita a aprender no sólo de la ciencia, sino también de su historia. Pero leer los datos históricos no es una tarea fácil, pues supone poner en marcha principios heurísticos y claves de interpretación que seleccionan ciertos hechos a los que se procura dar sentido. Dado que ni los hechos seleccionados ni las fuentes de su análisis constituyen nunca una elección inocua, hay que señalar que las diez lecciones de historia de la ciencia que esta obra incluye prestan especial atención a los problemas filosóficos suscitados en el desarrollo del conocimiento científico. Dicho de otro modo, el lector va a caminar por senderos de la historia de la ciencia en los que se ha destacado el paisaje filosófico que desde ellos puede observarse.
En efecto, también en la filosofía de la ciencia está en litigio cuál ha de ser el enfoque privilegiado y cuáles son los hechos relevantes. En este sentido, la reflexión de los autores de El taller de las ideas se dirige a los aspectos ontológicos, epistemológicos, metodológicos y lógicos de la investigación científica. Si bien asumen la pertinencia de otras posibles aproximaciones al pensamiento científico -desde los estudios sociológicos hasta la biología del conocimiento, pasando por los ensayos cognitivistas- entienden que los problemas conceptuales desempeñan un papel de capital importancia en la ciencia y su historia. El hecho de que la ontología, la epistemología, la metodología de la ciencia o la lógica posean su propia historia no impide que se hagan presentes de forma inevitable en la constitución de las teorías científicas.
En nuestra contemporánea visión de la naturaleza -aquélla que debemos a la física del átomo, a la mecánica relativista, a los nuevos modelos cosmológicos, a la termodinámica del no equilibrio o a la biología molecular- existen problemas filosóficos tan decisivos como los que se suscitaron e intentaron resolver en la física de Aristóteles, la estática de Arquímedes, la biomedicina galénica, la cinemática de Galileo y la citología o la teoría del campo electromagnético del siglo XIX. Se trata de problemas cuyo análisis y discusión corresponden a la historia y a la filosofía de la ciencia, esto es, son problemas que mantienen vivas a la filosofía y a la historia de la ciencia como capítulos de la reflexión metacientífica, no sólo legítimos y pertinentes, sino necesarios e inevitables. De hecho, todos los intentos de ruptura de "la vieja alianza" que han sido realizados tanto desde la ciencia como desde la filosofía se han mostrado incapaces de generalizarse.
Esta obra pone de manifiesto cómo la reflexión en los estratos fundamentales -la reflexión filosófica- delimita el espacio categorial del pensamiento científico; mientras que otras veces, el pensamiento filosófico es apelado desde las implicaciones más hondas de la ciencia. La filosofía pitagórica, si hay que creer a Copérnico, constituyó el fermento de la astronomía heliostática, al mismo tiempo que la mecánica del siglo XVII hizo posible el naturalismo materialista de la Ilustración. La confianza en la validez general del método geométrico polarizó todos los tratados de iatromecánica hacia el desarrollo de una biología matemática, mientras que la generalización de la estructura celular desde las plantas hasta los animales movió a una defensa incondicional del método inductivo en la biología del siglo XIX. Tengan uno u otro origen, tomen una u otra dirección las líneas del pensamiento filosófico y del pensamiento científico no son paralelas. Se cruzan siempre en algún punto, y ese punto es el foco del que nacen las distintas concepciones de la naturaleza. La filosofía positivista no elude esta regla y también depara una representación singular del mundo. Por otra parte, el positivismo no es una tesis científica que condene toda forma de pensamiento filosófico; es, por el contrario, una tesis filosófica sobre la demarcación del conocimiento posible.
El taller de las ideas nos muestra cómo, si bien las diferentes teorías científicas seleccionadas por sus autores son a todas luces un producto histórico y cultural, su sentido, su estructura y su función cognoscitiva se tornan ininteligibles si se hacen depender nada más que de factores extrateóricos. Hay en ellas algo más, en el mismo sentido en que la geometría de Lobachevski es algo más que un producto de la Rusia de Nicolás I. El conocimiento de la naturaleza compromete criterios epistemológicos que no constituyen una prolongación acrítica de valores cognitivos cristalizados en la dinámica social. Son estos criterios los protagonistas de las Diez lecciones de historia de la ciencia seleccionadas y escritas por profesores y doctores de la Universidad Complutense de Madrid. Dentro de ellos están incluidos los criterios metodológicos, porque la elección de un método de conocimiento no es una cuestión empírica sino conceptual que, por otro lado, suele estar íntimamente relacionada con la definición del ámbito de objetividad al que se aplican las teorías científicas. La opinión de que la ciencia es independiente de cualquier compromiso filosófico encarna ella misma una tradición de investigación reciente y de muy escasa fertilidad, pues el mundo físico continúa siendo un horizonte de reflexión con raíces e implicaciones filosóficas fundamentales, y dicho horizonte, tomado en toda su generalidad, marca el sentido de la presente obra. Se trata de una galería de imágenes tomadas dentro de ese taller de las ideas en que la ciencia se resume. Aun no existiendo un argumento que haya guiado la secuencia de tales imágenes -con excepción del mero orden cronológico-, los vínculos que conectan entre sí muchos de los temas abordados podrán ser percibidos sin ninguna dificultad.