No se recuerda un año con tantas mortalidades de marisco (mejillón, almeja, berberecho, ostra, nécora y pulpo) en las Rías gallegas. Desde principios de año los trabajadores del mar llaman la atención, a través de todos los medios a su alcance, sobre las altas mortandades.

Los eventos de mortalidad masiva de la fauna marina aumentan año tras año en todo el planeta. Se dan diferentes explicaciones: influencia de olas de calor no estacionales, acidificación, presencia de algas tóxicas, contaminantes y patógenos.

En la mayoría de los casos no se realizaron estudios patológicos ni de contaminación a pesar del grave efecto que los patógenos y las enfermedades tienen sobre el ecosistema. En el mar, las enfermedades se ven favorecidas por la alta transmisión de patógenos ya que, a diferencia de las enfermedades terrestres, los patógenos marinos se transmiten por el agua y se propagan a grandes distancias ayudados por las corrientes marinas. Se estima que las enfermedades pueden propagarse en el océano un orden de magnitud más rápido que en la tierra.

Desde el mes de agosto se han detectado mortalidades de mejillón en bateas localizadas en la Ría de Arousa. Los bateeiros están preocupados después de observar que muchos mejillones se desprenden de las cuerdas o no crecen lo suficiente. El crecimiento de la concha del bivalvo es bastante bueno, pero el cuerpo a penas se desarrolla. La mortalidad está siendo mayor en la parte más alta de las cuerdas.

Aunque los problemas se dan en toda la Ría parece que se agudizan en las zonas con menor circulación del agua. Algunos piensan que la temperatura alta del agua durante varios meses puede ser parte de la explicación, porque acostumbrados a temperaturas más frías, una temperatura del agua superior a un grado o más mantenida en el tiempo puede alterar funciones biológicas vitales.

Este verano, de acuerdo con estos datos, la temperatura en profundidad se ha mantenido entre los 17 y los 20 grados. Varios bateeiros estiman que pueden perder hasta el 45% de su cosecha. No sabemos que pasará con la captación de juveniles o con los juveniles ya fijados este año. ¿Será una mortalidad que se resuelva cuando cambien las condiciones ambientales? ¿Se repetirá durante años? ¿Se recuperará el cultivo? ¿Cuál será el impacto sobre las familias que dependen de este recurso (cultivo, procesado, comercialización)?

En junio se registraron mortalidades masivas de navaja en A Illa y en A Lanzada. Se explicaron recurriendo a la temperatura del agua, al ciclo de vida de la especie y se descartó la presencia de algún patógeno

En noviembre la cofradía de Noia informó de que en los diez primeros días de campaña de este año cosecharon solo 39,3 toneladas de moluscos, frente a 226,6 toneladas hace dos años y 433,5 en los diez primeros días de trabajo durante el pasado año.

En este caso se explica la mortalidad por la lluvia continua durante casi mes medio: el exceso de agua hace que baje la salinidad y que los bivalvos no sean capaces de adaptarse. Este año además se añade a la alta temperatura del agua de mar. Los centros de investigación dependientes de la Xunta de Galicia han descartado que la mortalidad se deba a patologías causadas por otros agentes.

No solo los moluscos bivalvos están mostrando una caída en la producción. Las capturas de especies como el pulpo y la nécora muestran un serio descenso de volumen cuando las comparamos con las temporadas anteriores.

Muchas preguntas siguen sin respuesta. ¿Hubo agentes infecciosos favorecidos por el aumento de la temperatura del agua? ¿Fue porque el sistema inmunológico de las especies afectadas se vio afectado por un cambio brusco de temperatura del agua o se aprovecharon contaminantes y patógenos oportunistas presentes en el microbioma?¿Hubo algún xenobiótico presente que pudiera desequilibrar la relación entre la biología de los organismos, su microbioma y su resiliencia?

En general sabemos cómo funcionan sistemas como el Niño y la Niña y cómo y dónde puede afectar a las personas y los medios de vida. En particular en Galicia. Estos pronósticos podrían utilizarse para ayudar a prevenir daños. Existen modelos predictivos y grupos en las universidades gallegas y en el CSIC como para aplicarlos a esta necesidad.

Tal vez sea conveniente crear un sistema de alarmas para anticipar las consecuencias de estas condiciones ambientales cíclicas que puedan influir sobre la producción de la acuicultura y la aparición de enfermedades para anticiparse a las posibles pérdidas.

Tenemos la oportunidad de sentar las bases para resolver problemas reales.

No podemos seguir lamentándonos año tras año de las alteraciones en la producción de la acuicultura y el marisqueo en Galicia y no ser capaces de aprender y prevenir.

Un bateeiro denuncia la mortandad del mejillón en la ría de Arousa

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