¿Es necesaria una titulación en periodismo? Como la situación del ecosistema informativo actual justifica los estudios de periodismo en las facultades

Si decides que tal vez la escuela de periodismo no es perfecta para ti, entonces aprovecha cada oportunidad para desarrollar las habilidades que necesitarás en el periodismo fuera de tu plan de estudios»,

sostiene Sammy Mack, periodista de salud pública, de 34 años, de WLRN en Miami, en una entrevista realizada por Marlee Baldridge, reportera y becaria investigadora 2018 de Google News Initiative, y publicado como artículo en la web de referencia NiemanLab de la Universidad de Harvard.

El artículo de Marlee Baldridge, titulado “Should you major in journalism? Here are stories from eight working journalists who didn’t” («¿Deberías especializarte en periodismo? Aquí tienes historias de ocho periodistas en activo que dicen que no») da cuenta de situaciones que ocurren en los medios y contextos estadounidenses referenciando la historia de ocho periodistas entrevistados, pero, dada la globalización de la comunicación y los medios en la que estamos inmersos, es posible que sea una situación que ya esté pasando en muchos otros países, incluido España.

Al respecto, diversos expertos, investigadores y académicos a ambos lados del Atlántico, se pronuncian reflexionando sobre lo (in)necesario? de la formación académica o la situación actual de los estudios de periodismo y el cambio en la currícula formativa. Las posiciones suelen ser contrapuestas entre aquellos/as que promueven el ejercicio del periodismo previa titulación (lo que debe conllevar un marco normativo para el ejercicio profesional como la implantación de los colegios profesionales) adquirida en una facultad y, por otro lado, aquellos/as que defienden que el hacer periodístico no requiere de titulación alguna (situación que pasa en España) puesto que la que decide quien es periodista es la empresa periodística que contrata los servicios de profesionales (con titulación o no) para desarrollar labores de reporterismo (u otras afines), a quienes entrega un carne de periodista.

El periodismo, en stricto sensu, es el pilar de toda sociedad democrática, por consiguiente su presencia es y seguirá siendo necesaria. Pero, el auge de la `infoxicación´ (información toxica), fake news (bulos), post verdad, etc, conlleva a que su desarrollo y practica debe ser realizada por profesionales periodistas altamente cualificados. Cualificados no solo en el manejo de herramientas tecnológicas, sino, también, en la propia cultura del periodismo profesional: crítico, influenciador, de opinión e interpretador de los hechos con la objetividad, subjetividad y valores éticos que caracteriza a un profesional de los medios, ejemplos que podemos encontrar en la propia historia del periodismo. La evolución del ecosistema informativo nos lleva por ese camino.

Por tanto, creo que lo que tenemos que cuestionar y reflexionar es, en principio, qué es el periodismo para luego profundizar en su estudio en las facultades de comunicación o escuelas de periodismo. No pensar así, es lo que ha llevado a que muchos tiendan a subestimarlo como disciplina académica y profesional, pensando que sigue siendo un oficio que cualquiera puede realizar con un mínimo de conocimientos en redacción o la simple experiencia en el uso de herramientas tecnológicas (como los blogs o redes sociales). Precisamente, creer que el uso de una u otra herramienta es periodismo es lo que ha vaciado de contenido su enseñanza. La tecnología es sólo un medio más. No es el fin en sí mismo. Aunque su aprendizaje sea inherente  del periodismo actual tanto, para su ejercicio como profesión así como estudio de disciplina del conocimiento.

Actualmente, muchos estudiantes de periodismo pueden estar desencantados con la formación recibida en sus facultades. Pero, no encontrar en las aulas lo que les (nos) forma, debe desafiarnos a pensarlo, no a despreciarlo. Por ello, la solución pasa por una reforma curricular en los planes de estudio de periodismo y comunicación. Es necesario (por no decir, imprescindible) un cambio de ciento ochenta grados en dichos planes formativos. Cambios que deben venir precedidos, primero, con la concienciación de todo lo que la transformación digital implica, y segundo, en la inter-multidisciplinariedad de conocimientos que deben adoptarse para formar profesionales con las competencias necesarias que hagan “amar” lo que han estudiado. Estos cambios deben ser integrales, que impliquen no sólo un cambio de denominación de materias sino, también (y quizás lo más importante) cambios en los contenidos. De nada sirve disfrazar el mismo contenido con nuevos nombres. A todo esto se debe sumar la creación y puesta en marcha de un colegio profesional, que vele, entre otras cosas, por los intereses de los titulados en periodismo o comunicación. La cantidad de titulados actuales en la disciplina periodística constituye una masa critica suficiente para abordar la cuestión del colegio profesional durante tanto tiempo olvidada o dejada de lado por intereses creados.

Sólo de esta forma evitaremos que las facultades de comunicación se conviertan en bolsas de titulados frustrados, tal como se deja entrever en el artículo de Marlee Baldridge publicado en el Nieman Lab.

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