Uno de nuestro poetas y colaboradores nos ha dejado una nueva edición, mejorada suponemos en su culto purista, de la poesía que ya publicamos y que lleva por título «Pueblo». Además, nos ofrece otros poemas del alma, que sirvan para animar a otros muchos a publicar su poesía y a todos a leerla cada día.

PUEBLO

Francisca Castillo Martín

Isla oceánica, escogida pradera
donde mi ser de nuevo a nacer comienza,
eres como una perla madre en la roca viva,
recóndito encanto tienen tus esquinas viejas.
Arropados en el recuerdo de tu vetusta silueta,
duermen mis ancestros, mi sangre primera,
mis primeras canciones, mis primeras quimeras,
aquí donde yace el alféizar que mi quietud cobija,
la solitaria fuente que mi llanto aleja,
y alimenta escondidos mirtos en la ribera.
De la sombra de tu sierra mi risa vuela
al campo perfumado por sus murmurantes acequias,
donde reverberan tus fraguas de lumbre y yesca,
tus zócalos de plata y tus gentes sinceras
bendecidas por el brillo de alguna orgullosa estrella.
Pueblo de nácar y alabastro,  la memoria de mi infancia
está grabada en cada una de tus piedras.
Yacerá mi alma en tu cuerpo de mirto y madera,
tu calor será la luz que me guíe en las tinieblas,
pueblo árbol en cuyo tronco grabé mis primeras letras.
Isla oceánica, escogida pradera
donde mi ser de nuevo a nacer comienza,
eres como una perla madre en la roca viva,
recóndito encanto tienen tus esquinas viejas.
De “Poemas del alma”

© 2006 reservados todos los derechos

 

HAY ALGO EN MÍ

Francisca Castillo Martín

(Homenaje a Quevedo)

Hay algo en mí, tan denso como una caricia
que se llena de nostalgia y que se quiebra
como una madrugada rota sin tu aliento.
Hay algo en mí, desdibujado como el silencio
con que castigas mis ilusiones muertas,
mis falsas esperanzas de un mejor presente.
Hay algo en mí, turbio, frenético, inmenso,
que me ata de espaldas y desnuda a tu ventana,
para contemplar mi sino y su podredumbre
mientras tú fumas y te ríes con desgana
de lo que pudo ser y no fue cierto.
Hay algo en mí, una serena fuente
que brota de mi pecho y que me empapa,
se llama soledad, se llama aurora,
se llama sombra, amor se llama.
Hay algo en mí, un íntimo recogimiento,
un lugar en mi casa y un calor en mi cama
que te aguarda aunque no vengas,
y ese pálpito sutil es mi memoria
que hilvana como siempre pensamientos tristes,
mientras tú me sueñas sin quererlo,
como sin querer tú me haces falta.
Hay algo en mí, algo que no nombro,
algo insondable, profundo y noble,
acariciante, desbocado, insomne,
que a ensuciar no me atrevo pronunciando
las leves palabras que me llevarán al confín de mi tumba
donde pervivirán como ascuas cuando ya no estemos.
Si,  como canción vana, esos dolores fuego fatuo  han sido,
lujuriosa imagen del placer pecado,
serán cenizas, mas tendrán sentido
polvo serán, mas polvo enamorado.
De “Poemas del alma”

© 2006 Reservados todos los derechos

CANCIÓN DE LA ARAÑA

Francisca Castillo Martín

Voy  siempre pensando como en sueños,
frente alta, rostro contrito,
buscando a quien dedicar estas palabras.
Vacío y soledad son mi morada,
no tengo a dónde ir ni techo cierto
ni suelo donde derramar mis lágrimas.
Densamente, mi corazón camina a paso fijo
por el sendero cercado de imágenes de otros tiempos,
que como escudos cuelgan de los árboles mansos,
tristes, blandos y sarcásticamente yermos.
No significa mi pérfida existencia
dolor ni sufrimiento para nadie,
los tiempos de la alegría en  mala hora se fueron.
Delgadas sombras proyecta mi cuerpo,
escuálidas como negras telas de araña,
que giran en torno mío y que me asfixian
mientras yo sólo pido un poco de amor al universo.
Y del rostro aquel al que tanto debo
no saben sus ojos si me miraron,
alguna vez, enamorados, esperanzados,
deseando encontrarme en este callejón desierto
donde se pierden los nombres y reina la vorágine del mundo,
que como el hielo da calor a estos frágiles huesos.
Mi desesperación es isla que atrapa a incautos y necios,
verdugos de sí mismos, despreciables muñecos,
trapos infames que ocultan sucios misterios.
Buscando a quien dedicar estas palabras
frente alta, rostro contrito,
voy  siempre pensando como en sueños.
De “Poemas del alma”

© 2006 Reservados todos los derechos.

Compartir:

Deja un comentario