La verdad no reside en la boca, entre unos dientes».

Este verso del generoso poeta Vicente Aleixandre, que recibió a cuantos se acercaron a la casa que hoy permancece cerrada, a la espera de que se despierten conciencias, abrió mis ojos la noche en que Alejandro Sanz puso en mis manos el poema inédito al que pertenece.

En la mañana del sábado 5 de mayo, mientras escuchaba la voz del poeta a las puertas del que fuera su refugio, he sentido el verso más cerca de mi carne. He tocado el pomo de su puerta, he acariciado el ciprés de su jardín, he pisado la misma escalera y mi cuerpo ha hecho sombra sobre su sombra en la habitación oscura donde durmiera.
El poeta escribió sobre la vida y la muerte, sobre los ríos y los mares, sobre las gentes. Y al leer sus versos, supe que también los había escrito para mi. Mientras Javier Lostalé recitaba con la pasión de un enmaorado, he visto brotar lágrimas de los ojos de la compañera de Alejandro, y he visto como se embelasaba el reportero gráfico del diario El Mundo, Kike Para. Ante la casa de Vicente Aleixandre he sentido la misma vergüenza que Ian Gibson ha hecho pública, la misma indignación. Y luego, como pidiendo perdón, he visto a Gibson acariciar los cristales de la ventana desde la que el poeta contemplaba el cedro que plantó con sus propias manos en 1927.
Nada de esto vale, nada. Un ciprés es un árbol trasnochado, un poeta es un nombre utilizable según los intereses del que manda. La política cultural de este país que tanto quiero, es tan vergonzosa que se progrman noches blancas de circo y de quimera, atacadas de millones al derroche, mientras la casa del poeta, de mi poeta, de nuestro poeta, permanece cerrada y olvidada.
Alejandro Sanz ha vuelto a pedir la recuperación de esa casa para la poesía en nombre d ela razón y del sentido común. Me sumo a la reivindicación y les digo a los responsables que la historia les juzgará, y que su nombre, que no cito para no agraviar a Aleixandre, será tachado de los libros oficiales por orden de la Cofradía de los Vengadores del Poeta, que me honro en presidir desde este momento. ¡Os maldigo, políticos de tres al cuarto! Al menos respetad las palabras de don Vicente:

                                     «Vinieras y te fueras dulcemente
                                    de un camino a otro camino»

                                                                     Ante la Casa del Cedro
                                                                     5 mayo 2007
                                                                    Juan Miguel Sánchez Vigil                 

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